“Hay gente que dice que yo soy de los agraciados; que he pasado dos operaciones y ya está. Pero hay gente que no sale de esta o que no consigue levantar cabeza”, cuenta Miguel, un hombre de 69 que fue diagnosticado en 2018 de un cáncer próstata. “Dado mi edad, yo decidí la extirpación total de mi tumor. Todo salió bien pero en 2021 me volvieron a operar porque tenía incontinencia urinaria. Ahora aunque siento que me falta menos para cumplir 70, hago vida normal y me encuentro bien”.
“Me diagnosticaron cáncer de esófago en estadio cuatro resecable. Es decir, no había ningún tratamiento ni ninguna operación para sobrevivir, al menos donde yo vivía. Pero, en el Hospital La Fe de Valencia me dieron la oportunidad de salvar mi vida, con el peligro de que me podía quedar en la mesa de quirófano. Pero yo dije que para morirme pronto, no me importaba hacerlo en el quirófano y quise intentarlo”. Estas son palabras de Judith, una mujer de 40 que sobrevivió a un cáncer casi incurable en 2015.
La realidad es que el cáncer sigue constituyendo una de las principales causas de morbi-mortalidad del mundo con aproximadamente 9,9 millones de muertes. En España, las últimas cifras demuestran que fallecieron más de 113 mil personas. Es más, según los datos ofrecidos por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), se espera un incremento de la mortalidad en los próximos años, estimándose la mortalidad en más de 16 millones en 2040.
Según los datos ofrecidos por la Sociedad Española de Oncología Médica, se espera un incremento de la mortalidad de cáncer en los próximos años
Sin embargo, hay personas como Miguel y Judith que cuentan sus historias para demostrar que aunque la palabra cáncer se asocia a muerte, existe otra realidad. Judith creía que al entrar al quirófano no iba a salir convida, y se despidió se hijo. La operación salió bien; le extirparon el esófago y le subieron el estómago al cuello. Pese han que ha pasado por varios años de lucha para volver a hablar; para volver a comer; para volver a retomar su vida como antes, tiene claro cómo quiere vivir su vida.
“Me siento muy feliz y agradezco todos los días el estar aquí un día más. Mientras estaba enferma yo no quería aceptar que me iba a morir. Tenía momentos en los que me quedaba sola y me ponía a llorar y me preguntaba por qué a mí y por qué esto. Pero aun así, yo siempre decidí seguir adelante. Tras curarme, me he dado cuenta que ya no soy la misma que era antes del cáncer”, cuenta Judith.
“Pasar por esta situación me ha hecho darme cuenta que el ser humano nos enfadamos por tonterías y nos preocupamos por cosas que todavía no han llegado y no aprovechamos el día a día o el ahora y aquí. No nos decimos lo mucho que nos queremos ni aprovechamos el día a día con la gente que queremos o con las cosas que queremos hacer”, sigue explicando.
"Aprendes a cuidarte un poco más, a valorar la vida y a limitar tu futuro"
Por su parte, Miguel cree que ha vivido todo lo que tenía que vivir, pero si fuera por él, hay algo que cambiaría. “A partir de los 50 o 60 años se deberían hacer más revisiones o más analíticas de sangre que te detecten el cáncer. Además, lo que más lamento de esto es no haber sido consciente de que debía realizarme más analíticas y más controles”.
Por eso, el hombre saca un aprendizaje de esta historia: “Aprendes a cuidarte un poco más, a valorar la vida y a limitar tu futuro. Cada día es un día nuevo e inesperado. Descubres que hay mucha gente más de la que tú te crees que ha pasado por lo mismo y te vas concienciando de lo que ha pasado y de que no se podría haber evitado, pero a lo mejor con un tratamiento se podría haber evitado”, termina Miguel.
Ahora, ante este problema de salud pública, la investigación se convierte en el motor para conseguir que el cáncer sea una enfermedad prevenible o curable. Gracias a ella actualmente el 60% de los pacientes con cáncer se curan, con un incremento en las últimas dos décadas de un 20%. Y este porcentaje seguirá aumentando, con el objetivo de que en 2030 la supervivencia alcance el 70%.