La adicción al juego, también conocida como ludopatía, es un trastorno mental grave que puede tener un impacto devastador en la salud mental de las personas que la padecen. Cuando una persona pasa el día pensando en cómo jugar, cuando o de dónde sacar el dinero para poder jugar, y es incapaz de dejarlo, se trata de un trastorno del juego, tal y como explica el Ministerio de Sanidad en su informe sobre adicciones comportamentales.
Este nuevo capítulo de ‘Con la salud en mente’ cuenta con Juan Lamas Alonso, director técnico de la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (FEJAR), que explica que la federación surge de la unión de varias asociaciones y federaciones de Asociaciones regionales de toda España que tratan de unificar criterios y acciones entre todas para la mejor defensa de los intereses de las personas afectadas por la dependencia a juegos de azar.
En cuanto a la detección de este problema, Lamas indica que la clave está en la pérdida de control, “si realmente yo estoy realizando una actividad por ocio y puedo dejarla cuando quiera, pues claramente estoy haciendo un uso correcto de esa actividad. Si ya tengo consecuencias negativas por la reiteración de esa acción o ya tengo problemas económicos, problemas sociales y no soy capaz de parar, claramente se está produciendo una situación clínica conflictiva”.
“Si yo dejo de fumar, al día siguiente me van a aplaudir, si yo dejo de jugar y se lo cuento a un lotero me va a llamar bicho raro”
Otro de los puntos en los que hace especial hincapié el director técnico de FEJAR es en la parte legislativa, que “tras seis años luchando” en 2020 se publicó el real decreto de comunicaciones comerciales y publicidad, para poner fin a los anuncios que animaban a engancharse. “Ahora mismo tenemos una publicidad que solo se puede hacer de 1 a 5 de la mañana y los equipos de futbol no pueden llevar patrocinio de apuestas deportivas, es decir, hay una concienciación social de que el juego de azar puede producir problemas y sobre todo en los sectores más vulnerables, como son los adolescentes".
Para concluir, Juan Lamas destaca el estigma que sufren tanto las personas adictas como los que ya han conseguido rehabilitarse. “Si yo dejo de fumar, al día siguiente me van a aplaudir, si yo dejo de jugar y se lo cuento a un lotero me va a llamar bicho raro”. Además, en esta misma línea, apunta que las mujeres “sufren un doble estigma” que desencadena un escaso tratamiento en este sector de la población. “A nivel de prevalencia general, el 30% de las personas con trastorno de juego son mujeres, en cambio, en tratamiento nosotros no llegamos a un 10%, ahí el peso del estigma”.