“La resistencia a antibióticos es la mayor amenaza sanitaria en los próximos años”. Con estas palabras el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón, advertía el pasado 9 de marzo de una realidad preocupante. El uso masivo e inadecuado de los antibióticos está provocando el desarrollo de resistencias que, ante la falta de desarrollo de otros nuevos más eficaces, sitúa a la humanidad ante un desafío que podría comprometer seriamente la salud pública global en los próximos años.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la prescripción racional de fármacos como “el uso de medicamentos apropiados en dosis adaptadas durante un periodo de tiempo específico”. En los países con mayores recursos se realizada, por norma general, un uso inapropiado de los antibióticos sin que estos hayan sido prescritos por un profesional médico. Una tendencia que ha aumentado en los dos últimos años como consecuencia de la pandemia provocada por el SARS-CoV-2.
Una alarmante fotografía sobre la que ahora conocemos más datos a través de los resultados de un estudio publicado en JAMA Network, focalizado en el análisis de las prescripciones pediátricas de antibióticos en el ámbito ambulatorio entre los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
“Una comparación internacional de las recetas ambulatorias pediátricas (POP, por sus siglas en inglés) es fundamental para investigar prácticas inadecuadas a escala nacional y guiar buenas prácticas”, destacan los autores de este trabajo que ha revisado los datos de 35.552.550 pacientes pediátricos.
La población pediátrica y, en general, los niños más pequeños, debe posicionarse como prioritaria para el seguimiento del uso racional que se hace de los medicamentos en pacientes ambulatorios debido a la inmadurez en su desarrollo y el menor nivel de evaluación de los medicamentos en comparación con la población adulta.
La población pediátrica y, en general, los niños más pequeños, debe posicionarse como prioritaria para el seguimiento del uso racional que se hace de los medicamentos en pacientes ambulatorios debido a la inmadurez en su desarrollo y el menor nivel de evaluación de los medicamentos en comparación con la población adulta
“La prescripción de medicamentos irracional puede variar entre países según la educación inicial y continua de los médicos de Atención Primaria, los conocimientos sobre salud de los padres y las actitudes hacia los medicamentos”, exponen los autores apuntando también como factores esenciales a “las políticas de las autoridades reguladoras de medicamentos y las características de los sistemas de salud”.
Uno de los puntos fuertes del trabajo que nos ocupa es que los patrones epidemiológicos de las principales enfermedades pediátricas son similares en todas las economías avanzadas, por lo que la comparación de la prevalencia de las prescripciones ambulatorias pediátricas entre estos países puede revelar discrepancias sustanciales referidas a las prácticas inadecuadas.
La revisión ha hallado “marcadas disparidades geográficas en la prevalencia anual de la POP entre los países miembros de la OCDE y entre las distintas regiones dentro de ellos”. Por ejemplo, Francia y Nueva Zelanda reportaron la prevalencia anual general más alta de POP (857 y 731 pacientes pediátricos por 1.000/año, respectivamente).
En el extremo contrario nos encontramos con los países escandinavos, que van desde los 480 pacientes pediátricos por 1.000/año de Suecia a los 508 de Dinamarca, e Italia, con 491 pacientes pediátricos por 1.000/año.
Se han observado variaciones por grupo de edad. La prevalencia de la POP fue mayor en los pacientes con edades de entre cinco y seis años, en comparación con los de mayor edad en todos los países analizados.
“Estas grandes variaciones entre países probablemente no estaban asociadas con variaciones epidemiológicas de las enfermedades y, en cambio, pueden estar asociadas con diferentes prácticas y una prescripción excesiva o insuficiente inapropiada. Estas sobreprescripciones afectaron especialmente al grupo de edad más inmaduro”
Atendiendo a los medicamentos de venta con receta (POD, por sus siglas en inglés), la mayor prevalencia entre los 10 más recetados fue para los antibióticos: amoxicilina en Nueva Zelanda (290 pacientes pediátricos por 1.000 por año), Francia (279 pacientes pediátricos por 1.000 por año) y Países Bajos (89 pacientes pediátricos por 1.000 por año); amoxicilina-clavulanato en Italia (199 pacientes pediátricos por 1.000 por año); y fenoximetilpenicilina en Dinamarca (96 pacientes pediátricos por 1.000 por año), Suecia (86 pacientes pediátricos por 1.000 por año) y Noruega (77 pacientes pediátricos por 1.000 por año).
Los fármacos más prevalentes fueron los antibióticos (7,7-290 pacientes pediátricos por 1.000 por año) y los fármacos antiasmáticos (12,1-130 pacientes pediátricos por 1.000 por año).
Los medicamentos restantes fueron corticosteroides sistémicos, particularmente prescritos con frecuencia en Francia (prednisolona: 116 pacientes pediátricos por 1.000 por año; betametasona: 100 pacientes pediátricos por 1.000 por año), Italia (betametasona: 75 pacientes pediátricos por 1.000 por año) y Nueva Zelanda (prednisolona: 65 pacientes pediátricos por 1.000 por año) y psicoanalépticos (metilfenidato: de 17 a 22 pacientes pediátricos por 1.000 por año) y medicamentos anticonceptivos (levonorgestrel etinilestradiol: de 18 a 35 pacientes pediátricos por 1.000 por año), prescritos con especial frecuencia en los países escandinavos y los Países Bajos.
Para los medicamentos de nivel 2 de la clasificación ATC (Anatómico Terapéutico Químico, por sus siglas en inglés), que combinan medicamentos de venta con receta y medicamentos de venta libre (NPD, por sus siglas en inglés), la prevalencia de los POP varió ampliamente entre países.
Una de las principales razones que explican la variedad entre países se encuentra en las diferencias entre las políticas para recetar medicamentos de venta libre, pero las variaciones también afectaron a las principales clases terapéuticas de venta a través de receta como los corticosteroides sistémicos, los antibióticos sistémicos, los medicamentos psicoanalépticos, los anticonceptivos orales y los medicamentos antiasmáticos.
“Estas grandes variaciones entre países probablemente no estaban asociadas con variaciones epidemiológicas de las enfermedades y, en cambio, pueden estar asociadas con diferentes prácticas y una prescripción excesiva o insuficiente inapropiada. Estas sobreprescripciones afectaron especialmente al grupo de edad más inmaduro”.