Tics motores y vocales o coprolalia, la expresión involuntaria de palabras obscenas o comentarios despectivos, son algunos de los síntomas característicos del Síndrome de Tourette, un trastorno del neurodesarrollo que, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), afecta a un 0,3%-0,8% de la población menor de 18 años en España.
A pesar de que el síndrome de Tourette puede manifestarse en cualquier momento de la infancia, la edad más común de inicio de los primeros síntomas es entre los 5 y 7 años. Es habitual que los tics tiendan a empeorar entre los 10 y 14 años y que, por el contrario, a partir de los 16 años tiendan a mejorar. Cuando los pacientes alcanzan la edad adulta, los tics sólo se mantienen con la misma frecuencia e intensidad en el 5-10% de los casos, en aproximadamente el 50% de los pacientes los tics remiten y en el 40-45%, mejoran.
"Es frecuente encontrar antecedentes familiares: algunos estudios han señalado la presencia de antecedentes familiares en hasta el 52% de los pacientes”
“Puesto que aún no está claro cuál es el origen de este trastorno, continúa considerándose un síndrome, pero la mayoría de los pacientes presentan un cuadro clínico tan típico que todo parece apuntar a que surja como resultado del efecto de la interacción entre múltiples genes y factores ambientales, como complicaciones durante el embarazo o infecciones. Es, además, frecuente encontrar antecedentes familiares: algunos estudios han señalado la presencia de antecedentes familiares en hasta el 52% de los pacientes”, señala el Dr. Diego Santos, coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos del Movimiento de la SEN
TICS Y PROBLEMAS DE SALUD MENTAL
Los tics se inician antes de los 18 años, y para que se dé este diagnóstico es preciso que el paciente presente al menos dos tics motores y un tic vocal mantenido durante más de un año. Los más comunes son el cierre de párpados y otros movimientos alrededor de los ojos, en la boca, nariz, cabeza y hombros, y el aclaramiento de garganta, de olfato, tos y/o hirrido simples.
Según refleja el Dr. Diego Santos, casi la mitad de los pacientes con este síndrome presentan ecopraxia, que es la repetición involuntaria de los movimiento de otras personas, o la ecolalia es la repetición involuntaria del lenguaje de otra persona. Y el 10% presenta coprolalia, la expresión involuntaria de palabras obscenas o comentarios despectivos
La comorbilidad de los tics con el trastorno obsesivo-compulsivo llega al 50% de los pacientes, y su comorbilidad con el trastorno por déficit de atención con hiperactividad hasta al menos el 40%
En los pacientes con mayor gravedad y/o duración de la enfermedad, los tics adquieren mayor complejidad, y se producen estiramientos de brazos, tocamientos, saltos, retorcimientos y otros movimientos complejos. En ocasiones, estos tics están unidos en una secuencia. “Por otra parte, es importante tener en cuenta que además de los tics, aproximadamente un 5% de los pacientes tienen trastornos de movimientos adicionales y que además los pacientes pueden mostrar un amplio espectro de problemas sensoriales, conductuales y cognitivos”.
El 90% de los pacientes con síndrome de Tourette presenta algún trastorno neuropsiquiátrico, siendo los más frecuentes la ansiedad, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC): la comorbilidad de los tics con el trastorno obsesivo-compulsivo llega al 50% de los pacientes, y su comorbilidad con el trastorno por déficit de atención con hiperactividad hasta al menos el 40%. Pero también otros como conductas impulsivas y/o autolesivas, ataques de rabia/ira, depresión, alteraciones del aprendizaje y rasgos leves de trastornos del espectro autista. Estas complicaciones tienen un alto impacto en la calidad de vida, en ocasiones más importante que el generado por los propios tics.
“Debido a todo esto, los pacientes precisan un enfoque multidisciplinar, incluyendo pediatras, neurólogos, psiquiatras y psicólogos, para abordar satisfactoriamente todos los aspectos de este complejo síndrome clínico”, comenta el Dr. Diego Santos. ”Actualmente no existe ningún tratamientoque permita curar este síndrome, pero si para abordar muchos de sus síntomas. Pero independientemente del tratamiento farmacológico para los síntomas, es importante abordar los aspectos psicológicos, desarrollando estrategias que reduzcan la ansiedad y mejoren la tolerancia a la enfermedad a medio-largo plazo. Por sí mismo, esta medida puede ser suficiente para algunos pacientes, o al menos durante algunos períodos de tiempo”.