Un nuevo análisis global dirigido por el Institute for Health Metrics and Evaluation de la Universidad de Washington en Seattle (Estados Unidos) revela que aproximadamente 61,8 millones de personas en 2021 eran autistas, lo que equivale a 1 de cada 127 individuos.
Una de las diez principales causas de carga de salud no mortal para los jóvenes menores de 20 años
Realizada como parte del Estudio de la Carga Global de Enfermedades, Lesiones y Factores de Riesgo (GBD) 2021, la investigación, publicada en 'The Lancet Psychiatry', identifica el trastorno del espectro autista (TEA) como una de las diez principales causas de carga de salud no mortal para los jóvenes menores de 20 años.
Los hallazgos clave revelan marcadas disparidades: la prevalencia mundial del TEA es significativamente mayor entre los hombres, con 1.065 casos por cada 100.000 hombres, casi el doble de la prevalencia mundial entre las mujeres, 508 por cada 100.000 mujeres. Las regiones como la región de altos ingresos de Asia y el Pacífico, incluido Japón, registraron la prevalencia más alta a nivel mundial, 1.560 por cada 100.000 personas, mientras que América Latina tropical y Bangladesh registraron la más baja.
A pesar de las diferencias en cuanto a sexo y región, las personas autistas están presentes en todo el mundo en todos los grupos de edad, con un aumento de los años de vida ajustados por discapacidad (AVAD) debido al crecimiento de la población.
Es necesario priorizar los recursos para los programas de detección temprana, incluidas las herramientas de diagnóstico mejoradas
Estos hallazgos subrayan la necesidad urgente de una detección temprana y un apoyo sostenido para las personas autistas y sus cuidadores en todo el mundo. Para abordar la carga de salud mundial del TEA es necesario priorizar los recursos para los programas de detección temprana, incluidas las herramientas de diagnóstico mejoradas, en particular para los adultos y las personas en países de ingresos bajos y medios con acceso limitado a la atención, el apoyo a los cuidadores y los servicios adaptados a las necesidades cambiantes de las personas autistas a lo largo de su vida.
Una mejor cobertura de datos geográficos e intervenciones específicas para las comorbilidades y los riesgos de mortalidad, como el suicidio, son pasos esenciales en este esfuerzo. Estos hallazgos proporcionan una base fundamental para dar forma a las políticas y prácticas que mejoran la calidad de vida de millones de personas autistas en todo el mundo.