El síndrome de ovario poliquístico (SOP) es una de las afecciones endocrinas más comunes en las mujeres de todo el mundo en edad reproductiva y, sin embargo, este problema se ha mantenido relegado en un segundo plano durante años, como demuestran los escasos avances que se han logrado en la mejora de los síntomas y el bienestar de las pacientes.
De acuerdo con los datos publicados por The Lancet Regional Health Europe, la prevalencia mundial del síndrome de ovario poliquístico varía del cinco al 18%, con una prevalencia en el caso de Europa de 276,4 casos por cada 100.000 habitantes. Uno de los principales problemas que plantea el síndrome de ovario poliquístico es que alrededor del 50% de las mujeres no son conscientes de que lo padecen o el diagnostico se realiza de forma tardía. “Teniendo en cuenta la alta prevalencia e infradiagnóstico del síndrome de ovario poliquístico, ahora es más importante que nunca reevaluar el manejo y las necesidades de las pacientes con esta afección”, exponen los expertos en la referida cabecera.
Las tres características más utilizadas para diagnosticar el síndrome de ovario poliquístico son la ausencia de ovulación, los niveles elevados de andrógenos y la aparición de quistes ováricos, pero existen otros signos y síntomas que pueden alertar de su presencia. En este sentido destacan las irregularidades menstruales, infertilidad, exceso de crecimiento de vello en zonas como el rostro, pecho, abdomen o muslos (hirsutismo), acné (persistente o de aparición tardía) que no responde de forma adecuada a los tratamientos habituales, aumento de peso en la zona de la cintura, dolor pelviano, piel oleosa o aparición de zonas oscuras en la piel (acantosis nigricans).
Uno de los principales motivos por el que no se cuenta en la actualidad con tratamientos efectivos para el síndrome de ovario poliquístico, es que puede estar provocado por causas complejas y que dependen de múltiples factores. Los expertos destacan en este sentido la susceptibilidad genética y epigenética, disfunción hipotalámica y ovárica, exposición excesiva a los andrógenos, resistencia a la insulina e incluso mecanismos relacionados con la adiposidad.
Las tres características más utilizadas para diagnosticar el síndrome de ovario poliquístico son la ausencia de ovulación, los niveles elevados de andrógenos y la aparición de quistes ováricos, pero existen otros signos y síntomas
Debido a las causas y síntomas expuestos no existen criterios diagnósticos claros, pero el diagnóstico puede realizarse si se cumple con al menos dos de los siguientes criterios de Rotterdam: hiperandrogenismo, ciclos menstruales irregulares y morfología de ovario poliquístico. El síndrome de ovario poliquístico también está asociado con importantes riesgos para la salud a largo plazo como la diabetes tipo 2, el cáncer de endometrio y las enfermedades cardiovasculares.
El síndrome de ovario poliquístico también afecta a la salud mental de las personas que lo sufren. De acuerdo con un estudio publicado en 2021, el 40% de las mujeres con SOP tienen depresión y el 16,6% desarrollada trastornos relacionados con su estado de ánimo, lo que indica que al menos el 56,6% de las mujeres con esta afección presentan problemas relacionados con su salud mental.
Nos encontramos ante una enfermedad que plantea un difícil manejo tanto desde el punto de vista de los profesionales sanitarios como de las pacientes, puesto que existen diferentes fenotipos y el manejo depende de los síntomas con los que se manifieste. Recetar la píldora anticonceptiva para regular la menstruación, ofrecer consejos generales sobre cómo controlar el acné o el hirsutismo, o las recomendaciones sobre la dieta y el estilo de vida, no son suficientes.
“Realizar pequeños cambios, como brindar acceso gratuito a los servicios de depilación láser y quizás un dietistas, así como adoptar formas más accesibles con las que brindar ayuda, permitirían que más mujeres mejorasen su calidad de vida. Se necesitan más opciones de las disponibles actualmente, incluidas una mayor financiación para la investigación y medicamentos aprobados para su uso”, exponen los expertos en la citada revista.
“En la actualidad, no existe una cura para el síndrome de ovario poliquístico, y esto se sabe desde hace muchas décadas. Ahora es el momento del cambio. Es necesario que los legisladores, sistemas sanitarios y autoridades reguladoras médicas de todo el mundo tomen medidas, no solo en Europa, para realizar el cambio y ayudar a las mujeres que padecen el síndrome de ovario poliquístico”, concluyen.