Un grupo de científicos del Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona) ha conseguido caracterizar por primera vez las alteraciones genéticas que se producen como consecuencia del uso de seis terapias empleadas en el tratamiento del cáncer.
Cinco de estas terapias están basadas en fármacos quimioterápicos y una en radioterapia. Los resultados del estudio han sido publicados en la revista "Nature Genetics".
En los últimos años la quimioterapia ha revolucionado el tratamiento del cáncer. Gracias a esta se ha incrementado de forma notable la supervivencia de una parte importante de los pacientes. La forma en la que actúan algunas de las terapias que emplean la quimioterapia se basa en atacar a las células cancerosas. El problema está en que los fármacos utilizados pueden perjudicar también a las células sanas. Aquí radica el origen de los efectos secundarios de la quimioterapia.
Para la realización del estudio se ha tomado una base compuesta por 3.500 pacientes así como toda la información de los tratamientos que recibieron. Para su posterior análisis han utilizado métodos bioinformáticos.
El objetivo de esta investigación ha sido el de crear una “huella mutacional” derivada de las terapias
A través de este trabajo estos científicos han sido capaces de construir un patrón concreto de las mutaciones celulares de los pacientes en cada uno de los tratamientos más comunes.
El objetivo de esta investigación ha sido el de crear una “huella mutacional” derivada de las terapias y así optimizar los distintos tratamientos.
Para comprender mejor este proceso hay que explicar que las células de nuestro organismo acumulan distintas alteraciones genéticas a lo largo de nuestra vida. En la mayoría de los casos estas alteraciones resultan inocuas. En casos determinados, dichas alteraciones pueden afectar a genes muy concretos y pueden propiciar el desarrollo de un cáncer. El origen de estas alteraciones puede ser exógeno como algunas sustancias tóxicas, el humo del tabaco o la radiación solar, y en otros casos endógeno (errores en el procesamiento del ADN).
“Una vez identificada esta ‘huella’ podemos cuantificar las mutaciones producidas por cada quimioterapia en el ADN de los pacientes, así como las producidas por combinaciones de tratamientos”, explica Núria López-Bigas, directora del estudio, investigadora ICREA y jefa del Laboratorio de Genómica Biomédica y profesora asociada de la Universidad Pompeu Fabra.
López-Bigas declara que con la investigación han establecido una comparación la influencia de los factores exógenos “con las alteraciones genéticas debidas a procesos endógenos naturales de las células”. “Durante el tiempo de tratamiento algunas de estas quimioterapias causan alteraciones en el ADN a un ritmo entre cien y mil veces más rápido del que esperaríamos en una célula”, detalla en SINC.
“El objetivo es maximizar los efectos beneficiosos de las quimioterapias mediante la destrucción de las células tumorales, al tiempo que se minimiza la cantidad de mutaciones inducidas en las células sanas de los pacientes. Esto se conseguiría mediante una equilibrada combinación de dosis y duración de tratamiento”, concluye.