El 11 de octubre de 2016 la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendaba la aplicación de medidas a nivel global para reducir el consumo de bebidas azucaradas y frenar la prevalencia de enfermedades no transmisibles como la obesidad o la diabetes tipo 2. Sucesivos informes desarrollados por la agencia de salud de la ONU han planteado que la puesta en marcha de políticas fiscales que tengan como objetivo incrementar el 20% del precio de venta de las bebidas azucaradas podrían traducirse en reducciones proporcionales en su consumo.
La evidencia científica que relaciona el consumo de bebidas azucaradas con la obesidad infantil es consistente, por lo que hasta la fecha, más de 50 países han establecido impuestos sobre las bebidas azucaradas para reducir el consumo de azúcares añadidos, pero difieren en aspectos como la cantidad de impuestos que se transfieren al consumidor, los tipos de refrescos que se ven gravados y la propia estructura del impuesto aplicado.
Las bebidas azucaradas son la principal fuente de azúcares añadidos en la dieta de los niños, y su elevado consumo se observa con frecuencia en las áreas menos favorecidas en las que la prevalencia de la obesidad también es alta.
La revista PLOS Medicine recoge los resultados de una investigación realizada en Reino Unido y focalizada en la evaluación del desempeño del impuesto anunciado en marzo de 2016 de la industria de refrescos sobre los fabricantes de bebidas para alentar la reformulación de las bebidas azucaradas. Los responsables de este trabajo examinaron las trayectorias en la prevalencia de la obesidad en los tramos etarios de cuatro a cinco años y de 10 a 11, 19 meses después de la implementación del referido impuesto.
El establecimiento de este impuesto se tradujo en una reformulación sustancial del mercado de los refrescos en Reino Unido. El porcentaje de bebidas que contenían menos de cinco gramos de azúcar por cada 100 mililitros pasó del 49% en septiembre de 2015 al 15% en febrero de 2018. De forma general este impuesto se asoció con una reducción del azúcar consumido a través de los refrescos, si bien es cierto que el precio de estos productos aumentó aunque el impuesto solo se transfirió de forma parcial al bolsillo de los consumidores.
“Se necesitan más políticas de reducción de la obesidad junto con impuestos sobre las bebidas azucaradas para mejorar y revertir la prevalencia actual de la obesidad infantil”
Los hallazgos revelan que el impuesto se asoció con una reducción relativa del ocho por ciento en los niveles de obesidad en niñas de entre 10 y 11 años, con un equivalente en términos de prevención de la obesidad de 5.234 casos de obesidad por año en el referido grupo. Las reducciones fueron mayores en las niñas cuyos centros escolares se ubicaban en el 40% de las áreas más desfavorecidas. Los expertos explican en la referida publicación científica que no se han encontrado asociaciones entre el establecimiento del impuesto y los cambios en los niveles de obesidad entre los niños de los dos grupos de edad evaluados.
“Si bien nuestro hallazgo de que el impuesto tuvo un mayor impacto en la prevalencia de la obesidad en niñas que en los niños es consistente con estudios previos, no está claro por qué podría ser así, especialmente si tenemos en cuenta que los niños eran los mayores consumidores de bebidas azucaradas”, exponen los autores. De lo que no tienen dudas los investigadores es de la necesidad de este tipo de impuestos: “Se necesitan más políticas de reducción de la obesidad junto con impuestos sobre las bebidas azucaradas para mejorar y revertir la prevalencia actual de la obesidad infantil”.
En enero de 2021 el Gobierno, tras un intenso debate político con posiciones enfrentadas y con el rechazo de las empresas, aplicaba una subida al IVA de las bebidas azucaradas pasando del 10 al 21%. Una medida que tenía como objetivo favorecer hábitos de vida saludable, más si tenemos en cuenta que según la Iniciativa de Vigilancia de la Obesidad Infantil de la OMS, España se posiciona como el tercer país con mayor prevalencia de sobrepeso y el cuarto en obesidad de una lista compuesta por más de 30 naciones europeas.
Los primeros resultados de este impuesto indican que sí influyó en los hábitos de consumo, pero no con el alcance deseado. De acuerdo con el informe elaborado por EsadeEcPol esta medida redujo de forma significativa el consumo medio en los hogares, aunque únicamente en los de cierto perfil: los hogares con menor nivel económico (el consumo se redujo en aproximadamente 11 litros anuales por hogar).
Tras la comparativa entre los casos de Reino Unido y España, la OMS considera que el aumento de los impuestos a las bebidas azucaradas es una de las políticas que puede mejorar significativamente la salud, reducir su consumo y disminuir los riesgos asociados de sobrepeso y obesidad. A pesar de estos beneficios la agencia de salud de la ONU consideraba en marzo del pasado año que se trata de una medida infrautilizada en la región europea en la que apenas una veintena de países han optado por aumentar los impuestos sobre las bebidas azucaradas.