El cáncer de páncreas supone el 3,1% del total de tumores diagnosticados en España durante el 2020. Ese mismo año, el 6,7% de muertes por cáncer correspondieron a estos tumores, según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Aún se desconocen las causas exactas del cáncer de páncreas, si bien hay varios factores de riesgo que pueden favorecer la aparición de esta patología, como pueden ser el tabaco, alcohol, obesidad, diabetes, antecedentes personales de pancreatitis crónica, mutaciones genéticas adquiridas, grupo sangúineo, tener más de 60 años o ser hombre.
Con motivo del Día Mundial del cáncer de páncreas, la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD), en colaboración con Laboratorios Vilardell, ha puesto en marcha una "nueva oleada" de la campaña 'Cuídate x5', con el objetivo de "concienciar sobre el cáncer de páncreas ahondando en la importancia del diagnóstico precoz y la prevención". En nota de prensa, la FEAD informa que las formas más comunes del cáncer de páncreas son los adenocarcinomas, que suponen casi la totalidad de los tumores que aparecen en este órgano (más del 95% de los mismos).
En palabras de la especialista en Aparato Digestivo y responsable del Comité de Actividades Fundacionales de la FEAD, la Dra. Mileidis San Juan Acosta, "en general, esta patología en fases iniciales no produce síntomas, por lo que suele diagnosticarse en estadios avanzados y su mortalidad es muy elevada, llegando al 90%. Solo a medida que el cáncer progresa presenta síntomas de dolor por la presión de nervios cercanos u otros órganos, coloración amarillenta de la piel (ictericia) que se produce cuando el tumor comprime la vía biliar y/o la pérdida de peso y desnutrición, incluso vómitos por una obstrucción del duodeno que impide el paso de los alimentos desde el estómago hasta el intestino".
La principal prueba radiológica para esta patología es la Tomografía Computarizada (TC), también conocida como scanner
En este sentido, el diagnóstico y tratamiento precoces son esenciales para un buen pronóstico de la enfermedad. La FEAD informa que hay varias pruebas para diagnosticar este tipo de cáncer. Por un lado, la analítica, una prueba complementaria en caso de que exista la sospecha para estudiar algunas enzimas hepáticas o marcadores que pueden ayudar al diagnóstico. Por otro lado, la principal prueba radiológica para esta patología es la Tomografía Computarizada (TC), también conocida como scanner. En la misma, se muestra si existe tumor, su extensión y si hay metástasis. Asimismo, para la detección de tumores más pequeños o de ganglios linfáticos se realiza una ecoendoscopia que permite tomar biopsias del mismo. Además, la colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (CPRE) se utiliza para examinar los conductos biliares y pancreáticos.
Para el tratamiento, la Dra. San Juan añade que "las opciones en este tipo de cáncer son las cirugías, la quimioterapia, y en ocasiones la radioterapia. Normalmente se intercalan entre ellas, existiendo varias combinaciones posibles. Se decidirá según la ubicación del tumor, tamaño, extensión, si hay ganglios afectados o metástasis, afectación de vasos sanguíneos, la edad o la patología asociada".
La FEAD subraya que, además del tratamiento específico, los pacientes pueden recibir otros tratamientos que ayudan a combatir los efectos del tumor, como es el apoyo nutricional, tratamiento para el dolor, tratamiento con insulina si desarrollan diabetes, colocación de prótesis e incluso cirugía paliativa de derivación.