Hoy en día y con acceso a un tratamiento apropiado, los pacientes con VIH cuentan con el potencial de vivir casi tanto tiempo como la población en general. No obstante, las investigaciones revelan que tienen un riesgo más elevado de sufrir comorbilidades relacionadas con la propia patología, el tratamiento y la edad, lo que significa que ayudar a conservar la salud a largo plazo debería ser la máxima prioridad a la hora de adoptar decisiones sobre tratamientos.
Esta es una de las principales conclusiones de la reunión VIH ES: Ir más allá de la indetectabilidad, organizada por Gilead en Barcelona, una sesión donde expertos en la materia participaron y debatieron ayer sobre las nuevas estrategias para mejorar la atención y la calidad de vida de los pacientes con VIH. Se abordaron aspectos como identificar y prevenir la infección de la enfermedad, las comorbilidades y las necesidades médicas no cubiertas en el abordaje actual de esta patología
Los asistentes a la reunión subrayaron que el perfil del paciente VIH está cambiando: cada vez nos encontramos con pacientes con una edad media mayor y que se enfrenta a nuevas necesidades. En este sentido, es importante reflexionar sobre cómo se puede ir más allá del control virológico y abarcar las diferentes situaciones a las que se enfrenta el paciente. Esto obliga a considerar la infección por VIH desde una nueva perspectiva, teniendo en cuenta que actualmente se ha convertido en una enfermedad con aspectos a destacar: su evolución crónica, con un aumento de la supervivencia y su carácter de enfermedad inflamatoria sistémica, que conlleva a la afectación multiorgánica con diferentes comorbilidades, la aparición de neoplasias no definitorias de SIDA y el envejecimiento prematuro de los pacientes.
“La mayoría de nuestros pacientes tienen la replicación del virus controlada, pero desarrollan gran variedad de cormobilidades"
En palabras del doctor Josep Mallolas, “durante los últimos 30 años, los médicos que tratamos a las personas infectadas por el VIH, hemos intentado impedir la replicación del virus y así evitar la progresión de la enfermedad en la persona y la diseminación de la infección a otras. Ello se consigue con la carga viral indetectable en plasma. Si bien hace 3 décadas que estamos inmersos en este tratamiento, no ha sido hasta los últimos 5-10 años que lo hemos conseguido con opciones muy eficaces, bien toleradas y muy convenientes para el paciente. En consecuencia, nos planteamos ahora ir más allá de la indetectabilidad”.
“La mayoría de nuestros pacientes tienen la replicación del virus controlada pero desarrollan gran variedad de otros problemas denominados comorbilidades como son, por ejemplo, alteraciones cardiovasculares, neurológicas, renales y en definitiva todas las complicaciones propias del envejecimiento de estas personas”, concluyó el doctor Mallolas.
A medida que los pacientes con infección por el VIH envejecen, determinadas comorbilidades como la diabetes, dislipemia, hipertensión arterial, eventos cardiovasculares, osteoporosis y disfunción renal son más prevalentes. Sabemos que diversos síndromes geriátricos como la fragilidad o el deterioro cognitivo son más prevalentes a partir de la séptima década de la vida. A medida que las cohortes sigan envejeciendo, se deberá afrontar esta realidad.
Durante la jornada se analizaron los motivos por los que es necesaria una nueva aproximación en el manejo de las necesidades no cubiertas en los pacientes con VIH. Por un lado, se destacó cómo la innovación en el tratamiento ha transformado el VIH en una patología de evolución crónica. Sin embargo, los pacientes con VIH siguen teniendo una esperanza de vida más corta y comorbilidades más debilitantes debido a la acumulación de riesgos a lo largo de la vida.