La técnica CRISPR, una herramienta prometedora para estudiar la toxoplasmosis en su fase latente

Una investigación sobre 'Toxoplasma gondii' ha demostrado la eficacia de esta técnica para estudiar la susceptibilidad a los fármacos de la toxoplasmosis

Sebastián Lourido, investigador de la técnica para tratar la toxoplasmosis. (Foto: Jordi Hilton)
Sebastián Lourido, investigador de la técnica para tratar la toxoplasmosis. (Foto: Jordi Hilton)
Itziar Pintado
26 agosto 2024 | 16:00 h
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Un tercio de la población mundial está infectado por el parásito Toxoplasma gondii, el encargado de causar la conocida toxoplasmosis. Aunque algunas personas que lo portan no presentan síntomas, este parásito puede estar latente durante años para posteriormente despertar y provocar la enfermedad en personas inmunodeprimidas.

En Europa, se considera que entre uno y diez niños de cada 10.000 nacidos se infectan por este parásito durante la gestación y, en España, los estudios existentes estimanuna seroprevalencia de toxoplasmosis en mujeres del 23,6%, similar a otros países del sur de Europa (Italia y Portugal).

Más allá de su prevalencia, el principal problema de esta enfermedad es que, a pesar de ser tratable, cuando está en su fase latente, los medicamentos no hacen efecto. Es precisamente este problema el que pretende solventar Sebastián Lourido, profesor asociado de biología en el MIT y miembro del Instituto Whitehead de Investigación Biomédica. El investigador está estudiando las vías genéticas que permiten que el parásito esté latente y los factores que lo llevan a liberarse de ese estado.

“Una de las misiones de mi laboratorio es mejorar nuestra capacidad de manipular el genoma del parásito y hacerlo a una escala que nos permita hacer preguntas sobre las funciones de muchos genes, o incluso del genoma entero, en una variedad de contextos”, explica Lourido. Por ahora, existen tratamientos para hacer frente a la sintomatología típica de la infección: dolor de cabeza, fiebre e inflamación del corazón y de los pulmones. Pero no existen fármacos para evitar la reactivación del parásito.

"Es muy importante incorporar los últimos avances científicos, las últimas herramientas y los últimos conceptos al campo de la parasitología"

“Hay muchas personas afectadas por estos parásitos y la parasitología no suele recibir la atención que merece en los niveles más altos de investigación. Es muy importante incorporar los últimos avances científicos, las últimas herramientas y los últimos conceptos al campo de la parasitología”, sostiene Lourido.

Tras infectar a una persona, el Toxoplasma gondii permanece en el sistema inmunológico durante décadas, localizado en el cerebro o los músculos. Precisamente el investigador fue diagnosticado de toxoplasmosis cuando tenía 17 años. Únicamente tenía inflamación de las glándulas, aunque los médicos vieron anticuerpos en su sangre. “Es realmente fascinante que en todas estas personas, aproximadamente entre un cuarto y un tercio de la población mundial, el parásito persista. Lo más probable es que todavía tenga parásitos vivos en alguna parte de mi cuerpo, y si tuviera un sistema inmunológico comprometido, se convertiría en un gran problema”, declara el investigador.

LOS DESAFÍOS DE ESTA INVESTIGACIÓN

“Uno de los desafíos que presenta el estudio del toxoplasma es que la genética del organismo es muy diferente a la de las bacterias o de otros eucariotas como las levaduras y los mamíferos”, explican desde el Massachusetts Intitute of Technology (MIT). De esta forma, es más difícil estudiar las funciones de los parásitos.

Este desafío llevó a Lourido a estudiar las funciones de un par de genes de esta infección. Tras finalizar el doctorado, abrió su propio laboratorio como investigador en el Instituto Whitehead y empezó a trabajar en el estudio del genoma del toxoplasma a mayor escala, utilizando la técnica de edición genómica CRISPR.

“Desde su aplicación original en 2016, hemos podido descubrir mecanismos de resistencia y susceptibilidad a los fármacos, rastrear vías metabólicas y explorar muchos otros aspectos de la biología de los parásitos”

“Gracias a la adaptación de CRISPR al Toxoplasma, hemos podido estudiar todo el genoma del parásito. Eso ha sido transformador”, afirma Lourido, que ya es miembro de Whitehead y del cuerpo docente del MIT. “Desde su aplicación original en 2016, hemos podido descubrir mecanismos de resistencia y susceptibilidad a los fármacos, rastrear vías metabólicas y explorar muchos otros aspectos de la biología de los parásitos”, sostiene.

Estas pruebas han identificado un gen llamado BFD1 que “parece impulsar la expresión de genes que el parásito necesita para sobrevivir a largo plazo dentro de un huésped”, puntualiza. “Estamos trabajando activamente para entender cómo los factores ambientales terminan guiando al parásito en una u otra dirección”, dice Lourido. “Parecen pasar preferentemente a esas etapas crónicas en ciertas células como las neuronas o las células musculares, y proliferan con más exuberancia en la fase aguda cuando las condiciones nutricionales son apropiadas o cuando hay bajos niveles de inmunidad en el huésped”, concluye.

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