Los hombres y las mujeres son diferentes en determinados aspectos físicos que implican distinta respuesta ante las enfermedades. Tener esto en cuenta puede marcar la diferencia entre un diagnóstico temprano y uno tardío, con las consecuencias que ello conlleva para la salud de las pacientes. En este sentido, el sesgo de género puede significar una mayor cantidad de secuelas o incluso la muerte para muchas mujeres cuyos síntomas pasan desapercibidos. Sin embargo, hasta hace relativamente poco, esta situación no era tenida en cuenta.
“Debido a la diferencia entre ambos sexos, las mujeres enferman de una manera diferente a los hombres y, en muchas ocasiones, con distinta intensidad”, ha explicado para ConSalud.es la doctora Milagros González Béjar, médico de Atención Primaria de SEMERGEN. Estas diferencias biológicas pueden incluso hacer que las mujeres no respondan de la misma manera ante un mismo tratamiento o dosis de este.
Además, en muchas ocasiones esto también se debe a que dicho tratamiento no ha sido administrado a tiempo. Ejemplo de ello es la atención frente a enfermedades cardiacas. Hasta hace relativamente poco, se pensaba que los estrógenos protegían a la mujer de eventos cardiovasculares hasta la menopausia. Esto hace que, si viene un hombre a consulta con dolor precordial, se piense en el infarto, mientras que si viene una mujer se suele pensar que es una crisis de ansiedad, según ha explicado la especialista en Medicina Familiar y Comunitaria.
"Si no se conoce la diferencia de síntomas entre hombres y mujeres, no se identifican las enfermedades a tiempo y no se instauran tratamientos o medidas de corrección”
Esto pasa también con otras enfermedades, como es el caso de la EPOC, en la que los y las pacientes presentan síntomas distintos. Del mismo modo, “al hombre en seguida se le pone tratamiento y puede beneficiarse de este, mientras que en la mujer no se tiene en cuenta la pérdida de la función pulmonar”, continúa la experta, que añade que “pensamos que son patologías que no tienen tanta relevancia pero que merman la calidad de vida de la mujer. Las detectamos cuando ya tienen difícil solución”.
“Lo principal para un médico es el diagnóstico de la enfermedad, y si no se conoce la diferencia de síntomas entre hombres y mujeres, no se identifican las enfermedades a tiempo y no se instauran tratamientos o medidas de corrección”, expresa la especialista de SEMERGEN.
Por otro lado, el sesgo de género también se puede observar en la inclusión de mujeres en ensayos clínicos y en estudios médicos. “Si en un estudio no hay un porcentaje equitativo de hombres y mujeres, no se puede extrapolar “, expresa la doctora. Hasta hace relativamente poco no había una representación femenina suficiente y esto hacía que, a su vez, no se pudieran estudiar las diferencias de género en las enfermedades.
Las mujeres no contaban con representación en los estudios debido a los ciclos hormonales y las épocas de embarazos o de lactancia. “En 1977 Estados Unidos excluyó a las mujeres de los estudios científicos en época fértil o de embarazos, y no fue hasta hace relativamente poco que se volvieron a incluir”, ejemplifica la doctora González Béjar.
En lo relativo a España, la situación se ha comportado de manera similar al resto de países. “En la Unión Europea se han empezado a incluir diferentes iniciativas legislativas que avalan la pertinencia de la incorporación de perspectivas de género en la investigación”. Una de las estrategias que se están implementando es la de incluir en ensayos clínicos al 50% de mujeres y 50% de hombres. “Esta diversidad en los ensayos clínicos es lo que ayuda a garantizar que tengamos tratamientos adecuados para reflejar y tratar a todas las personas”, continúa la doctora.
"La diversidad en los ensayos clínicos es lo que ayuda a garantizar que tengamos tratamientos adecuados para reflejar y tratar a todas las personas”
El sesgo de género, hasta que se implantaron medidas, repercutía en gran medida en el Sistema Nacional de Salud, no solo en lo relativo a las secuelas físicas, sino que también incrementaba los problemas de salud mental. La vida social y afectiva de las mujeres se veía afectada porque, en muchas ocasiones, asumían el rol de cuidadora y se veían obligadas a dejar de trabajar. “Hay estudios que revelan que el porcentaje de cuidadores no remunerados es superior en mujeres frente a hombres. Esto evidencia que el sesgo es también a nivel psicoafectivo”.
Para hacer frente al sesgo de género, formar a médicos es fundamental. “En el momento en el que el doctor incluye la perspectiva de género en un proyecto formativo, hace que se preste atención a los diferentes síntomas para una misma patología y que la intervención sea mucho más temprana, evitando que la mujer no sufra secuelas o que incluso pueda llegar a morirse”, concluye la doctora Milagros González.