Las personas con cáncer constituyen una población vulnerable propensa a desarrollar complicaciones cardiovasculares, y algunos tratamientos oncológicos pueden causar efectos cardiovasculares adversos. Ejemplo de ello son las antraciclinas, unos medicamentos muy eficaces frente a muchos tipos de cáncer, como el linfoma, el cáncer de mama, la leucemia y el melanoma. Sin embargo, tienen un potencial efecto tóxico sobre el corazón, que puede culminar en insuficiencia cardiaca crónica.
En este contexto surge el proyecto RESILIENCE, una iniciativa multinacional coordinada por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), que desarrolla una intervención médica innovadora para reducir la prevalencia de la insuficiencia cardiaca crónica en pacientes con linfoma tratados con antraciclinas. Ahora, al proyecto, se ha sumado el Hospital Universitario Ruber Juan Bravo, en Madrid.
En Europa, cada año, se diagnostican cuatro millones de nuevos casos de cáncer, de los cuales más de tres millones reciben antracilinas, ya sea solas o en combinación. De hecho, algunos estudios sugieren que más del 35% de los pacientes que reciben antraciclinas desarrolla alguna forma de cardiotoxicidad. Se estima que la prevalencia de insuficiencia cardíaca crónica secundaria a cardiotoxicidad relacionada con el tratamiento del cáncer es, aproximadamente, de un millón de personas.
En Europa, cada año, se diagnostican cuatro millones de nuevos casos de cáncer, de los cuales más de tres millones reciben antracilinas, ya sea solas o en combinación
Esta situación hace que Europa necesite soluciones innovadoras urgentes que permitan afrontar los principales desafíos sanitarios. Entre ellos, se encuentran los costes sanitarios asociados a la creciente prevalencia de enfermedades crónicas como la insuficiencia cardiaca, así como al envejecimiento de la población, que amenazan la sostenibilidad de los sistemas de salud. Además, existe una población creciente de personas que han sobrevivido a un cáncer con un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Esto es debido a la presencia de comorbilidades comunes, pero también a los efectos residuales de la medicación que consiguió acabar con el cáncer. Este problema adquiere dimensiones importantes debido a la mayor supervivencia de pacientes con cáncer.
Para hacer frente a todo esto, se ha desarrollado el proyecto RESILIENCE, en el que participan doce socios de seis países de la Unión Europea (España, Francia, Holanda, Portugal, Alemania y Dinamarca), que trabajan juntos bajo la coordinación del CNIC con el objetivo de reducir la carga de enfermedades cardiovasculares en los supervivientes de cáncer. Los socios del proyecto, que canalizan la participación de 13 hospitales españoles, son el Instituto de Investigación Sanitaria de la Fundación Jiménez Díaz (IIS-FJD) y el Centro de Investigación Biomédica en Red Cardiovascular (CIBERCV). Entre los centros que participan, se encuentran el Centro Médico Teknon y el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, a los que ahora se ha unido el Hospital Universitario Ruber Juan Bravo.
“Para nuestro hospital es muy importante la participación en este ensayo, ya que podemos ofrecerles participar en un estudio que puede contribuir a mejorar aún más su pronóstico”
El proyecto ha recibido una financiación de 6 millones de euros para realizar un ensayo clínico aleatorizado que analiza el papel del ‘precondicionamiento isquémico remoto’ como una intervención capaz de prevenir el desarrollo de cardiotoxicidad inducida por antraciclinas. Con este objetivo, está previsto que se recluten más de 600 pacientes con linfoma y que van a recibir quimioterapia con antraciclinas en hospitales de los seis países citados de la Unión Europea.
“Para nuestro hospital es muy importante la participación en este ensayo, ya que además de ofrecer el mejor tratamiento existente a nuestros pacientes con linfoma podemos ofrecerles participar en un estudio que puede contribuir a mejorar aún más su pronóstico”, comenta la Dra. Arancha Alonso, Jefa de Servicio adjunta de Hematología del Hospital Universitario Ruber Juan Bravo e investigadora principal de este centro en RESILIENCE.
Por otro lado, RESILIENCE también emplea tecnología de resonancia magnética cardiaca (RMC) de última generación para evaluar el efecto de la intervención en la función y la composición del corazón. Además, es también destacable la participación de los pacientes en el proyecto RESILIENCE, pues son muy activos en la interacción con los miembros del estudio y tienen un contacto directo con los investigadores para compartir sus experiencias.