Con motivo del Día Internacional del Cáncer Infantil, que se celebra el 15 de febrero, la Sociedad Española de Neurología Pediátrica(SENEP) reivindica el papel clave del neuropediatra en el manejo multidisciplinar del cáncer infantil, desde la etapa prediagnóstica, hasta en la del tratamiento activo, y en el seguimiento a largo plazo.
“Afortunadamente, el cáncer infantil es una enfermedad poco común en España, representando aproximadamente el 0,5 % de todos los cánceres. Sin embargo, es la principal causa de muerte por enfermedad en niños de 1 a 14 años”, resalta en este sentido el neuropediatra y miembro de SENEP, el Dr. Federico Ramos, con más de 10 años de trayectoria dedicada al estudio de alteraciones neurológicas asociadas a las diferentes formas de cáncer infantil y de síndromes neurológicos con predisposición a cáncer.
La tasa de supervivencia en cáncer infantil “ha mejorado significativamente en las últimas décadas”, y actualmente, se sitúa por encima del 80 % en España
Así, y aunque las series varían en el número concreto, el doctor Ramos indica que, aproximadamente, un 50% de pacientes con cáncer pediátrico va a presentar un síndrome neurológico en el contexto de su enfermedad, lo que requerirá la evaluación de un neuropediatra con entrenamiento en esta área. “Cada año, se diagnostican en España alrededor de 1.100 casos nuevos de cáncer en niños menores de 15 años y 400 en adolescentes, sumando un total de 1.500 casos anuales”.
No obstante, este experto celebra que la tasa de supervivencia en cáncer infantil “ha mejorado significativamente en las últimas décadas”, y actualmente, se sitúa por encima del 80 % en España, un porcentaje que además va en aumento gracias a mejores protocolos de tratamiento y a una mejoría en la accesibilidad a los tratamientos biodirigidos (medicina de precisión).
Con ello, este miembro de SENEP subraya el “rol fundamental” del neuropediatra en oncología, y dentro del equipo multidisciplinario que aborda a este grupo de pacientes, tanto en la etapa inicial de la enfermedad (pre diagnostica), como en la etapa del tratamiento activo, y en la del seguimiento a largo plazo (etapa de secuelas).
“La detección temprana es trascendental, aumentando las tasas de supervivencia, ayudando a reducir la agresividad del tratamiento y disminuyendo el riesgo de secuelas a largo plazo”
“El neuropediatra con suficiente expertise en el área de oncología desempeña un papel clave en la identificación temprana de signos neurológicos sugestivos de cáncer, y en la indicación de estudios de imagen apropiados (RM, TC) para confirmar el diagnóstico”, remarca.
Aquí resalta que en el caso concreto de los tumores del SNC, estos pueden presentar síntomas inespecíficos al comienzo de la enfermedad, siendo un “desafío diagnóstico “para el médico tratante, lo que puede retrasar su identificación y aumentar el intervalo sintomático hasta el comienzo del tratamiento. “La detección temprana es trascendental, aumentando las tasas de supervivencia, ayudando a reducir la agresividad del tratamiento (lesiones detectadas tempranamente pueden requerir menos intervenciones invasivas), y disminuyendo el riesgo de secuelas a largo plazo”, mantiene el doctor Ramos.
A su vez, advierte de que el tratamiento del cáncer infantil en líneas generales (cirugía, quimioterapia, radioterapia, entre otros) puede generar complicaciones neurológicas en el corto y en el largo plazo; señalando que un neuropediatra entrenado en oncología es esencial para el diagnóstico y tratamiento de alteraciones motoras (manejo de déficits motores, alteraciones en la marcha, y movimientos anormales), la atención a las disfunciones cognitivas (dificultades de aprendizaje, de memoria, y de concentración tras la quimioterapia o radioterapia), el control de epilepsia secundaria, el tratamiento de trastornos del lenguaje y la comunicación, el diagnóstico y tratamiento de trastornos de sueño, el abordaje de problemas conductuales y emocionales y el manejo de síndromes neurológicos con predisposición al desarrollo de tumores (Neurofibromatosis 1 y 2, Esclerosis Tuberosa, Melanosis neurocutánea, etc).
UN TRABAJO MULTIDISCIPLINAR Y LA IMPORTANCIA DEL ACE
Con todo ello, el miembro de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica remarca que un neuropediatra especializado en oncología infantil trabaja de manera interdisciplinaria con oncólogos, rehabilitadores, psicólogos, neuropsicólogos, psiquiatras, oftalmólogos, endocrinólogos, y con otros especialistas para garantizar una mejor calidad de vida a largo plazo en los niños supervivientes de cáncer.
En este sentido, llama la atención sobre el hecho de que la obtención del área de capacitación específica (ACE) en Neuropediatría, aún pendiente de reconocimiento, garantizaría que el especialista tenga un conocimiento profundo y actualizado sobre el impacto del cáncer en el SNC y el abordaje de sus secuelas.
“El ACE en Neuropediatría mejoraría la detección precoz, optimizaría la toma de decisiones terapéuticas, y permitiría un mejor abordaje de las secuelas neurológicas, asegurando una mejor calidad de vida para los niños supervivientes de cáncer. Además, es un reconocimiento clave para garantizar que los neuropediatras tengan una formación avanzada en el diagnóstico y en el manejo de las enfermedades neurológicas complejas, incluidas las patologías oncológicas del sistema nervioso central (SNC)”, concluye el doctor Federico Ramos.