Síndrome de Tourette: un trastorno crónico, de difícil diagnóstico y único en cada caso

Este trastorno neuropsiquiátrico se caracteriza por la aparición de tics antes de los 18 años y dispone tanto de tratamiento psicológico como farmacológico.

Adolescente en consulta (Foto: Freepik)
Adolescente en consulta (Foto: Freepik)
Ander Azpiroz
9 septiembre 2022 | 17:45 h
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El Síndrome de Tourette es un trastorno neuropsiquiátrico que se caracteriza por la aparición involuntaria de tics motores y fónicos generalmente en niños. Es muy común que los afectados sufran de comorbilidades como el trastorno obsesivo compulsivo, el déficit de atención y la hiperactividad, generando una discapacidad y afectando en la calidad de vida.

Hasta el momento la ciencia no confirmado la existencia de un componente genético ni un origen claro del síndrome de Tourette. Lo que sí se ha evidenciado es que una de las principales características del diagnóstico es la aparición de los síntomas antes de los 18 años.

“Es verdad que pasada la adolescencia la mayoría de los pacientes con síndrome de Tourette van a mejorar, sobre todo en cuanto a los tics”, indica la Dr. Mª Concepción Miranda Herrero, perteneciente al servicio de Neurología Infantil del Hospital Universitario Gregorio Marañón.

“Es muy importante dejar claro a los pacientes que el tratamiento no es curativo, que es un tratamiento sintomático y que está indicado en aquellos pacientes en los que los tics les generen una discapacidad"

Para poder diagnosticar Tourette, los profesionales apuntan que el paciente debe presentar varios tics motores y al menos uno fónico durante un año completo y sin ningún periodo de más de tres meses en los que desaparezcan. Por tanto, el diagnóstico se hace mediante una entrevista con el propio paciente junto con una exploración física. “Hoy por hoy no existe ningún test ni ninguna prueba que nos den un diagnóstico objetivo al 100%”, señala la especialista.

Para ciertos pacientes los médicos recurren a pruebas como la resonancia magnética cerebral o el electroencefalograma para resolver dudas diagnósticas o si se debe a otra patología. 

TRATAMIENTO

El tratamiento de este síndrome se divide en dos pilares, el psicológico y el farmacológico. El primero se basa en la psicoeducación tanto de la familia como del paciente, explicándoles de qué se trata, cómo será su evolución y cuáles son los tratamientos disponibles en cada caso. Todo ello de la mano de terapias cognitivas que pueden conseguir una mejora en el afectado mediante la reversión del hábito. “Es muy importante dejar claro a los pacientes que el tratamiento no es curativo, que es un tratamiento sintomático y que está indicado en aquellos pacientes en los que los tics les genere una discapacidad, una disminución de la calidad de vida o una disfunción”, aclara la Dr. Miranda.

“El paciente tiene que saber identificar qué situaciones desencadenan esos tics o si aparece algún síntoma premonitorio y entonces se hace un entrenamiento"

Otro de los puntos clave en el tratamiento de este síndrome es el análisis de distintos aspectos relacionados con los tics, tales como el momento en el que comenzaron, su frecuencia y cómo son. “El paciente tiene que saber identificar qué situaciones desencadenan esos tics o si aparece algún síntoma premonitorio y entonces se hace un entrenamiento, inicialmente mental de ponerse en esa situación y cambiarlo por otra respuesta menos desadaptativa o por otro tipo de movimiento menos molesto para el paciente”, explica.

Por último, en el apartado farmacológico, se ha demostrado una gran eficacia en determinados pacientes a la hora de reducir los síntomas, con los fármacos neurolépticos y antipsicóticos. Los especialistas hacen especial hincapié en que en este tipo de trastornos cada caso es único y por ello el tratamiento es personalizado.

“Si los signos no les generan gran repercusión no haría falta poner un tratamiento farmacológico, los tratamientos como la psicoeducación y otras terapias no farmacológicas, siempre estarían indicadas”, concluye la Dr. Miranda.

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