El trastorno bipolar es una enfermedad que aparece como consecuencia de una alteración en los mecanismos cerebrales que regulan el estado de ánimo. Generalmente, esto provoca que no se equilibre por sí solo, haciendo que se mantenga el ánimo bajo, con la aparición de episodios depresivos, o el ánimo alto, con episodios maniacos o hipomaniacos.
Sin embargo, cada persona vive la enfermedad de una forma única, y hace frente a los síntomas de diferente modo. Para explicar cómo afecta su enfermedad, Inma, paciente de trastorno bipolar con un diagnóstico desde los 30 años, aborda en ConSalud.es los principales aspectos de una patología que, en algunos casos, tarda mucho en detectarse.
Aún hay muchas personas ajenas al significado del trastorno bipolar, ¿qué es realmente y cómo se manifiesta en su vida cotidiana?
Es una enfermedad originada por una alteración en los mecanismos que regulan el estado de ánimo. Aunque cada persona es diferente y es recomendable no generalizar, en función de los episodios que predominen se diferencian tres tipos: tipo I, en el que hay mayor presencia de manía y depresivos, tipo II, con episodios depresivos e hipomanía, y ciclotimia, con cambios de menor intensidad, al menos en dos años.
En mi caso concreto, tengo trastorno bipolar del tipo II, y ahora me encuentro en una etapa estable, después de haber pasado una etapa depresiva de más de un año. Yo he llevado una vida independiente y he vivido también con amigas y en pareja. He estudiado una licenciatura, trabajado más de 25 años como educadora en intervención social y en puestos de coordinación, viajado por el mundo y participado en varias ONG y asociaciones. Sin embargo, me afectan los cambios de estación, y tengo que controlar, principalmente, el estrés. Además, junto con la medicación y las psicoterapias, tengo que reforzar las rutinas y cuidar la calidad del sueño.
"Al principio me sentía muy perdida, culpable y con vergüenza, y hasta que no ha pasado el tiempo, no he aceptado esta situación"
Los episodios de manía y depresión presentan síntomas muy diversos, ¿cómo los vivió por primera vez?
Mi primer episodio tuvo lugar a los 18 años, y tengo ya 48. Sin embargo, hasta los 30 años no fui diagnosticada, tras un episodio de depresión mayor agravado con un intentoautolítico. Al principio me sentía muy perdida, culpable y con vergüenza. Durante el tiempo que no acepté esta situación, las crisis se fueron repitiendo con cada vez más intensidad.
Durante estos episodios, ¿qué desafíos enfrenta?
Para mí, el mayor reto es visibilizarlos y saber pedir ayuda a tiempo. Es decir, no dejar que mi cerebro “me engañe”, porque en la hipomanía puedo estar días durmiendo pocas horas y tener una claridad distorsionada. Esto me lleva a situaciones de riesgo o gastos desproporcionados. Del mismo modo, en las etapas depresivas tiendo a reducir o perder contacto con amigos y familiares, dejo de hacer lo mínimo para cuidarme o pierdo la esperanza.
A veces se desencadena debido a situaciones estresantes o, incluso, ante el cambio de luz con el paso de las estaciones. En otras ocasiones, esto me pasa sin motivo aparente. Sin embargo, a pesar de todo, con autoconocimiento, seguimiento médico, psicoeducación y terapias se puede llevar la vida que uno elija, siempre teniendo en cuenta las limitaciones.
Ha mencionado que reduce o pierde el contacto con sus seres queridos, ¿cómo afecta la enfermedad a sus relaciones personales?
He mantenido la enfermedad oculta a todo el mundo, salvo a las personas que han vivido las crisis directamente, hasta hace dos años. Gracias al trabajo en psicoterapia y a los grupos de la Asociación Bipolar de Madrid (ABM), he logrado tomar conciencia. Antes tendía a desaparecer durante las crisis depresivas y en la hipomanía “era la reina de la fiesta”. Ahora he aprendido a gestionar mis emociones y poner mejor los límites.
¿Qué tratamientos y estrategias de afrontamiento se emplean para estabilizar el estado de ánimo?
En mi experiencia, se sustentan en tres pilares: psicofármacos para estabilizar el ánimo, psicoeducación y psicoterapias. Todo se centra en conocer la enfermedad, conocerte y contar con redes de apoyo. Además, es fundamental el no caer en la tentación de dejar la medicación cuando te encuentras mejor, por el alto riesgo de recaída.
Otras estrategias pueden ser mantener rutinas, emplear el calendario del móvil para apuntar todas las citas o llevar un diario de emociones en las épocas duras. Poder realizar ejercicio básico es también fundamental, yo intento no dejar de andar ni en mis peores etapas.
La familia y los amigos son determinantes a la hora de enfrentar la enfermedad, ¿cómo valora su papel?
Pueden ser los mejores aliados, como ha ocurrido en mi caso, pero también pueden ser los peores, porque algunos llegan incluso a hacerte culpable de la enfermedad y aislarte aún más. Dependiendo de la persona, pueden interesarse por la enfermedad, acompañarte a las citas y terapias o incluso asistir a formaciones específicas en las asociaciones. Sin embargo, algunos tienden a dar consejos o a pedir que nos animemos, y esto nos hace sentir más culpables a veces.
"He estado 16 años viviendo la enfermedad sola con demasiados esfuerzos en ocultarla, especialmente en el ámbito laboral"
¿Cuál es el papel de las asociaciones de pacientes y qué recursos hay actualmente disponibles?
Es fundamental a la hora de visibilizar y ofrecer espacios de encuentro, formación y acompañamiento. Yo he estado 16 años viviendo la enfermedad sola con demasiados esfuerzos en ocultarla, especialmente en el ámbito laboral. Estos dos últimos años han sido una liberación, por poderte reconocer en otras vivencias, poder aprender sobre la enfermedad y compartirla. Es necesario tener representantes para seguir avanzando en la lucha por los derechos y romper el estigma de la salud mental en nuestra sociedad, empezando con el propio autoestigma que dificulta participar en algunos espacios públicos.
En lo relativo a los recursos, tanto para pacientes como para familiares, en el sistema de salud pública hay centros de salud mental, centros de Atención Primaria que pueden hacer la derivación a las Urgencias de Salud Mental en los hospitales. A nivel privado se pueden también tener acceso a los profesionales especializados así como a las asociaciones, y de forma general la Federación de Salud Mental, con sede en muchas de las autonomías.
Como ha destacado, es fundamental poder reconocerte en otras vivencias. ¿Qué consejo le daría a una persona que acaba de recibir un diagnóstico de trastorno bipolar?
Que la vida continúa, aunque ahora parezca que se paraliza. Que deje reposar el diagnóstico y que haga su duelo, y que es importante dejarse arropar por la gente que le quiere bien. Además, conocer la enfermedad es muy importante por lo que, cuando encuentre la energía y las ganas, contacte con una asociación. No está sola.