El próximo 4 de febrero se celebra el Día Mundial Contra el Cáncer. La Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semiyuc) se suma a la jornada haciendo balance de las mejoras logradas en las UCI de nuestro país en lo concerniente a la atención de calidad del paciente oncológico, así como indicando los retos y objetivos que se marca la comunidad de intensivistas en esta área de cara al futuro.
Actualmente, una sexta parte de los pacientes que ingresan en una UCI en España tienen una enfermedad oncológica, entre el 13 y el 21%. Sin embargo, no todas las patologías son iguales. Como explica la doctora Sandra García, intensivista del Hospital Vall d’Hebrón de Barcelona, “hasta un 30% de los pacientes que reciben un trasplante de médula ósea precisan de un ingreso en la UCI en algún momento, una cifra que se reduce a apenas un 6% en los que presentan tumores sólidos”.
Hace un par de décadas, el porcentaje de pacientes con cáncer en las UCI apenas representaba el 5% de los ingresos. “Actualmente, tenemos un gran número de pacientes oncológicos que cada vez tienen mayor esperanza y calidad de vida, así como posibilidades de tratamiento que no existían hace muy poco tiempo. Esto permite que tengan un pronóstico muy diferente y que su ingreso en servicios de Medicina Intensiva sea mucho más frecuente y con resultados cada vez mejores. No solo de supervivencia al episodio agudo en el hospital, sino también en cuanto a evolución posterior tras el alta hospitalaria” afirma el doctor Federico Gordo, Jefe de Sección de Medicina Intensiva del Hospital Universitario del Henares. “Esta mejora de la atención es tanto para los pacientes oncológicos de tipo médico como para aquellos que precisan una intervención quirúrgica (bien dentro del proceso oncológico o por cualquier otra patología intercurrente)”.
Actualmente, una sexta parte de los pacientes que ingresan en una UCI en España tienen una enfermedad oncológica
Esta mejora se refleja en la tasa de supervivencia. En España ha crecido en todos los pacientes críticos, y los pacientes oncológicos no son menos, hasta el punto de que este porcentaje de supervivencia se ha equiparado con el del resto de pacientes no oncológicos en algunos casos. Dos patologías de elevada mortalidad en las UCI, como el shock séptico o la insuficiencia respiratoria grave, por ejemplo, han reducido la tasa de mortalidad a un 40% y a un 50%, respectivamente, cuando la primera llegó a ser del 60% hace dos décadas y la segunda, de hasta un 90% en los años 80. “Estas cifras, similares a las de otros pacientes sin cáncer, permiten afirmar que lo que determina el pronóstico a corto plazo no es tanto la enfermedad cancerosa sino la gravedad de la enfermedad que lo lleva a la UCI y la situación previa del paciente”, explica la doctora García.
Actualmente, no hay protocolos específicos para los pacientes con cáncer. Son atendidos de igual modo que el resto de pacientes con la patología grave que les lleva a la UCI. Sí hay, en cambio, consideraciones especiales, pues hay que tener en cuenta su estado inmunológico, los tratamientos que ha recibido recientemente, las características de la neoplasia (por ejemplo, en las leucemias), etc.
La puesta en marcha de estos protocolos es un objetivo de futuro, “especialmente por la complejidad que entrañan algunos de los nuevos tratamientos en desarrollo. Estos protocolos deben incluir una visión multidisciplinar que permita evitar y limitar, en la medida de lo posible, la progresión de la disfunción orgánica y posibles complicaciones asociadas”, afirma el Dr. Federico Gordo. “En este sentido, es muy importante el consenso de colaboración entre sociedades científicas como el realizado entre la SEOM y la Semiyuc para abordar estos temas, tener registros de resultados y plantear vías comunes de actuación en este grupo de pacientes”, prosigue.
Las UCI de nuestro país se están adaptando a las nuevas terapias que estimulan al propio sistema inmune del paciente
El trabajo conjunto entre intensivistas, oncólogos y hematólogos se ha mejorado cualitativamente, lo que ha permitido llegar a diagnósticos más correctos. “El papel del intensivista es el de aportar sus conocimientos para establecer la mejor forma de llegar a ese diagnóstico y asegurar un tratamiento correcto y un soporte adecuado a los fallos orgánicos que presente. Por otro lado, el oncólogo u hematólogo conoce el pronóstico de su enfermedad de base a largo plazo, lo que nos ayuda a establecer unos objetivos realistas”, añade la doctora García.
Estos pacientes, por su complejidad, se benefician de una visión multidisciplinar con el apoyo de diferentes especialidades. Lograr una mayor interacción entre todas las áreas es una de las asignaturas que se han marcado los intensivistas. “Se están creando diferentes sistemas de atención, no solo dentro de la UCI, sino también en las plantas convencionales, donde una visión multidisciplinar y de colaboración entre especialidades y con enfermería está mejorando sin duda la atención y también los resultados”, explica el doctor Federico Gordo.
Las UCI de nuestro país se están adaptando a las nuevas terapias que estimulan al propio sistema inmune del paciente para que luche contra el cáncer (avances que fueron galardonados con el Premio Nobel de Medicina en 2018). “Supone un reto porque nos enfrentamos a nuevos efectos adversos, en ocasiones muy graves, que requieren de un manejo específico en las UCI” explica la doctora García. Ejemplo de ello son las terapias celulares (CAR-T cell), aprobadas por el Ministerio de Sanidad en 2018 y que han permitido la creación de nuevos equipos multidisciplinares y unidades de Terapias Avanzadas en Hematología (UTAH) en las que participan los intensivistas. “En pocos años, los biomarcadores, los análisis genéticos y los sistemas de ayuda a la atención clínica con detección precoz de gravedad podrán ayudarnos en esta lucha”, concluye el doctor Gordo.