Estar mentalmente sanos durante la infancia resulta importante para alcanzar un buen desarrollo emocional, así como para aprender las destrezas sociales saludables. Sin embargo, la pandemia ha sido un punto de inflexión que ha significado el empeoramiento de la salud mental de los niños.
En todo el mundo, el 13% de adolescentes de 10 a 19 años tiene un problema de salud mental diagnosticado. La mitad de los trastornos de salud mental comienzan en torno a los 14 años y el 75% de todos esos trastornos se desarrollan a los 24, pero la mayoría de casos en edades anteriores no se detectan y, por tanto, no se tratan.
El COVID-19 no ha contribuido a mejorar esos datos; de hecho, en España, desde marzo de 2019 a marzo de 2021 los diagnósticos relacionados con trastornos mentales en Urgencias Pediátricas aumentaron un 10%, según la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría.
"Muchos padres vienen alarmados porque llevan a sus hijos a pseudoterapias, que no están aprobadas y no tienen ninguna utilidad"
Así, los trastornos mentales han aumentado del 1,1% al 4% en niños, niñas y adolescentes de entre 4 y 14 años y del 2,5% al 7% en el caso de los trastornos de conducta, en comparación con los últimos datos oficiales disponibles de la Encuesta Nacional de Salud de 2017.
Los niños suelen pasar gran parte de su día en los colegios, un lugar donde las relaciones entre salud mental y centros educativos son inexcusables. Es más, los centros educativos son lugares idóneos para atender los problemas de salud mental, ya que cualquier cambio socioemocional puede ser fácilmente percibido por los profesores, que conocen a cada niño.
Gabriel Gómez trabaja en un colegio de Castilla y León como orientador y asegura que suele hablar con niños que “vienen con ansiedad y con ideas muy depresivas. Muchas veces son por situaciones de conflictos en el aula, pero sobre todo relacionado con los problemas en casa y los padres”.
"Cada vez se está metiendo más educación emocional y se habla más de salud mental, lo que hace que haya un reclamo hacia nosotros"
Es cierto, que no es tan fácil el diagnóstico en niños, ya que "les cuesta expresar lo que sienten o lo que piensan. Muchas veces no saben lo que le pasa, pero vemos expresiones conductuales, como portarse mal, que nos alarman".
Aunque como coordinador no puede realizar funciones clínicas, tal y como lo haría un psicólogo, comenta que en muchas ocasiones los padres vienen a preguntarle sobre qué pueden hacer ellos para ayudar a su hijo. La respuesta es clara, que acudan a un profesional de la salud mental cuanto antes para evitar un empeoramiento de los síntomas.
Aunque parece un simple consejo, no es tan fácil como parece. “Muchos padres vienen alarmados porque llevan a sus hijos a pseudoterapias, que no están aprobadas y no tienen ninguna utilidad. En ese caso intentamos mostrar que existen otras terapias válidas y que está demostrado que pueden ayudar al niño”. En más, "para solucionarlo muchas veces hablamos con ellos directamente, o a través del tutor o los compañeros, porque para ellos puede ser más fácil decir como se sienten".
LOS RECURSOS SANITARIOS, UN APOYO PARA LOS COLEGIOS
“Creo que es bueno que los alumnos sepan sobre todo lo que es normal y no es normal. No es normal sentirse triste desde que te levantas hasta que te duermes. No es normal sentirse sin amigos y sin nadie a quien contar cómo te sientes. Hay veces que los niños llevan toda la vida viviendo de una manera, les cuesta mucho salir de ahí, les cuesta mucho ver que hay algo distinto”, explica Gómez.
Por eso, agradece que tanto los recursos sanitarios y sociales se impliquen más con la educación, o como él lo llama: "las tres patas del bienestar". "Cada vez se está metiendo más educación emocional y se habla más de salud mental, lo que hace que haya un reclamo hacia nosotros, por lo que acuden instituciones públicas, privadas e incluso sanitarios que nos ofrecen charlas especializadas que van dirigidas tanto a los profesores como los alumnos".