Desde principios del 2016, el Servicio de Cirugía Pediátrica de Hospital Quirónsalud Sur, en colaboración con el Servicio de Anestesia, la Unidad de Enfermería y Auxiliares del bloque quirúrgico y el Servicio de Atención al Paciente, ha puesto en marcha "Humanización de la Cirugía Pediátrica". Un procedimiento que ofrece a los padres de los pacientes pediátricos la posibilidad de acompañar a sus hijos al interior del quirófano hasta el momento en que el menor "se duerme" para la intervención quirúrgica prevista
Uno de los momentos más tensos emocionalmente para los niños que van a someterse a una intervención quirúrgica es el de la separación de sus padres, cuando es recogido por unos desconocidos vestidos de azul o verde, que, en contra de su voluntad casi siempre, los separan de sus progenitores en dirección a lo desconocido. Se describen llantos, terrores nocturnos, pesadillas, ansiedad de separación, miedos extremos, fobias y otras alteraciones del comportamientos en las semanas siguientes a una intervención quirúrgica pediátrica. La frecuencia e intensidad de estos síntomas varía mucho según las edades y el grado de ansiedad preoperatoria, pudiendo persistir incluso más de un año en algunos niños.
"Existen trabajos que demuestran los beneficios de esta práctica sobre el postoperatorio"
Para disminuir esta tensión emocional, se ha recurrido a diferentes estrategias: cuentos educativos explicativos, premedicación farmacológica, juegos en la sala de espera, ropas divertidas, etc… Unas más eficaces que otras, no excluyentes, y no siempre exentas de riesgos o efectos secundarios. Una de las estrategias más efectivas y sin efectos secundarios ni otros riesgos consiste en que uno de los progenitores, el que la familia decida, acompañe al niño al quirófano hasta que este comience a dormirse, durante la inducción anestésica. Existen trabajos que demuestran los beneficios de esta práctica sobre el postoperatorio, aunque no es una práctica común es nuestro país.
Aprovechando que la inducción anestésica pediátrica suele realizarse con gas, el padre o la madre pueden permanecer junto al pequeño, o hasta colocar la mascarilla facial con los gases suministrados por el anestesista hasta el momento en el que el niño comienza a dormirse, cuando ya no es consciente de todo el resto del procedimiento. En ese instante, el progenitor es acompañado al exterior del quirófano, hasta el área de espera de los familiares donde permanecerá hasta que finalice la intervención y vuelva a acompañar al niño durante su recuperación.
Los niños de entre uno y siete años de edad son el grupo de edad más vulnerable, con mayor estrés preoperatorio y más incidencia de alteraciones en el comportamiento tras la intervención quirúrgica. Es precisamente en este grupo de edad donde las ventajas y beneficios de estas medidas son mayores.
Para que los padres puedan acceder al quirófano con las mayores garantías de seguridad para los niños ha sido necesario rediseñar el circuito de acceso/salida de los familiares con el fin de no entorpecer la actividad de los restantes quirófanos ni alterar la privacidad de los pacientes que son intervenidos por los restantes equipos. El padre o madre que acompañe al niño no podrá portar objetos personales y deberá cubrirse con pijama quirúrgico, calzas y gorro desechables para garantizar la higiene del área quirúrgica.
En todo caso, afirma el doctorDíez, "no se trata de una obligación de los padres sino de una opción que les ofrecemos para lograr el mayor confort del niño en este proceso quirúrgico y disminuir sus secuelas". Desde la puesta en marcha de este proceso ninguna familia ha preferido no acogerse a esta opción, lo que evidencia su buena acogida. "Las encuestas de satisfacción posteriores han arrojado un alto grado de satisfacción por parte de los padres que con frecuencia nos animan a continuar con estas medidas", ha indicado el doctor.