"Las investigaciones siguen apuntando a una combinación de factores genéticos con otros ambientales y no solamente a un único factor", recuerda el Dr. Miguel Ángel Llaneza, coordinador del Grupo de Estudio de Enfermedades Desmielinizantes de la Sociedad Española de Neurología (SEN) tras el reciente estudio publicado en la revista 'Sciencie' que apunta a una posible asociación entre el virus de Epstein-Barr y la esclerosis múltiple. Pese al estudio, "no está claro por qué la esclerosis múltiple se manifiesta en algunas personas y en otras no", insiste.
Durante varias décadas se ha estudiado esta relación sin llegar a unos resultados concluyentes. Los hallazgos del último estudio han concluido que la infección por Epstein-Barr multiplicaría por 32 el riesgo de padecer esclerosis múltiple. Sin embargo, "en la actualidad se desconoce la causa que produce la esclerosis múltiple aunque la mayor parte de los estudios realizados apoyan la existencia de factores ambientales que, actuando sobre individuos genéticamente predispuestos, desencadenan el fenómeno autoinmune a través del cual se desarrollan los procesos inflamatorios y degenerativos en el sistema nervioso central".
Hoy en día se estima que hay aproximadamente 2,5-3 millones de pacientes en todo el mundo y unos 55.000 en España. La enfermedad es típica de mujeres (3 casos por cada caso masculino) y habitualmente comienza entre los 20 y los 40 años. Según explica el Dr. Llaneza, "se han identificado más de 200 genes que parecen conferir al individuo un mayor riesgo de desarrollarla cuando se expone a los referidos factores ambientales".
"La frecuencia relativamente baja de incidencia de esclerosis múltiple plantea un gran desafío para probar la causalidad directa entre el riesgo de desarrollar la enfermedad y la infección viral previa"
También se han estudiado como factores ambientales los niveles de vitamina D, en relación directa con la exposición a la radiación ultravioleta de la luz solar, el hábito tabáquico, el consumo de sal, la obesidad en la adolescencia y la exposición a diferentes agentes infecciosos como el virus de Epstein Barr (VEB). "Durante muchos años se ha propuesto la existencia de agentes infecciosos que aumentarían el riesgo de esclerosis múltiple si se adquiriesen en la adolescencia, pero no si el primer contacto con ellos se produjera durante la infancia".
El experto de la SEN recuerda que el momento de la infección primaria por VEB generalmente se considera como un marcador de higiene infantil y se ha relacionado con un mayor riesgo de desarrollar esclerosis múltiple. Generalmente adquirida en la primera infancia en los países en desarrollo, la infección primaria por VEB está drásticamente retrasada en áreas desarrolladas, con una seroprevalencia mucho más baja en los jóvenes de manera que, cuando esto ocurre, aumenta significativamente el riesgo de desarrollar mononucleosis infecciosamientras que en la infancia la infección puede cursar con una clínica muy banal o incluso asintomática
"Si bien varios estudios proporcionan pruebas sólidas de que la mononucleosis infecciosa es un factor de riesgo importante para desarrollar esclerosis múltiple, también es cierto que la altísima prevalencia de seropositividad al VEB en la población general (95%) y la frecuencia relativamente baja de incidencia de esclerosis múltiple plantea un gran desafío para probar la causalidad directa entre el riesgo de desarrollar la enfermedad y la infección viral previa".
Y concluye: "La infección por VEB antes de los 15 años podría influir en el riesgo de desarrollar esclerosis múltiple y esta dependencia de la edad podría deberse a respuestas inmunitarias alteradas tras el contacto con el virus en la adolescencia y la edad adulta temprana, pero el hecho de que una persona haya desarrollado una infección por este virus, no implica que necesariamente vaya a desarrollar esclerosis múltiple ya que, como señalábamos previamente, la enfermedad es multifactorial".