La tuberculosis es una enfermedad que sigue muy presente en la actualidad. A nivel mundial, en 2022 enfermaron de esta patología 10,6 millones de personas, y 1,3 millones murieron, según recuerdan la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) y la Fundación Unidad de Investigación en Tuberculosis de Barcelona (fuiTB). Estas cifras duplican la mortalidad ocasionada por VIH según los datos de la OMS.
En el marco del Día Mundial de la Tuberculosis (TB), que se celebra cada 24 de marzo con el objetivo de sensibilizar a la población sobre la situación de esta enfermedad y sus consecuencias, la SEE recuerda que la tasa de incidencia aumentó un 3,9% entre 2020 y 2022. Esto modificó la tendencia descendente de alrededor del 2% anual durante la mayor parte de las últimas dos décadas.
La tasa de notificación de España en 2022 fue de 7,83 por 100.000 habitantes (3.716 casos), cifra que supone un aumento del 1,83% con respecto a 2021
En lo relativo a la Región europea, se alcanzó un nivel de incidencia de menos de diez casos por cada 100.000 habitantes en los países de la Unión Europea y el Espacio Económico Europeo, mientras que esta Región todavía tiene nueve de los 30 países con la mayor carga de TB multirresistentedel mundo.
Por su parte, la tasa de notificación de España en 2022 fue de 7,83 por 100.000 habitantes (3.716 casos). Esta cifra supone un aumento del 1,83% con respecto a 2021. Este cambio en la tendencia refleja el primer aumento en la tasa desde 2012 y afecta también a niños menores de 15 años.
Tras los cambios derivados por la pandemia de Covid-19, la tuberculosis sigue siendo una de las enfermedades infecciosas con mayor morbi-mortalidad, especialmente en los países y grupos más pobres. Sin embargo, en el entorno socioeconómico está poco presente y tiende a ser ignorada. Por ello, desde la SEE recuerdan que es prioritario que en España el Plan de Prevención y Control de la TB publicado en 2019 cuente con la implementación de los recursos suficientes a nivel estatal y en cada CC.AA. para poder llevarse a cabo.
La Estrategia Fin a la TB de la OMS iniciada en 2015 tiene como objetivos disminuir la incidencia el 50% en el 2025, el 80% en el 2030 y 90% en el 2035. Se basa en tres pilares fundamentales, siendo el primero de ellos relativo a la detección temprana, tratamiento y prevención para todos los pacientes de TB, niños incluidos. Por su parte, el segundo pilar trata sobre políticas y sistemas audaces, mientras que el tercero habla de la intensificación de la investigación y la innovación.
La SEE informa de que es importante tener en cuenta que la incidencia de TB es mucho mayor entre los colectivos más vulnerables, por lo que es necesario abordar las desigualdades en la atención a la salud
Finalmente, la SEE informa de que es importante tener en cuenta que la incidencia de TB es mucho mayor entre los colectivos más vulnerables, por lo que es necesario abordar las desigualdades en la atención a la salud, dotando de más medios a las zonas y colectivos que presentan más incidencia.
También argumenta que el estudio de contactos, la detección de brotes epidémicos y la realización de cribados de la enfermedad y de la infección latente entre los colectivos con mayor incidencia deben ser mejorados. Estas actividades preventivas tienen que completarse con el adecuado tratamiento y seguimiento de las personas diagnosticadas de infección latente.
El impulso de estudios coordinados de estudio convencional de contactos con los de epidemiología molecular y genómica en el cribado de poblaciones de riesgo a infectarse o desarrollar enfermedad es también fundamental. Todo ello ayudaría a controlar la transmisión y a disminuir su incidencia e impacto en la morbi-mortalidad.