Las enfermedades infecciosas producidas por zoonosis se han incrementado de manera significativa en los últimos años. Esta enfermedad, que supone un riesgo para la salud pública, tiene unos precedentes medioambientales que condicionan el contagio y exponen a la población a infecciones víricas y bacterias de manera recurrente.
“Con la actual tasa de deforestación mundial, hay una mayor fragilidad y se rompe el equilibrio biológico, provocando enfermedades, ya que la interacción de agentes patógenos, reservorios, huéspedes susceptibles y el ambiente compartido por humanos y animales, conlleva a la aparición de diversas enfermedades” han informado el doctor Santiago Vega, Catedrático de Sanidad Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia, y el doctor Manuel Linares, especialista en Microbiología y Parasitología y en Medicina Familia y Comunitaria, y Presidente de la Fundación iO.
“La salud humana está estrechamente vinculada con la salud de los ecosistemas naturales, que reúnen muchas de nuestras necesidades fundamentales”
El cambio climático ejerce una influencia directa en la aparición de determinadas enfermedades, como ocurre con la gripe aviar, según informan desde la Organización Mundial de la Salud (OMS). “La salud humana está estrechamente vinculada con la salud de los ecosistemas naturales, que reúnen muchas de nuestras necesidades fundamentales” señalan.
Los doctores Vega y Linares resaltan este incremento de enfermedades producidas por zoonosis en los últimos años y su vínculo con “la globalización, la interacción entre hombres y animales, el aumento de la actividad comercial y la modernización de las prácticas agrícolas” entre otras. Estos factores se suman, y son causa directa, de la aparición de numerosos patógenos que han propiciado la aparición desmedida de la zoonosis en gran parte del mundo.
Los expertos han señalado que es importante “abordar las actividades antropogénicas como las impulsoras más probables de la aparición de enfermedades zoonósicas” paralelas a la crisis climática que “es consecuencia y a la vez causa” de los problemas en salud pública que han surgido en los últimos tiempos.
El poder transmisor de determinadas especies y el carácter hospedador que ejerce el ser humano para determinados patógenos ha contribuido a un mayor desarrollo de estas enfermedades. En concreto, los doctores han indicado a ConSalud.es que “cerca del 75% de los patógenos emergentes tienen un carácter multihospedador, de los que menos del 10% afectan sólo al hombre o a los animales, en torno al 20% lo hacen al hombre y a los animales salvajes y más del 40% son comunes tanto al hombre como a los animales domésticos y silvestres”.
“Todo lo anterior nos lleva a pensar que cada vez vamos a tener más spillovers; cuanto mayor sea el número de estos eventos, mayor será la probabilidad de que tengamos más epidemias”
Garantizar el desarrollo sostenible, establecer un control en las actividades humanas que puedan afectar al medio ambiente, así como en los viajes internacionales o proteger la seguridad alimentaria son factores fundamentales para garantizar las buenas prácticas humanas y limitar la expansión de las enfermedades zoonósicas.
La propagación de los patógenos y "las pandemias son fruto de las brechas en la naturaleza” producidas por la acción humana. Por esto, los doctores alertan de la ruptura de la biodiversidad como una consecuencia directa de las enfermedades infecciosas producidas por animales y aseguran que “todo lo anterior nos lleva a pensar que cada vez vamos a tener más spillovers; cuanto mayor sea el número de estos eventos, mayor será la probabilidad de que tengamos más epidemias”.
En este sentido, es necesario considerar el control de esta expansión de la zoonosis desde un punto de vista común. “La búsqueda de soluciones para estos problemas, dada su complejidad, implica un abordaje mediante la cooperación a escala intersectorial en el marco “OneHealth” concluyen los doctores, mediante un enfoque “integrado y unificador”.
LA SEGURIDAD ALIMENTARIA, UN FACTOR CLAVE
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte del riesgo de las Enfermedades Transmitidas por Alimentos (ETAS), productoras de más de 400 mil muertes al año. Por esta razón, los expertos de la Fundación iO destacan la importancia de establecer un control adecuado de los alimentos que evite “la aparición de peligros microbiológicos en productos de origen animal”.
“Una de cada 10 personas en el mundo enferma por ingerir alimentos contaminados” indican Vega y Linares, un dato que refleja la importancia de las medidas de protección en seguridad alimentaria. En el cómputo global de enfermedades infecciosas, “más de 200 están causadas por ingerir alimentos contaminados” aseguran.
“Es necesario un sistema activo de vigilancia de los agentes zoonosicos”
Por este motivos, los sistemas de Gestión de Calidad son fundamentales para una correcta exploración ante una posible contaminación del alimento y su posterior infección al ser humano mediante “microorganismos resistentes”, según destacan los doctores. Ante esta problemática, la European Food Safety Authority (EFSA) establece controles de vigilancia de “la zoonosis, los microorganismos zoonósicos, la resistencia a los antimicrobianos, los contaminantes microbiológicos y los brotes de origen alimentario en toda Europa”.
Junto a las entidades competentes en materia de seguridad alimentaria, Vega y Linares concluyen que “es necesario un sistema activo de vigilancia de los agentes zoonosicos” y una actuación coordinada de “la Organización Mundial Organización Mundial de Salud (OMS), la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) y los gobiernos, al objeto de adoptar mejores mecanismos de vigilancia, diagnóstico, alerta y actuación ante la aparición de una posible enfermedad potencialmente pandémica”.