Generalmente, cuando hablamos de la carga de las enfermedades no transmisibles, ponemos el foco en los adultos mayores. Especialmente ante un horizonte en el que las perspectivas demográficas indican el progresivo envejecimiento de la población. Pero no podemos olvidar que la adolescencia es un importante periodo de crecimiento físico y psicológico marcado por cambios fundamentales en las relaciones sociales que tienen importantes repercusiones para la salud.
Estas razones refuerzan la necesidad de desarrollar la denominada como “Estrategia Mundial para la Salud de la Mujer, el Niño y el Adolescente”, elaborada para el periodo 2016-2030. Una iniciativa a través de la que se busca mejorar la cobertura sanitaria en la población más joven que, por norma general, queda desatendida como consecuencia del foco en la población cada vez más envejecida que conforma nuestra sociedades. Esta situación, mantenida de forma histórica, se ha traducido en una escasez de datos específicos sobre los adolescentes derivando en una importante barrera global a la hora de analizar la carga que suponen en estas poblaciones las enfermedades no transmisibles.
En este sentido The Lancet Child & Adolescent Health ha publicado un análisis al respecto. Un trabajo que parte de la apuesta de los Estados miembros de la Unión Europea que se comprometieron a abordar ciertos problemas con la salud de los adolescentes, particularmente en términos de salud mental y bienestar. Pero una de las asignaturas pendientes continúa siendo la evaluación de la amplia carga de discapacidad y mortalidad que las enfermedades no transmisibles generan entre los adolescentes.
El estudio desarrollado por la referida publicación ha adoptado una definición de adolescente que comprende el marco temporal abarcado entre los 10 y los 24 años. De esta forma se han establecido distintos grupos: 10 a 14 años (adolescentes más jóvenes), de 15 a 19 años (adolescentes mayores) y de 20 a 24 años (adultos jóvenes). Un intervalo de tiempo amplio que recoge con precisión el desarrollo biológico, social y neurocognitivo de este grupo poblacional.
Además de los Estados miembros de la Unión Europea y Reino Unido, se han analizado un total de 204 países. A través de este análisis se proporcionan estimaciones para 286 causas de muerte, 369 causas de enfermedad y lesiones y 87 factores de riesgo. Los datos empleados proceden de 86.249 fuentes diferentes.
Si nos centramos en los datos de los países de la Unión Europea, en 2019 la mortalidad por todas las causas para los adolescentes de entre 10 y 24 años fue de 25-35 por cada 100.000 habitantes. Las enfermedades no transmisibles representaron el 38,8% del total de muertes para este grupo de edad.
"Aunque los hombres tienen una mayor mortalidad y una mayor carga atribuida a los trastornos por el consumo de sustancias, las mujeres presentan una mayor carga de discapacidad, particularmente atribuible a los trastornos mentales con una carga de mortalidad emergente derivada de los trastornos alimenticios"
La principal causa de muerte por enfermedad no transmisible de nivel 2 fueron las neoplasias (4,01 por cada 100.000 habitantes), representando el 40,8% de toda la mortalidad por este tipo de enfermedades. La principal causa de muerte de nivel 3 por enfermedad no transmisible fueron otras neoplasias malignas (1,05 por cada 100.000 habitantes).
En 2019 las enfermedades no transmisibles fueron la principal causa de muerte de nivel 1 en las mujeres en todas las categorías de edad: 52,1% en la franja 10-24 años (63,9% en la franja 10-14 años; 48% en la franja 15-19 años y 50,6% en la franja 20-24 años). Lo mismo sucedió con los varones de entre 10 y 14 años: 54,1%. Cabe señalar que en 2019 la mortalidad por enfermedad no transmisible aumentó para ambos sexos en los tres grupos de edad.
La tasa de mortalidad más alta por enfermedades no transmisibles de nivel 2 la encontramos en Bulgaria y Estonia, siendo más del doble de la tasa más baja reportada por Francia, Bélgica y España. En el caso de nuestro país vemos que las neoplasias son la principal causa de muerte entre los adolescentes como consecuencia de las enfermedades no transmisibles. Le siguen las muertes por adicción a sustancias como las drogas y otras enfermedades que no son de obligada comunicación (como los defectos congénitos, enfermedades urinarias, ginecológicas, hemoglobinopatías y anemias hemolíticas, trastornos endocrinos, metabólicos, sanguíneos e inmunológicos, así como trastornos orales). Un patrón que se mantiene entre los Veintisiete.
“Este estudio destaca la necesidad de ampliar las intervenciones de amplio alcance para abordar el desafío de las enfermedades no transmisibles en adolescentes en los Estados miembros de la Unión Europea”
Entre 1990 y 2019 la tasa de mortalidad por enfermedades no transmisibles entre los adolescentes con edades comprendidas entre los 10 y los 24 años disminuyó de forma significativa en un 40,4%. En el caso de las muertes de nivel 2, la mayor reducción en la tasa de mortalidad por enfermedades no transmisibles se observó en las enfermedades cardiovasculares y las respiratorias crónicas, mientras que el aumento más notable se produjo en los trastornos mentales, atribuido completamente a los trastornos alimenticios.
En el cómputo de la Unión Europea, la tasa de años de vida perdidos como consecuencia de las enfermedades no transmisibles entre los adolescentes, la cifra es de 1.758. Los países con las tasas más elevadas en este sentido son Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania y Rumanía.
Si hablamos de la tasa de años vividos con discapacidad por todas las causas en la Unión Europea, esta fue en 2019 de 7.322 por cada 100.000 habitantes. Las cifras fueron más altas en mujeres que en los hombres.
“Este estudio ha encontrado que la carga de mortalidad y discapacidad por enfermedades no transmisibles aumenta entre los grupos de edad de 10 a 14 y de 20 a 24 años. A pesar de las disminuciones sustanciales en la mortalidad durante las últimas tres décadas, la discapacidad de se ha mantenido prácticamente sin cambios durante este tiempo, y la tendencia creciente de los años de vida perdidos atribuidos a los trastornos mentales y su carga en años de vida vividos con discapacidad, son preocupantes”, exponen los autores del estudio.
“Nuestros hallazgos muestran que las diferencias entre sexos son más amplias en los adultos jóvenes. Además, aunque los hombres tienen una mayor mortalidad y una mayor carga atribuida a los trastornos por el consumo de sustancias, las mujeres presentan una mayor carga de discapacidad, particularmente atribuible a los trastornos mentales con una carga de mortalidad emergente derivada de los trastornos alimenticios”.
“Este estudio destaca la necesidad de ampliar las intervenciones de amplio alcance para abordar el desafío de las enfermedades no transmisibles en adolescentes en los Estados miembros de la Unión Europea”, concluyen los autores poniendo énfasis en el trabajo que aún queda por hacer para lograr una mejor salud mental y bienestar con el foco puesto en acabar con la estigmatización social que afecta a los problemas relacionados con la salud mental, principal causa de discapacidad entre los adolescentes europeos.