Vacunación del adulto a lo largo de la vida: ¿por qué es tan importante?

Las enfermedades prevenibles por vacunación tienen una gran carga en las personas mayores y es necesario recordar que existen vacunas disponibles y eficaces para los ancianos.

Profesional sanitario administrando una vacuna a un anciano

Las vacunas contra la Covid-19 se erigen como la gran esperanza de la Humanidad para poner fin a la pandemia provocada por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2. Desde hace décadas las vacunas se han convertido en uno de nuestros mejores aliados a la hora de salvaguardar la salud pública frente a múltiples enfermedades que son prevenibles por vacunación.

Un sentimiento que se ha visto reforzado en los últimos meses y que va mucho más allá de la crisis sanitaria en la que nos encontramos inmersos. De forma histórica, la vacunación se ha asociado con las personas jóvenes, pero esta desempeña un papel fundamental en la población adulta, crucial en aquellas de edad más avanzada.

La mejora en la calidad de vida experimentada a lo largo de las últimas décadas ha incrementado progresivamente la esperanza de vida al nacer. Cada vez vivimos más años, pero en muchas ocasiones, este aumento se asocia con enfermedades no solo vinculadas al envejecimiento sino a muchas otras que pueden ser prevenidas mediante vacunación.

Las enfermedades prevenibles por vacunación tienen una gran carga en las personas mayores y es necesario recordar que existen vacunas disponibles y eficaces para los ancianos. El problema es que las tasas de cobertura son inadecuadas.

¿POR QUÉ ES IMPORTANTE LA VACUNACIÓN DE ADULTOS MAYORES?

A medida que cumplimos años nuestro sistema inmunológico se debilita (un proceso denominado “inmunosenescencia” en el que ahondaremos más adelante en estas líneas). El envejecimiento incrementa no solo el riesgo de padecer enfermedades infecciosas, sino que también aumenta las posibilidades de que estas se cursen con cuadros graves. Se añade el problema de que este tipo de enfermedades son difíciles de diagnosticar en los adultos mayores y su manejo plantea múltiples retos ya que la mayoría de los sujetos presenta comorbilidades. En este sentido cabe señalar que el 60% de las personas mayores en Europa presenta dos o más comorbilidades.

Las enfermedades infecciosas aumentan también el riesgo de hospitalización y muerte. Se erigen además como uno de los principales causantes de secuelas que pueden limitar la autonomía y reducir la calidad de vida.

Si ponemos el foco en el viejo continente los países que lo componen disponen de vacunas eficaces frente a enfermedades infecciosas como la gripe, enfermedades neumocócicas, el herpes zóster, la difteria, el tétanos y la tos ferina. La eficacia de estas vacunas se ha demostrado en términos de reducción de las tasas de hospitalización, discapacidad, dependencia y muerte. Pero estos beneficios van un paso más allá ya que la prevención de este tipo de enfermedades repercute directamente en la economía traduciéndose en ahorros en costes sanitarios y sociales.

La eficacia de estas vacunas se ha demostrado en términos de reducción de las tasas de hospitalización, discapacidad, dependencia y muerte. Pero estos beneficios van un paso más allá ya que la prevención de este tipo de enfermedades repercute directamente en la economía

A pesar de las vacunas, las enfermedades prevenibles por vacunación afectan a millones de ciudadanos europeos anualmente con una mayor carga entre los ancianos. Diversos informes indican que no se están logrando todos los beneficios médicos y económicos posibles asociados a ellas porque deben mejorarse las tasas de vacunación.

“La pérdida de confianza de los ciudadanos, las diferencias geográficas en cuanto a accesibilidad y el aumento de la desinformación sobre vacunación es preocupante y supone un importante reto para los expertos en salud pública”, expresa la Comisión Europea.

INMUNOSENESCENCIA, EL FACTOR CLAVE

Cuando hablamos de inmunosenescencia lo hacemos de la disminución de la competencia inmunológica como consecuencia de la edad. La inmunosenescencia no solo aumenta la susceptibilidad a las enfermedades, sino que reduce la eficacia que pueden ofrecer las vacunas contra estas. Una de las vacunas más importantes con las que contamos actualmente, la desarrollada contra la influenza, solo alcanza una efectividad de entre el 30-40% en las poblaciones mayores en riesgo.

A pesar de que se ha logrado en los últimos años un importante progreso en la comprensión de los mecanismos subyacentes en el declive de la respuesta inmune a las infecciones y a las vacunas con la edad, persisten importantes lagunas de conocimiento tanto en áreas de investigación básica como traslacional. Resulta de vital importancia profundizar en el papel que juegan en este sentido aspectos como los factores ambientales, la dieta, el nivel de actividad física, las comorbilidades o los tratamientos farmacológicos.

Una de las vacunas más importantes con las que contamos actualmente, la desarrollada contra la influenza, solo alcanza una efectividad de entre el 30-40% en las poblaciones mayores en riesgo

Numerosos estudios han demostrado que la eficacia de las vacunas disminuye de forma significativa con la edad. Una situación cuyo origen radicaría en la progresiva disminución relacionada con la edad de las respuestas inmunitarias innatas y adaptativas. Pero sabemos también que algunas personas mayores están protegidas por vacunas que, por norma general funcionan mal en otros grupos poblacionales. Un perfecto ejemplo lo encontramos en el caso de la vacuna Shingrix desarrollada contra el herpes zóster que reporta un 90% de eficacia en personas mayores de 70 años.

MORTALIDAD ASOCIADA A ENFERMEDADES PREVENIBLES POR VACUNACIÓN

Cada vez más países incluyen en sus recomendaciones de vacunación la protección a lo largo de todas las etapas de la vida. Sin embargo, la cobertura en las cohortes de adultos suele ser menor de la deseada. Dos cuestiones que parecen ligadas siempre a la infravacunación son la baja percepción del riesgo y de las posibles consecuencias de las enfermedades prevenibles mediante vacunación (EPV), así como el escaso conocimiento del valor de la vacunación en los adultos.

Los programas de vacunación dirigidos a adultos son ahora más importantes que nunca. Los cambios demográficos y el progresivo envejecimiento de la población requieren del desarrollo de vacunas eficaces y seguras para los adultos mayores. Muchas de las vacunas actuales son recomendadas para su uso en personas mayores como estamos viendo en caso de la Covid-19 pero su eficacia y cobertura pueden ser reducidas en los segmentos más ancianos de la población.

Las infecciones, especialmente las que afectan al tracto respiratorio, así como sus complicaciones, son una de las causas de mortalidad en todos los grupos de edad más importantes a nivel global. La morbilidad y mortalidad derivadas de infecciones respiratorias como la influenza, tos ferina o neumococos se incrementan en personas por encima de los 65 años de edad. Lo mismo sucede en el caso del herpes zóster y recientes investigaciones apuntan a un aumento de la incidencia de infecciones debidas a bacterias como el Clostridium difficile, los enterococos resistentes a la vacomicina, los estreptococos del grupo B y el Staphylococus aereus, resistente a los antibióticos en personas de edad avanzada.

En el contexto de pandemia en el que nos hallamos se recomienda que los trabajadores de las residencias para la tercera edad y los residentes reciban las vacunas frente a gripe estacional, la tosferina, la varicela, el sarampión, la rubéola, la parotiditis y la hepatitis B según el calendario vigente. La Organización Mundial de la Salud (OMS) resalta la importancia de mantener los programas de vacunación frente a patologías respiratorias en personas mayores e individuos que padecen enfermedades de riesgo.

La prevención de enfermedades respiratorias y de las hospitalizaciones por neumococo, gripe y tosferina permitirá una mayor disponibilidad de equipos respiratorios, medicamentos y personal de salud para atender a pacientes con Covid-19.

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