El pasado 7 de mayo la Agencia de Seguridad Sanitaria de Reino Unido (UKHSA, por sus siglas en inglés) recibía la notificación del primer caso de viruela del mono: un caso importado desde Nigeria. Se confirmaron dos casos más el 14 de mayo y otros cuatro el día 16. Todos sin antecedentes de viajes recientes a zonas endémicas. Todos los casos notificados el día 16 no fueron contactos de los detectados los días 7 y 14 de mayo. El 18 de mayo Portugal confirmaba cinco casos y 20 sospechosos. En el caso de España, la Comunidad de Madrid ha registrado siete casos preliminares y 22 sospechosos.
El escenario descrito ha situado a la viruela del mono bajo el foco mediático y social ante una enfermedad sobre la que la gran mayoría no había oído hablar con anterioridad. La viruela del mono es una enfermedad viral de origen zoonótico (ortopoxvirus). La transmisión a humanos puede ocurrir a través del contacto con un animal o humano infectado, o con material corporal humano que contenga el virus.
La transmisión entre humanos ocurre principalmente a través de gotitas respiratorias de gran tamaño. El virus también puede ingresar al cuerpo a través de fluidos corporales, material lesionado o contacto indirecto con material lesionado, según explican desde el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés).
Los síntomas incluyen fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares, dolor de espalda, ganglios linfáticos inflamados, escalofríos y agotamiento. Por lo general, se desarrolla una erupción. El periodo de incubación suele ser de entre seis y 16 días, aunque puede oscilar entre los cinco y los 21. Por norma general, se trata de una enfermedad autolimitada cuyos síntomas se resuelven en un periodo de entre 14 y 21 días.
Su tasa de letalidad depende del clado. En el caso del clado de África occidental, hablamos de un uno por ciento, mientras que el clado del Congo puede alcanzar el 10%.
La vacunación antivariólica previa puede contribuir a que la evolución de la enfermedad sea más leve. Motivo que lleva a pensar que los nacidos antes de 1980 podrían contar con protección frente a la viruela del mono, tal y como han señalado algunos expertos
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido de que no se cuenta con tratamientos ni vacunas específicas contra la viruela del mono, aunque los brotes pueden ser controlados. En este sentido, muchas voces han apuntado a una posible protección mediada a través de la vacuna contra la viruela. Hasta la fecha la viruela es la única enfermedad que el ser humano ha conseguido erradicar gracias a las vacunas.
La pandemia provocada por el SARS-CoV-2 nos ha recordado el importante papel que las vacunas desempeñan a la hora de salvaguardar la salud pública a nivel internacional. En menos de un año desde la detección de los primeros casos de Covid-19 en la ciudad china de Wuhan a finales del 2019, el mundo ya contaba con los primeros sueros seguros y eficaces que daban el pistoletazo de salida a las campañas masivas de vacunación.
Un esfuerzo global que, aunque está marcado por la falta de equidad en el acceso global a los sueros en detrimento de los países con menos recursos, ha permitido que gran parte de los países comiencen a recuperar la normalidad perdida.
Pero el papel de las vacunas no solo se ha reforzado por este motivo. Los meses más críticos de la pandemia provocaron la interrupción de multitud de campañas de inmunización de rutina en todo el mundo, con especial incidencia en las naciones más pobres. Una situación que ahora comienza a mostrar preocupantes consecuencias como es el aumento de los brotes provocados por enfermedades prevenibles por vacunación en diversas partes del mundo.
Los aprendizajes de la pandemia nos dejan una clara conclusión: la protección que genera las vacunas demuestra la vulnerabilidad de la humanidad sin ellas. En relación a los recientes brotes de la viruela del mono, la OMS ha explicado que la vacuna contra la viruela demostró en el pasado hasta un 85% de eficacia en la prevención de la viruela símica. En la actualidad, esta vacuna ya no está accesible para el público, ya que su producción fue suspendida tras la erradicación mundial de la enfermedad.
A pesar de esto, la vacunación antivariólica previa puede contribuir a que la evolución de la enfermedad sea más leve. Motivo que lleva a pensar que los nacidos antes de 1980 podrían contar con protección frente a la viruela del mono, tal y como han señalado algunos expertos.