Siempre se ha asociado que el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) solo afecta a niños. Según Mayo Clinic, el TDAH es una afección crónica que afecta a millones de niños y a menudo continúa en la edad adulta. El TDAH incluye una combinación de problemas persistentes, tales como dificultad para mantener la atención, hiperactividad y comportamiento impulsivo.
Sin embargo, esta enfermedad también se diagnostica en adultos. Su prevalencia se estima en el mundo entre un 4 y un 5 %, por lo que existe un infradiagnóstico y las cifras cambian en función de los lugares del mundo y la sensibilidad y el conocimiento que los profesionales tengan del propio trastorno. Asimismo, se estima una mayor prevalencia en los varones que las mujeres sobre todo en la etapa infantil y este porcentaje se va equilibrando a medida que se diagnostican los casos en la edad adulta.
“Lo que ocurre es que, en las mujeres hay un fenómeno de infradiagnóstico, porque no suele haber un componente hiperactivo tan llamativo como en los varones, especialmente en la edad infantil, cuando la maduración cerebral todavía influye más en la presentación de la sintomatología, ya que en el TDAH hay un retraso en la maduración de todas las estructuras cerebrales a lo que se une la dificultad que tienen estas personas para controlar sus propios movimientos y acciones”, explica Dra. Juncal Sevilla, Psiquiatra y especialista en TDAH.
"Cuando te dan el diagnóstico entiendes el por qué de todo"
A Ana Gómez tardaron años en diagnosticarle TDAH. Tanto, que hasta su vida ha corrido peligro en varias ocasiones. “Me diagnosticaron cuando tenía 32 años y ahora tengo 44. En ese momento eres una mujer con todas sus responsabilidades, que está formando una familia y cuando tienes todo eso ves que hay algo que no funciona bien. Antes de que me diagnosticaran tuve un accidente de tráfico importante, porque en esa época me descuidaba y yo no entendía por qué me pasaba eso”, cuenta.
En ese momento, Ana estaba pasando por un momento de ansiedad y depresión y ella achacaba todos sus despistes a esto. “Al principio yo no caí en que pudiera tenerlo, pero a mi hija se lo diagnosticaron y fue cuando me di cuenta de que yo también lo tenía porque me pasaba lo mismo que a ella. Yo decía: ‘pero si soy yo’ y más tarde me lo diagnosticaron. En ese momento entiendes el por qué de todo”.
Para realizar un diagnóstico tanto en niños como en adultos tiene que darse la situación de que los síntomas afecten en diferentes áreas de la vida, tanto académica o laboral como personal y social hasta el punto de que lo que conocemos como funcionalidad esté seriamente disminuida. Es decir, “iene que haber una seria "repercusión en el día a día de esta persona", ya sea un niño o un adulto, explica la experta en TDAH. En los adultos el diagnóstico se suele realizar cuando atraviesan etapas en las que hay mucha mayor exigencia por cambios biográficos, como pueden ser entrada en el "mundo laboral o inicio de la paternidad”.
Después del diagnóstico, Ana, docente de profesión, tuvo que dejar claro sus limitaciones. “Simplemente es que no puedo. Hay gente que puede hacer las cosas y yo no. Aun así, para mí, saber que padecía este trastorno fue un alivio tremendo, porque era el único sentido que le encontraba a mi vida. Sientes que eres incapaz o inútil, porque es lo que llevas pensando todo el tiempo, pero cuando tuve mi diagnóstico me quedé más tranquila. Empecé a llorar automáticamente porque para mí fue un alivio tremendo. En ese momento encajé todas las piezas de mi puzle”.
"A los adultos lo que nos pasa es que hemos ido sobreviviendo como hemos podido"
Ana es secretaria de AMATDAH, la Asociacion Madrileña de Adultos con TDAH y recibe muchos mensajes de personas que su diagnóstico ha llegado tarde y lo único que ha servido ha sido para empeorar su calidad de vida. “A los adultos lo que nos pasa es que hemos ido sobreviviendo como hemos podido, y cuando llegas tienes ya otros tipos de trastornos que se han generado y se vuelve todo mucho más difícil de reeducarlo”.
Después de esto, el tratamiento es lo único que puede ayudar a estos pacientes, y es que es necesario desde el momento que se diagnostica. “Han demostrado desde hace años que son la primera línea farmacológica para este trastorno, ya que ayudan a qué se regulen los circuitos de dopamina y noradrenalina que funcionan deficitariamente en estas personas. De tal manera que van a poder mantener su atención, mejorar su memoria de trabajo, mejorar su motivación y controlar su impulsividad y emociones”, aclara la Dra. Sevilla.
Respecto a esto, Ana ha tenido varios altibajos. Aunque lleva medicada desde el momento del diagnóstico, hay momentos que no ha podido acceder a este tratamiento por su elevado precio. Esto ha hecho que note como su trastorno aumenta y le afecta en todo. “El TDAH afecta en mis relaciones personales, como reaccionas a las cosas, a la hora de tomar decisiones, afecta en tu trabajo y también te despistas en muchas cosas. Hace tres años me quemé el cuerpo porque me dejé la sartén en el fuego, que era un de mil que te olvidas porque te pasa muchas ves, y el problema es que esa fue muy fuerte y acabé muy grave en la UCI con graves quemaduras, con el trauma y con el miedo de que vuelva a pasar algo así. Menos mal que ya tengo la medicación estable y hay una mejoría significativa en mi caso”, termina contando.