La menopausia se define como el periodo fisiológico en la vida de las mujeres consistente en el cese permanente de la menstruación y condicionado por cambios hormonales. Un proceso a través del que los ovarios pierden su función folicular y disminuyen los niveles de estrógenos en sangre. La transición menopáusica puede ser un fenómeno gradual que suele manifestarse con cambios en el ciclo menstrual. En la mayoría de las mujeres se produce entre los 45 y los 55 años como un episodio natural del envejecimiento biológico. Puede durar varios años y puede afectar al bienestar físico, emocional, mental y social.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) explica que los síntomas que se experimentan antes, durante y después de la menopausia varían de forma significativa de una mujer a otra. Entre los más comunes se encuentran los sofocos, sudores, palpitaciones, problemas para conciliar el sueño, cambios en el estado de ánimo (en algunos casos conducen a depresión o ansiedad), incontinencia, sequedad vaginal y dolor durante las relaciones sexuales. Estos tres últimos síntomas afectan de forma notable en la vida sexual de las mujeres con menopausia. Un tema tabú en numerosas ocasiones sobre el que poco a poco se profundiza cada vez más.
En este sentido un grupo de investigadores pertenecientes a la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (Lshtm, por sus siglas en inglés), en colaboración con la Universidad de Glasgow, ha analizado los factores que influyen en los cambios en términos de satisfacción, función y frecuencia sexual en las mujeres de mediana edad. Los resultados de este trabajo han sido publicados en Journal of Sex Research.
El estudio ha combinado datos obtenidos a través de la Tercera Encuesta Nacional de Actitudes y Estilos de Vida Sexual y entrevistas a mujeres de mediana edad. La encuesta ha revelado que más de 2.000 mujeres con edades comprendidas entre los 40 y los 59 años (un tercio) no habían tenido relaciones sexuales en el último mes. Menos de la mitad de estas estaba satisfecha con su vida sexual.
"La disminución de la frecuencia de las relaciones sexuales debe establecerse en el contexto del cambio social, así como en las circunstancias individuales"
El estrés asociado a la vida moderna se erige como uno de los factores más importantes, por encima de la menopausia, como factor de disminución de la calidad y la frecuencia de la actividad sexual entre las mujeres de mediana edad. Las entrevistas realizadas confirmaron los hallazgos de la referida encuesta: pocas mujeres vincularon su menopausia con una disminución en la calidad o frecuencia de la actividad sexual.
Los autores de este trabajo explican a través de un comunicado hecho público por la Lshtm que lo que la encuesta no logró captar, pero sí las entrevistas, es el gran peso de las presiones sociales sobre las mujeres de mediana edad. “Las mujeres entrevistadas describieron sus horarios como agitados y la conciliación de la vida familiar, laboral y social como un desafío. Hablaron de dificultades financieras, preocupaciones sobre los miembros de la familia, demandas de atención por parte de los hijos y de los progenitores que envejecen ya que ambos requieren ayuda práctica y apoyo emocional”, exponen.
“Pocos estudios han tenido en cuenta los puntos de vista de las mujeres al tratar de comprender la variedad de factores que influyen en la experiencia sexual en la mediana edad”, argumenta Laye Wellings, autora principal del estudio y profesora de Investigación sobre Salud Sexual y Reproductiva en la Lshtm.
“La disminución de la frecuencia de las relaciones sexuales debe establecerse en el contexto del cambio social, así como en las circunstancias individuales. Las mujeres de mediana edad hoy en día a menudo se denominan como ‘generación sándwich’: se casaron y tuvieron hijos más tarde que las generaciones anteriores, están trabajando y pueden encontrarse manteniendo tanto a niños como a padres ancianos dependientes, mientras se enfrentan, probablemente, a emergentes problemas de salud”, añade.
“Esperamos que los hallazgos tranquilicen a las mujeres al mostrarles que no están fuera de lugar, y que el hecho de que la frecuencia de las relaciones sexuales guarde poca relación con la satisfacción con la vida sexual sugiere que la intimidad puede ser un factor más importante para determinar el bienestar sexual, un mensaje que los trabajadores de la salud podrían transmitir de manera beneficiosa a las mujeres”, concluye Wellings.