El 4,45% de los adolescentes presenta algún tipo de trastorno relacionado con la conducta alimentaria. Se trata de problemas de la salud de carácter importante que, en algunas ocasiones, pueden evolucionar de forma grave. Hay que recalcar que en este tipo de trastornos la tasa de recuperación es baja y se reporta un alto grado de recaídas.
Ante la inexistencia de un consenso sobre la atención a los pacientes con trastorno de la conducta alimentaria (TCA) en la Atención Primaria, ha sido necesario desarrollar un nuevo protocolo. Este fue implementado en mayo de 2017 en las consultas de las enfermeras de Atención Primaria del ABS de Calafell del ICS de la Red Santa Tecla Sanitaria y Social. Ahora se han conocido los resultados de estudio que ha analizado su desarrollo.
El citado protocolo se basa en la realización de una entrevista tanto al cuidador como al paciente. Se realiza además una exploración física y se establecen unos cuestionarios específicos ya existentes para la detección del TAC sobre trastornos alimentarios (SCOFF, EAT y CHEAT) y sobre la percepción de la imagen corporal (BSQ).
Entre los signos que despertaron las alarmas, el 40,62% presentaba múltiples factores
Se trata de un estudio observacional transversal que ha sido realizado en el ABS de Calafell con 23.216 pacientes asignados. Se han analizado las siguientes variables: edad, sexo, criterio TCA, accesibilidad, signos de alarma (preocupación por el peso, pérdida apetito…), tiempo en ser atendidas, visitas realizadas, realización del protocolo, derivación y alta.
La edad media de los participantes del estudio es de 17,75 años. El 93% eran mujeres y el 78,12% de la muestra (finalmente fueron 32 pacientes) cumplían criterios de TAC.
Si hablamos en términos de accesibilidad, el 37,5% de los pacientes fueron derivados por la enfermera mientras que el 31,25% por sus familias e incluso por el propio paciente. Los médicos de Familia y pediatras han derivado al 28,12% y un 12,3% por parte del programa Salud y Escuela.
Entre los signos que despertaron las alarmas, el 40,62% presentaba múltiples factores. Entre estos se encuentran la pérdida de peso, trastorno de la imagen corporal, pérdida de apetito y preocupación por su aspecto.
Sobre el tiempo que estos pacientes tardaron en ser atendidos, el 41,94% fue visitado entre la primera y la segunda semana, el 38,71% lo hizo entre la tercera y la cuarta y sólo el 19,35% tuvo que esperar más de un mes.
En cuanto al número de visitas realizas el 65,62% lo hizo entre una y cinco semanas. El 15,62% alargó sus visitas entre seis y 10 semanas y el 12,5% necesito más de 10 semanas.
Con estos datos la conclusión del estudio es clara: “la utilización del protocolo ha sido decisiva para la detección precoz de los trastornos de la conducta alimentaria, si bien, es necesario revisarlo para mejorar y hacerlo más efectivo”.