El control de la diabetes supone para muchas personas, un desafío diario derivado, por ejemplo, de los numerosos controles de glucemia, posibles situaciones de riesgo ante subidas o bajadas bruscas de la glucosa en sangre, o el establecimiento de cambios en la alimentación. En estas situaciones, las parejas suelen ser las personas más cercanas a los pacientes adultos y, por ello, suponen un gran pilar de apoyo todos los días del año, contribuyendo a un buen control de la patología y a mejorar la adherencia al tratamiento.
Mediante el término "diabetes de tipo 3" es como se conoce a ese colectivo cercano a las personas con diabetes. Con él, se pretende reflejar que, a pesar de no sufrir la patología, se preocupa por el bienestar del otro y, además, se interesa por aprender sobre la enfermedad para estar preparado ante una posible emergencia o apoyar al paciente en su día a día. En este sentido, la encuesta "DAWN: asunto de familia" puso de manifiesto que en torno al 30% de los familiares de las personas con diabetes experimentan un impacto negativo debido a la enfermedad.
El afectado debe compartir la carga y expresar los sentimientos que le produce, y pedir ayuda cuando sea preciso
Por ello, desde la Federación Española de Diabetes (FEDE) se considera que el apoyo debe establecerse desde la confianza y la empatía, tratando de enfrentarse a las posibles situaciones de estrés con comprensión por parte de las dos partes. El afectado debe compartir la carga y expresar los sentimientos que le produce, y pedir ayuda cuando sea preciso. Por el contrario, es conveniente que la otra persona ofrezca su apoyo pero sin ejercer un control excesivo y ayudar a comprender mejor las situaciones del otro. Esto debe ir sumado siempre al consejo médico y psicológico de los profesionales de la salud. Los retos que pueden aparecer no deben ser frenos, sino oportunidades para reforzar la relación y lograr un buen control de la diabetes y de la salud, a nivel general, para las dos partes.