La adolescencia se caracteriza por ser una etapa compleja por todos los cambios biológicos y psicológicos que ocurren. Durante este periodo se experimenta un crecimiento físico cognitivo y psicosocial acelerado que influye en cómo se sienten, piensan, toman decisiones e interactúan con su entorno, según recoge la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La última década se ha visto cómo la adolescencia se ha ido reconociendo progresivamente como una etapa central del desarrollo; la adolescencia es un período en el que cristalizan por primera vez muchas de las trayectorias clave de salud, sociales y de desarrollo experimentadas en la edad adulta.
Hasta ahora, hay una falta de investigación de cómo se desarrolla la satisfacción con la vida a lo largo de toda la adolescencia, ya que los cambios producidos afectan directamente a los jóvenes. En este contexto, el creciente interés de las políticas mundiales en medir y mejorar el bienestar de la población, ha impulsado una investigación académica sobre la dinámica de la satisfacción con la vida en esta etapa.
"Nosotros queremos ofrecerles de manera fácil, ágil y rápida, espacios donde ellos puedan contar sus preocupaciones y si es necesario que intervenga un especialista e intentar hacer que los chavales aprendan a controlar las emociones"
La revista Royal Society Open Science ha publicado un estudio en el cual, asegura que, la satisfacción con la vida se desploma durante la adolescencia. Es cierto que, en estos años, los jóvenes han pasado por situaciones que no creían que verían, como por ejemplo, la pandemia y sus consecuencias que, a día de hoy siguen arrastrando. Pero, ¿qué más es lo que hace que tengan este sentimiento?
“Durante la adolescencia se producen cambios neurológico, fisiológicos, cognitivos y en las relaciones interpersonales. Es decir, es una situación que engloba todos estos cambios que nosotros llamamos "crisis de la adolescencia", que es ese cambio de la infancia a la adolescencia y en la cual, se crea mucha inseguridad, porque ya no son niños pero tampoco son adultos”, asegura el Dr. Cruz, psicólogo clínico, psicoterapeuta y miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y la Adolescencia.
Sin embargo, el profesional no quiere alarmar, y explica que “el término "crisis" se refiere a una situación de cambio que implica un riesgo con peligros y con oportunidades de mejorar mucho. Con lo cual, vemos que esta situación de crisis es positiva, porque implica unos cambios que pueden ser necesarios para formarse, pero siempre con un punto de riesgo”.
Aunque el informe confirme la brusquedad de caída de satisfacción, los resultados no son preocupantes. Los participantes eran ciudadanos de dos países: Reino Unido y Alemania. La edad oscilaba entre los 10 y los 24 años. Los jóvenes de Reino Unido, puntuaban su satisfacción vital con un 6,07 sobre 7; mientras que con 24 años, con un 5,09; en Alemania. Los niños de 12 años de este último país, anotan el agrado con su vida con una nota de 8,39 (en una escala de 10); los de 24 años, con un 7,35.
UN PERIODO CRÍTICO PARA LA SALUD MENTAL
El experto asegura que, una de las principales causas de que vean de forma negativa la vida, es porque se encuentran en un periodo crítico para la salud mental. “Sabemos que la mayoría de los trastornos mentales debutan sobre todo en esta etapa. Tres cuartas partes de los trastornos mentales de los adultos comienzan en la etapa infanto-juvenil”.
“En este contexto, es muy importante toda la asistencia que se puede dar a los jóvenes, porque vemos que hay adolescentes que se desenganchan del sistema educativo o incluso del sistema sanitario o su entorno. Entonces, cuando tienen problemas de salud mental no recurren a nadie y cuando son adultos pueden encontrarse en situaciones bastantes deterioradas. Es muy importante aportar asistencia especializada e intentar ofrecer todos los recursos posibles para minimizar los daños”.
"Tenemos que tomarnos en serio el escucharlos y que sepan que pueden contar con un profesional"
Según datos ofrecidos por la OMS, uno de cada siete jóvenes (14%) padecen algún trastorno mental, porque en gran medida, estas enfermedades siguen sin recibir el conocimiento y el tratamiento debidos. Asimismo, aseguran que los adolescentes con trastornos mentales son particularmente vulnerables a sufrir exclusión social, discriminación, problemas de estigmatización (que afectan a la disposición a buscar ayuda), dificultades educativas, comportamientos de riesgo y mala salud física.
En cierto modo, son muchos los factores que afectan a la salud mental y es complicado especificarlos. Cuantos más sean los factores de riesgo a los que están expuestos los adolescentes, mayores serán los efectos que puedan tener para su salud mental. Algunos de estos factores que pueden contribuir al estrés durante la adolescencia son la exposición a la adversidad, la presión social de sus compañeros y la exploración de su propia identidad. Otros determinantes importantes de la salud mental de los adolescentes son la calidad de su vida doméstica y las relaciones con sus compañeros. La violencia, una educación muy severa por parte de los padres y problemas socioeconómicos y problemas graves de otra índole constituyen riesgos reconocidos para la salud mental.
LA CLAVE PARA EVITAR LA INSATISFACCIÓN
El psicólogo lo tiene claro. Para evitar problemas de salud mental lo importante es saber gestionar sus emociones. “Nosotros queremos ofrecerles de manera fácil, ágil y rápida, espacios donde ellos puedan contar sus preocupaciones y si es necesario que intervenga un especialista e intentar hacer que los chavales aprendan a controlar las emociones y a saber gestionarlas para resolver sus problemas. Tenemos que tomarnos en serio el escucharlos y que sepan que pueden contar con un profesional”.
Hay muchas maneras de conceptualizar el bienestar. Pero, simplemente podría definirse como un estado de satisfacción personal, de comodidad y de confort que considera como positivos y adecuados aspectos como la salud o el bienestar psicológico.
De esta forma, el estudio demuestra que la satisfacción de la vida se ha desplomado porque los jóvenes no conocen la sensación de bienestar. Por eso, es imprescindible invertir tiempo y recursos en garantizar una atención adecuada y especializada para no solo acabar con los trastornos mentales que aparecen en edades tempranas, sino también a enseñarles a gestionar lo que les sucede en su día a día.