Un nuevo informe elaborado por la ONU, la Organización Mundial de la Salud (OMS), UNICEF y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés), revela que la salud de las mujeres, jóvenes y niños se ha visto gravemente afectada en todo el mundo debido al impacto de los conflictos armados, la pandemia provocada por la Covid-19 y el cambio climático. Tres factores que convergen traduciéndose en efectos devastadores en las perspectivas de salud de estos tres grupos poblacionales.
Los datos de este informe muestran una regresión crítica en prácticamente todas las principales medidas de bienestar infantil y muchos de los indicadores clave contemplados en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), cuya consecución se fijó para el año 2030.
Se estima que alrededor de 25 millones de niños no estaban vacunados o no habían completado las pautas recomendadas en 2021, es decir, seis millones más que en 2019 lo que aumenta el riesgo de contraer enfermedades mortales y debilitantes. La pandemia provocada por la Covid-19 ha hecho que millones de niños no asistieran a la escuela durante los momentos más críticos de la crisis sanitaria. En algunos casos ha transcurrido más de un año sin asistir a la escuela, mientras que alrededor del 80% de los niños residentes en 104 países y territorios experimentaron pérdida de aprendizaje como consecuencia del cierre de los centros educativos. Desde el comienzo de la pandemia, 10,5 millones de niños han perdido a un padre o cuidador como consecuencia de la Covid-19.
“Casi tres años después del inicio de la Covid-19, el impacto a largo plazo de la pandemia en la salud y el bienestar de las mujeres, los niños y los adolescentes se está volviendo más evidente: sus posibilidades de llevar una vida saludable y productiva se han reducido drásticamente”, declara el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus. “A medida que el mundo emerge de la pandemia, proteger y promover la salud de las mujeres, los niños y los jóvenes es esencial para apoyar y sostener la recuperación mundial”.
Este documento proporciona una amplia evidencia sobre las desigualdades a las que se enfrentan los niños y jóvenes en función del lugar en el que hayan nacido, su exposición a los conflictos y las circunstancias económicas de sus familias. Por ejemplo, un niño nacido en un país de bajos ingresos tiene una esperanza de vida media al nacer de 63 años, en comparación con los 80 años de esperanza de vida al nacer con los que cuenta un niño nacido en un país con altos ingresos. Esta devastadora brecha ha variado poco a lo largo de los últimos años.
El informe revela que en 2020 cinco millones de niños fallecieron antes de cumplir los cinco años, en su mayoría, por causas prevenibles o tratables. Mientras tanto, la mayoría de las muertes de madres, mortinatos y fallecimientos de jóvenes se concentran en solo dos regiones: África subsahariana y el sudeste asiático.
Un niño nacido en un país de bajos ingresos tiene una esperanza de vida media al nacer de 63 años, en comparación con los 80 años de esperanza de vida al nacer con los que cuenta un niño nacido en un país con altos ingresos
Más de 45 millones de niños sufrieron desnutrición aguda en 2020, una condición potencialmente mortal que aumenta su vulnerabilidad ante numerosas enfermedades y provoca retrasos en su desarrollo. Casi tres cuartas partes de estos niños viven en países con medios y bajos ingresos. En 2020 alrededor de 149 millones de niños sufrieron retraso en su crecimiento. El continente africano es la única región en la que el número de niños afectados por este problema ha aumentado en las últimas dos décadas: de 54,4 millones en el año 2000 a 61,4 millones en 2020.
Una mujer en el África subsahariana tiene alrededor de 130 veces más riesgo de fallecer debido a causas relacionadas con el embarazo o el parto que una mujer europea o estadounidense. El informe denuncia que la cobertura de la atención prenatal, la atención de calidad durante el parto y la atención posnatal están lejos de llegar a todas las mujeres en los países de medios y bajos ingresos, lo que eleva preocupantemente los riesgos de muerte y discapacidad.
Millones de niños y sus familias se enfrentan a problemas de salud física y mental como consecuencia de los últimos desastres humanitarios que se han producido en Afganistán, Etiopía, Pakistán, Somalia, Yemen y, más recientemente, en Ucrania. En 2021 se alcanzó la cifra récord de 89,3 millones de personas en todo el mundo que tuvieron que abandonar sus hogares debido a la guerra, la violencia, persecución o abuso de los derechos humanos.
“Los impactos de la Covid-19, los conflictos y las crisis climáticas han aumentado los riesgos para las comunidades vulnerables, revelando las debilidades e inequidades en los sistemas de atención de la salud y revirtiendo el progreso logrado con tanto esfuerzo por mujeres, niños y adolescentes, pero no somos incapaces de cambiar esto”, ha señalado la directora ejecutiva de UNICED, Catherine Russell. “Al invertir en sistemas de Atención Primaria de la salud resilientes e inclusivos, impulsar los programas de inmunización de rutina y fortalecer la fuerza laboral de la salud, podemos asegurarnos que todas las mujeres y niños puedan acceder a la atención que necesitan para sobrevivir y prosperar”.
“El informe aboga porque los países continúen invirtiendo en servicios de salud, en todas las crisis, y reimaginen sistemas de salud que realmente pueden llegar a todas las mujeres, niños y adolescentes, sin importar quiénes son o dónde viven”, argumenta Hon Helen Clark, presidenta de la Junta