La prevalencia de trastornos mentales varía según el sexo, el género y las etapas del ciclo vital. No en vano, en las mujeres se observa el doble de prevalencia de trastornos de ansiedad y de depresión en comparación con los hombres, si bien ellos presentan las tasas de suicidios más altas. En este sentido, Laura Armesto, vicepresidenta de la Sociedad Española de Psicología Clínica, explica en una entrevista a ConSalud.es que los datos que tenemos tanto en España, como en Europa y en el resto del mundo, “son claros: hay más prevalencia de ansiedad y depresión en mujeres”. En este caso, la cuestión sería el porqué.
“Se discute mucho sobre el porqué y siempre se enuncia la hipótesis de que puede haber causa biológica y hormonal, pero lo cierto es que hoy día no hay una evidencia científica a favor de ello”, explica Armesto. Es decir, si el factor fisiológico es una realidad, por el momento se desconoce. “Lo que sí se sabe en cambio, y de eso hay mucha evidencia, es que existe la desigualdad de género y sus consecuencias”. La mayor violencia que sufren las mujeres, la discriminación, las mayores tasas de pobreza, la carga mental, la doble jornada laboral y de los cuidados… “todas estas diferencias están más que constatadas, y sabemos que están entre los determinantes sociales que repercuten en que haya más sufrimiento psíquico y más malestar, lo que puede terminar causando trastornos de tipo ansioso o depresivo”, afirma la vicepresidenta.
Adicionalmente, también tendríamos otros sesgos característicos de la socialización de las personas. Por ejemplo, las mujeres “van tener más facilidad para expresarse, para hablar de sus emociones o de su malestar, y no se van a sentir tan cohibidas a la hora de expresar ese malestar”, tal y como explica la experta. Así, son ellas las que mejor van a expresar lo que les sucede en las consultas sanitarias. “Van a buscar ayuda y ahí es cuando pueden recibir el diagnóstico y tratamiento".
Los determinantes sociales afectan a que haya más sufrimiento entre las mujeres
En el caso de los hombres, por el lado contrario, y debido a su propia socialización, “ellos no hablan tanto de lo que les pasa y por ello no van a pedir ayuda”, comenta la experta. En este sentido, vemos que los hombres también padecen problemas de salud mental, pero en su caso son más reacios a buscar ayuda. En cualquier caso no sería cierto que no existan casos de ansiedad o depresión en hombres, de hecho, presentan más suicidios y más consumo de tóxicos. “Desde luego son datos que indican que hay hombres con sufrimiento, pero las formas que están buscando para solucionarlo son más de recurrir a la violencia, al suicidio, a agresiones a otros y al consumo de tóxicos, de alcohol o de otras drogas”, afirma Armesto.
EL SESGO, TAMBIÉN EN EL DIAGNÓSTICO
Asimismo, el sesgo no se reduce sólo a los casos de problemas de salud mental, también lo vemos en los propios profesionales. “Es algo que deberíamos intentar corregir”, lamenta la experta, pues “siempre hay más predisposición a interpretar como emocional el malestar de las mujeres”.
Ejemplo de ellos sería una mujer que acude a una consulta con síntomas de tipo taquicardias, falta de sueño, sudores… etc. “Estos síntomas se van a interpretar mucho más fácilmente como síntomas de un trastorno mental en mujeres, y van a ser rápidamente medicados”. En el caso de un hombre con los mismos síntomas inespecíficos, “se le va a tomar más en serio y se le harán algunos estudios que descarten organicidad. Lo mental o lo psíquico suele quedar en un segundo plano”.
MAYOR MEDICALIZACIÓN EN MUJERES
En este sentido, la experta recalca la importancia de esta medicalización, pues “hoy día el consumo de fármacos ansiolíticos e hipnóticos es mayoritario en mujeres”. De hecho, es la única sustancia de abuso legal, y a menudo se consume con una indicación crónica “que implica grandes riesgos”. Y es que, los fármacos de este tipo “suelen generar gran dependencia, tienen un potencial adictivo muy importante, y en personas mayores además se asocian a otros riesgos como las caídas o el deterioro cognitivo”.
“Estos fármacos no están hechos para usarse a largo plazo”
Las mujeres, especialmente las mayores, “van acumulando duelo, otros sufrimientos, malestares, a veces asociados también a otras patologías físicas”, y por ello se da una medicalización. “El riesgo es importante porque estos fármacos se recetan a largo plazo”. “Esto está ocurriendo a pesar de que no es lo que estaría indicado”. La sobremedicalización de la población es un problema, pues “que se puede transmitir una falsa sensación de que se está resolviendo este problema desde un modelo simplista biomédico”, pero “estos fármacos no están hechos para usarse a largo plazo y cada vez hay que tomar mayor dosis”.
Estas cuestiones deben abordarse desde una perspectiva más psicosocial, pues “los tratamientos que tienen más evidencia, menos riesgos y que son los que prefieren los pacientes, son los tratamientos psicológicos”, concluye la experta, “pero hoy en día, por la escasez de profesionales de la psicología clínica, no están disponibles en la intensidad que se requerirían”.