La enfermedad por reflujo gastroesofágico es una afección crónica en la que los contenidos estomacales se devuelven desde el estómago hacia el esófago. Si este problema continua en el tiempo, puede producirse una herida o úlcera en el esófago, una esofagitis, o en los casos más raros y extremos, cáncer de esófago. Afortunadamente, existen diferentes tratamientos capaces de corregir la esofagitis de manera efectiva, principalmente el fármaco omeprazol o “inhibidor de la bomba de protones”.
Sin embargo, la desinformación y el miedo provocan el abandono del tratamiento por parte de muchos pacientes con reflujo gastroesofágico al no ser conscientes de que tienen una enfermedad crónica. Esta es una de las principales conclusiones del informe de consenso “#ReflujosinBulos”, elaborado por representantes de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), la Asociación Española de Neurogastroenterología y Motilidad (Asenem), Asenbar (Asociación de Enfermos de Esófago de Barret) y el Consejo General de Colegios de Farmacéuticos (Cgcof).
De acuerdo con el responsable de pruebas funcionales digestivas del Hospital Vall d´Hebron de Barcelona y miembro de la junta directiva de Asenem, Jordi Serra, el reflujo gastroesofágico es el paso del ácido del estómago hacia el esófago. “Normalmente, en el estómago tenemos ácido, es algo normal, y el estómago está preparado para eso. En cambio, el esófago no. Para eso, hay una válvula, un sistema de presión (el esfínter esofágico inferior) que impide al ácido subir hacia el esófago, si sube mucho, lo puede quemar”.
La desinformación y el miedo causa el abandono del tratamiento de la enfermedad por reflujo gastroesofágico
Según detalla el especialista, el reflujo puede afectar a un 20 o 30% de la población. “Pero en el 80% de los casos estamos hablando de un reflujo leve y esporádico, que no precisa de un tratamiento continuo. Sin embargo, aproximadamente un 10% padece este problema de forma casi diaria, que requiere de un tratamiento continuado y a largo plazo”, explica. En este último grupo de pacientes, el esfínter falla. Unas veces porque se relaja demasiado o por su debilidad. “Hay diferentes motivos por los que esto puede ocurrir y la mayoría de ellos son desconocidos”, detalla Jordi Serra.
Lo que sí se conocen son formas efectivas de tratar esta afección, principalmente mediante fármacos capaces de inhibir la acidez. De forma que el reflujo deje de ser ácido y ya no sea dañino. El más potente de todos es el omeprazol o inhibidor de la bomba de protones. Tal y como asevera el digestólogo, los pacientes con reflujo diario deben tomar de manera continuada los inhibidores de la bomba de protones y así evitar complicaciones como la esofagitis. “Si una persona tiene esofagitis es porque no está bien tratada, no se lo han prescrito o porque lo ha dejado”, precisa.
Esto último no es un fenómeno extraño. Según indica Jordi Serra, esto se debe a la existencia de mucha “falsa literatura” sobre los efectos secundarios que producen estos fármacos a largo plazo. Un medicamento que también se conoce de manera errónea como “protector de estómago”. Ya que se aconseja tomar omeprazol para prevenir la aparición de úlceras de estómago como consecuencia del consumo de aspirinas o ibuprofeno. El problema es que, como indica el digestólogo, “hay muchas personas que se están tomando estas medicaciones sin necesitarlas, como si fuera un protector de estómago que les va a proteger de todos los males”.
ABANDONAN LA TERAPIA
“Lo estás haciendo mal-continua Jordi Serra- porque todas las medicaciones pueden tener algún efecto secundario, aunque sea muy poco frecuente. Pero tú no te has de exponer a este efecto secundario si no te hace falta”. La consecuencia de todo esto es que, quien lo necesita de verdad, abandona la terapia. “Los efectos secundarios son tan poco frecuentes y raros mientras que los beneficios son tan altos que no hay discusión. Una persona con reflujo gastroesofágico crónico se lo tiene que tomar”, afirma el especialista.
Aquellos que abandonan los tratamientos recurren a remedios y medicinas alternativas sin evidencia científica. Según el estudio “Mitos sobre la protección esofágica y reflujo”, realizado por el Instituto #SaludsinBulos entre 1.200 personas, con el aval de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), uno de cada cinco pacientes confía en esta clase de remedios. Tales como el uso del bicarbonato y de zumo de limón para la acidez y el reflujo. Respecto a este tema, Jordi Serra explica que el bicarbonato elimina la acidez de manera rápida, pero tiene un problema: contiene calcio, un gran estimulador de la producción de ácido. “Es decir, tienes un efecto inmediato muy bueno, pero al cabo del rato el cuerpo va a reaccionar produciendo todavía más ácido. Por eso no se aconseja el bicarbonato”, explica.