El Hospital Vall d'Hebron ha puesto en marcha un programa de prevención contra el síndrome del bebé zarandeado para padres y cuidadores de los niños que nacen en este hospital. A través de este programa, enfermeros del centro y pediatras de Atención Primaria explican los peligros y riesgos que comporta el zarandeo.
La violencia hacia los recién nacidos, aunque sea un zarandeo poco frecuente causado por no manejar la desesperación ante un llanto continuado e inconsolables, el estrés familiar o las propias expectativas de los padres hacia el bebé, supone un grave peligro para ellos. Los movimientos de aceleración y desaceleración rápidos facilitan la aparición de lesiones intracraneales o un traumatismo craneal, produciendo hemorragia cerebral y retiniana, fracturas óseas o secuelas neurológicas.
Los daños pueden dejar al bebé ciego, provocarle secuelas neurológicas irreversibles o incluso la muerte. Uno de cada cuatro niños que sufren esta violencia muere, de los supervivientes entre un 65 y un 80% presentan secuelas neurológicas, como deterioro motor, cognitivo o retraso mental. “Zarandear a los bebés no es la violencia física más frecuente que se ejerce contra los niños, pero sí la que causa más muertes y más secuelas”, resume la Dra. Anna Fàbregas, adjunta del Servicio de Pediatría y coordinadora del equipo EMMA-Unidad de Atención a las Violencias hacia la Infancia y la Adolescencia: “Es un maltrato muy grave, hace falta que la población sea consciente del daño que puede provocar a sus hijos al zarandearlos”.
“Zarandear a los bebés no es la violencia física más frecuente que se ejerce contra los niños, pero sí la que causa más muertes y más secuelas”, resume la Dra. Anna Fàbregas
Solo en lo que llevamos de 2022, el Vall d'Hebron ha atendido a cinco bebés con menos de seis meses. En los últimos once años, se han atendido a 27 niños con traumatismo craneal abusivo, con una media de dos/tres casos al año, lo que supone que este año se ha duplicado la media anual. Estos niños han ido llegando al hospital con convulsiones, la mitad de ellos con sintomatología grave, un 40% presentaron al alta algún tipo de déficit cognitivo, y dos de los pacientes (un 7%) fueron éxitus, es decir, fallecieron.
“Nuestra tarea como equipo de enfermería es principalmente preventiva. Mediante la información proporcionada a los padres y madres de los bebés ingresados en planta y haciéndolos conocedores de los riesgos que comporta el zarandeo, contribuimos a reducir el número de casos”, explica Mari Carmen Márquez, supervisora de hospitalización de Obstetricia. Esta alerta también figura por escrito en el informe de alta que reciben los progenitores.
Además, el equipo del hospital y de Primaria ha desarrollado en nueve idiomas un tríptico informativo, ¡Auxilio! No para de llorar, que recopila consejos para quienes están al ciudado de los bebés. De esta forma, el tríptico explica que un bebé con buena salud puede llorar una media de dos o tres horas al día, a pesar de que a veces puede llorar muchas horas seguidas, sobre todo al atardecer y durante los primeros meses de vida. “Los primeros meses de crianza pueden ser duros porque si un bebé llora mucho o está intranquilo es posible que los padres, madres o cuidadores no puedan descansar suficiente y las dificultades a la hora de consolar al bebé les generen frustración”, expone el Dr. Cèsar Ruiz, jefe de Sección de Neonatología de Vall d’Hebron: “es importante encontrar alternativas en el manejo de la rabia, el cansancio o la frustración y, si hace falta, pedir ayuda”.