Durante la Semana de las Enfermedades Digestivas (SED 2016) que organiza la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD) se explica como la digestión puede influir en nuestras emociones y estados anímicos bajo el titulo "la mente y el sistema digestivo". Los expertos de la SEPD han recomendado cuidar lo qué comemos y cómo lo comemos, entender lo que nos sienta bien y mal para adaptar la dieta al bienestar de cada persona y lo mismo para el intestino.
Una extensa red de neuronas y todo tipo de neurotransmisores conectan las paredes del estómago y el intestino con el córtex cerebral enviando información de lo que pasa en el aparato digestivo y cómo se desarrolla la digestión. Este sistema neuronal permite que el estómago y el intestino se adapten a lo que ingerimos pero también es un sistema de alarma. Cuando algo no funciona bien, los nervios sensitivos localizados en las paredes inflamadas del tubo digestivo se hipersensibilizan amplificando los estímulos locales. Como bien explica el doctor Fernando Azpiroz, especialista en Aparato Digestivo y miembro de la Sociedad Española de Patología Digestiva, "el aparato digestivo funciona de un modo independiente y autónomo cuando todo va bien, pero ¿qué ocurre cuando algo va mal? entonces saltan las alarmas y la conexión entre cerebro y aparato digestivo se hace más evidente. Nauseas, diarreas y dolor de estómago son síntomas de alarma de que algo no funciona bien durante la digestión."
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Cambiar la flora bacteriana intestinal predeterminada puede variar no solo la calidad de la digestión sino también el estado de ánimo
La digestión lenta y la sensación de plenitud después de las comidas, la hinchazón y el dolor abdominal, el estreñimiento alternando con diarrea y otras afecciones sin lesión ni causa aparente en las pruebas diagnósticas convencionales, son molestias muy frecuentes y que la mayoría de las personas experimentan. También son motivo habitual de consulta tanto en Atención Primaria como en las consultas especializadas en Aparato Digestivo, aunque en las pruebas diagnósticas convencionales no se detecte ni su origen ni su causa. Todos estos trastornos comparten unos mecanismos patológicos que la investigación y el progreso científico están ayudando a esclarecer. Cambiar la flora bacteriana intestinal predeterminada puede variar no solo la calidad de la digestión sino también el estado de ánimo. Así el doctor Malagelada, especialista en Aparato Digestivo y miembro de la Sociedad Española de Patología Digestiva, insiste en que “un correcto funcionamiento del aparato digestivo y un cuidado adecuado del mismo a base de una dieta equilibrada y que nos siente bien, son básicos para el bienestar emocional”. Una extensa red de neuronas y todo tipo de neurotransmisores conectan las paredes del estómago y el intestino con el córtex cerebral enviando información de lo que pasa en el aparato digestivo y cómo se desarrolla la digestión. Este sistema neuronal permite que el estómago y el intestino se adapten a lo que ingerimos pero también es un sistema de alarma. Cuando algo no funciona bien, los nervios sensitivos localizados en las paredes inflamadas del tubo digestivo se hipersensibilizan amplificando los estímulos locales. Como bien explica el doctor Fernando Azpiroz, especialista en Aparato Digestivo y miembro de la Sociedad Española de Patología Digestiva, "el aparato digestivo funciona de un modo independiente y autónomo cuando todo va bien, pero ¿qué ocurre cuando algo va mal? entonces saltan las alarmas y la conexión entre cerebro y aparato digestivo se hace más evidente. Nauseas, diarreas y dolor de estómago son síntomas de alarma de que algo no funciona bien durante la digestión."
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