En la infancia, cada vez son más frecuentes las alergias alimentarias, y no es raro el caso en el que el niño es alérgico a más de un alimento. A su vez, los niños también presentan con mayor frecuencia dermatitis atópica (DA), asma o sibilancias de repetición, en casos de menores de seis años. A pesar de que se trata de patologías que, a simple vista, parecen no tener nada que ver, todas ellas van de la mano para conformar el ‘triángulo de las multialergias’. No obstante, su relación depende de numerosos factores.
“Es raro que un niño con alergia alimentaria no tenga dermatitis atópica, pero es frecuente que haya niños que únicamente tengan dermatitis atópica o sibilancias. La dermatitis atópica es una puerta abierta al resto de alergias, tanto alimentarias como respiratorias”, explica a ConSalud.esMaría Mesa del Castillo, pediatra del Hospital Universitario de Móstoles, Madrid, y vicepresidenta de la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP).
“Los niños que desde el inicio comienzan con alergia alimentaria múltiple y DA moderadas o graves suelen desarrollar asma alérgico y sus alergias alimentarias van variando según la edad"
Todo comienza en los primeros años de vida, cuando es más prevalente tener una dermatitis atópica y alergia alimentaria a leche animal o huevo. Sin embargo, la alergia respiratoria es menos importante, y los síntomas respiratorios de los niños menores de cuatro años se deben en mayor medida a infecciones respiratorias por virus. A partir de los seis años, aproximadamente, se van desarrollando sensibilizaciones alérgicas a alérgenos inhalantes como pólenes o ácaros. “Comienzan con rinoconjuntivitis y, a continuación asma bronquial fenotipo alérgico”.
“Los niños que desde el inicio comienzan con alergia alimentaria múltiple y DA moderadas o graves suelen desarrollar asma alérgico y sus alergias alimentarias van variando según la edad. Al principio leche y huevo, luego pescados y frutos secos y en la adolescencia se sensibilizan en mayor medida a frutas y vejetales”, indica la experta. Es importante destacar que la dermatitis atópica no produce otro tipo de alergias, sino que es una enfermedad multifactorial que produce eczemas y pérdida de la función barrera de la piel.
“La piel es la vía de entrada, es la condición de ‘atopia’ o mayor predisposición a la sensibilización de alérgenos a los que se está expuesto. Es decir, la dermatitis atópica se asocia a la predisposición de hacerse alérgico, no solo a través de la piel, sino también por vía digestiva y respiratoria al reconocer proteínas de alimentos o pólenes como alérgenos”. Un ejemplo de esta situación es que el nivel de gravedad de dermatitis atópica es un marcador clínico de la alergia alimentaria al huevo. “Cuando esta mejora, el niño suele tender a la tolerancia natural del huevo de cero a cuatro años”.
Los niños con multialergia pueden experimentar síntomas que engloban todo el espectro clínico, dependiendo del nivel de alergia y alimentos: desde picor en la boca hasta urticaria, vómitos y diarrea agudos, angioedema y anafilaxias. “La leche de vaca y el huevo son los principales alimentos causantes de anafilaxia en el niños pequeño, mientras que los frutos secos y las frutas en el adolescente. Toda alergia alimentaria que produzca más síntomas que un picor en la boca es sugerente de anafilaxia y, a esto, hay que añadir el asma bronquial”.
"La dermatitis atópica se asocia a la predisposición de hacerse alérgico, no solo a través de la piel, sino también por vía digestiva y respiratoria al reconocer proteínas de alimentos o pólenes como alérgenos"
La pediatra añade que los niños con alergia alimentaria múltiple, asma bronquial y dermatitis atópica tienen alto riesgo de anafilaxia. “Por eso es tan importante la prescripción de auto inyectores de adrenalina, así como y la educación de los padres o tutores y adolescentes, ya que literalmente salva vidas”. Además, existen una serie de medidas preventivas que pueden ayudar a reducir el riesgo de alergias en niños y evitar la alergia antes de que se produzca.
En lo relativo a alimentos, se puede llevar a cabo una inducción temprana de estos de forma constante y a dosis eficaz. Por ejemplo, se está estudiando la administración de suplementos de leche de vaca todos los días desde el nacimiento, o introducir cacahuetes desde el cuarto mes de vida, machacados en los cereales. Por otro lado, en lo relativo a alergias respiratorias, hay estudios que afirman que los niños que están expuestos a más carga bacteriana y que padecen más enfermedades infecciosas tienen menos alergia.
Finalmente, la doctora señala que, del mismo modo que sucede con las alergias alimentarias, en alergias respiratorias la exposición al alérgeno inhalante en forma de inmunoterapia con alérgenos ha demostrado ser eficaz en la evitación de propagación al asma. “No obstante, en este caso se necesita que el niño esté ya sensibilizado”, concluye la experta.