Los retrontransposones, regiones de ADN hasta ahora ignoradas y consideradas “basura”, vuelven a centrar la investigación dirigida desde el CiMUS de la USC por el grupo que lidera Jose M.C. Tubío y que acaba de publicarse en la prestigiosa revista Science. Esta línea de gran impacto para la genética del cáncer alcanzó uno de los mayores hitos en febrero de este año al conseguir sendos artículos en Nature y Nature Genetics en el marco del consorcio internacional Pan-Cancer, el mayor estudio sobre las bases genéticas del cáncer.
El trabajo que ahora coordina el Dr. Íñigo Martincorena del Wellcome Sanger Institute y que acaba de publicarse en Science, demuestra que los cambios en el ADN de la vejiga sana proporcionan pistas sobre cómo surge el cáncer. El equipo del CiMUS centra su colaboración en analizar el perfil mutacional del urotelio (el tejido que recubre la vejiga) de 15 donantes sanos.
El estudio confirmó la presencia de mutaciones driver en el tejido sano y que su frecuencia responde a un patrón de acumulación continua e irreversible durante la vida. “Sin embargo, la carga mutacional resultó muy variable entre individuos, lo que parece reflejar la interacción entre genética y distintos hábitos de vida como el tabaquismo”, aclara Sonia Zumalave, una de las firmantes del artículo.
El estudio confirmó la presencia de mutaciones driver en el tejido sano y que su frecuencia responde a un patrón de acumulación continua e irreversible durante la vida
La pregunta que surge entonces es la siguiente: si el urotelio de donantes sanos está poblado por clones mutantes que presentan mutaciones que conducen al cáncer, “¿qué marca la diferencia entre sano y tumoral? Ahondar en esta cuestión permitirá una mejora en los métodos de diagnóstico temprano del cáncer de vejiga”, sostiene la investigadora del CiMUS.
SEGUIR LA PISTA DE LOS RETROTRANSPOSONES PARA TRATAR EL CÁNCER
Los retrotransposones representan una parte importante de nuestro material genético, hasta casi un 50%, y han sido hasta no hace mucho considerados ‘ADN basura’ debido a su naturaleza repetitiva y ausencia aparente de funcionalidad. Este concepto erróneo ha llevado a muchos científicos a no profundizar en su papel determinante en el cáncer. Frente a esto, Jose Tubío y su equipo vienen haciéndolo desde el 2010. “Desarrollamos algoritmos bioinformáticos dirigidos al estudio de esta materia oscura y encontramos varios tesoros”, indica.
La búsqueda tuvo un resultado sorprendente. Los científicos del CiMUS señalaron un nuevo mecanismo de mutación que consiste en que cuando los retrotransposones se movilizan en el genoma tumoral pueden producir pérdidas enormes de material genético en el punto en el que se integran. Estas pérdidas causadas por la integración de retrotransposones pueden implicar la desaparición de genes que son importantes en el mantenimiento del funcionamiento normal de una célula. “La evidencia de movilización de estos genes saltarines en tejido sano sugiere que este proceso podría ser relevante no sólo en cáncer sino también en envejecimiento y otras enfermerdades”, concluye Zumalave.