Los trastornos mentales son alteraciones de tipo emocional, cognitivo o de comportamiento, en la que se ven afectados procesos psicológicos básicos como la emoción, la conciencia o la conducta. Estas afecciones tienen un impacto importante en la vida de quienes las padecen, de modo que, en función de la enfermedad o de su grado, pueden repercutir en sus relaciones laborales y, especialmente, personales. En este contexto, muchas mujeres con estas patologías pueden sentir temor ante la idea de ser madres pero, con el adecuado seguimiento, se puede.
“Una persona con un trastorno mental en tratamiento, en seguimiento y estable puede ser tan capaz de ser madre como cualquier otra mujer”, explica para ConSalud.es la Dra. Marina Díaz Marsá, vicepresidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM). La doctora subraya que la inseguridad que supone tener un trastorno mental diagnosticado puede influir y hacer más difícil la decisión, pero con un acompañamiento exhaustivo por parte de los profesionales de la salud mental, “no deberían estar temerosas ante el hecho de ser madre”.
"Cuando se prescribe o se mantiene un tratamiento en una mujer embarazada, es siempre porque el beneficio para ella y para el bebé es superior a los riesgos"
De acuerdo con la experta, a la hora de planificar un embarazo, lo más importante es asegurar que sea en un momento en el que su trastorno mental esté estable. Además, deben valorar con su psiquiatra la necesidad de suspender, disminuir o cambiar su tratamiento a uno que sea seguro y no afecte al desarrollo fetal, especialmente durante el primer trimestre. Este es otro de los retos que deben enfrentar las madres: los tratamientos y la adherencia a ellos.
“Cuando se prescribe o se mantiene un tratamiento en una mujer embarazada, es siempre porque el beneficio para ella y para el bebé es superior a los riesgos y asegura que el embarazo llegue a buen término. Actualmente hay muchos estudios que informan de los fármacos más seguros en el caso de que el tratamiento farmacológico deba continuarse”. No obstante, por el momento no se dispone de protocolos específicos para ajustar la medicación de las pacientes, a excepción de algunas unidades dedicadas a la Psiquiatría Perinatal. “Faltaría desarrollar estos protocolos en la atención ambulatoria psiquiátrica”.
A pesar de ello, durante el embarazo las mujeres deben entender que los cambios hormonales pueden afectar a su trastorno mental, por lo que el seguimiento debe ser frecuente. Así, deben conocer los signos de alerta para una recaída y continuar con las indicaciones psicoterapéuticas o psicofarmacológicas que le hayan indicado. “Hay que transmitir que de la salud y la estabilidad de la madre dependerá el bienestar de su futuro hijo”.
Por ejemplo, la discontinuación de la medicación psiquiátrica durante el embarazo puede dar lugar a riesgos como la descompensación y reagudización de la enfermedad mental de base. Esto podría poner en peligro el curso del embarazo y repercutir negativamente en el desarrollo del feto, en el parto y en el cuidado y postparto del recién nacido. Por ello, las principales estrategias para garantizar que las pacientes continúen con su tratamiento durante la gestación pasan por, según la doctora, “un seguimiento frecuente y dotar a la mujer de herramientas psicoterapéuticas para los momentos de inestabilidad o mayor estrés”.
“Hoy sabemos que el estrés y el malestar pueden afectar al desarrollo fetal, por lo que es fundamental concienciar a las pacientes y sus familiares para conseguir la mayor estabilidad durante el embarazo”. Del mismo modo, es importante recordar que los cambios hormonales asociados al embarazo y postparto pueden hacer más vulnerables a algunas personas con trastorno mental a recaer, por lo que el seguimiento psiquiátrico tiene que ser frecuente.
“Hoy sabemos que el estrés y el malestar pueden afectar al desarrollo fetal, por lo que es fundamental concienciar a las pacientes y sus familiares para conseguir la mayor estabilidad durante el embarazo”
Para minimizar el impacto de la enfermedad mental materna en el niño, la psicoeducación sobre la evolución del embarazo y los síntomas que pueden indicar una recaída son fundamentales. De este modo, las mujeres serán conscientes y podrán pedir ayuda en situaciones de riesgo. Para lograr esto, el papel de los profesionales de la salud mental es determinante, “pues las acompañan en su decisión, viendo con ellas el momento más adecuado para ser madres, desde un punto de vista psiquiátrico”.
“Digo acompañar porque la decisión final siempre será de las mujeres y de sus parejas”, destaca la doctora. En este aspecto, los familiares y el entorno social deben brindar apoyo a las pacientes, y estar siempre atentos a la aparición de algún síntoma que pueda ser indicativo de una recaída para ponerlo en conocimiento de los profesionales de salud mental que la atienden, así como de su ginecólogo.
Finalmente, aunque no hay recursos de apoyo específicos disponibles para mujeres embarazadas con un trastorno mental, más allá de las Unidades específicas de Psiquiatría Perinatal o de alguna unidad de Salud Mental de la Mujer, en la atención ambulatoria los equipos de enfermería suponen un importante punto de apoyo en el estrecho seguimiento que las mujeres necesitan. “Además, este apoyo se lleva a cabo con buenos resultados”, concluye la doctora.