El pequeño Romeo, un niño con una discapacidad visual de 5 años, movilizó el verano pasado a todas las redes sociales para que su petición se hiciera realidad. “Me gustaría que todos los supermercados pusieran el nombre de los champiñones, del maíz y de los berberechos en braille porque sino yo no lo puedo leer porque soy un niño ciego”.
El pequeño nació el 29 de diciembre de 2017 y tal y como cuenta Lucía, su madre, “estuvimos los dos primeros meses de maravilla”. Sin embargo, en la revisión pediátrica de este mismo tiempo a sus padres les confirmaron que tenía la fontanela un poco más amplia de lo normal. Pero, cuando les mandaron al hospital de la provincia de Ávila, a la fontanela nunca más le dieron importancia. “Vieron que tenía un soplo en el corazón y que no fijaba la mirada. Tenía como los ojos bailongos y mucha parte del tiempo los tenía blancos”, cuenta la madre.
Después de esto, “nos derivaron directamente al Hospital La Paz de Madrid. La primera visita con el oftalmólogo ya nos dijo que no veía y que seguramente no iba a ver. Aun así, le operaron de uno de los ojitos con la intención de poder ver un 10%, porque el otro ojo lo tenía machacado. Pero no se consiguió, no tuvimos éxito. Aun así creemos que gracias a esa operación percibe la luz”.
"Al final a base de mucho trabajo mental y acompañados de los mejores profesionales vas viendo que tu hijo va cumpliendo el desarrollo. Aunque sea un poco más tarde, pero él llega"
Recibir la noticia no fue fácil, y es que tal y como cuenta Lucía, “eres consciente de que la discapacidad existe pero piensas que no te va a tocar”. Aun así, desde el principio lo llevaron de una forma positiva. “Al final a base de mucho trabajo mental y acompañados de los mejores profesionales vas viendo que tu hijo va cumpliendo el desarrollo. Aunque sea un poco más tarde, pero él llega. Empezó a hablar con 17 meses y a andar con 20 meses y ves que la cosa se va a animando más de lo que tu creías, porque yo pensaba que iba a ser un niño que no se iba a mover del sofá. Ves que tiene una actitud alucinante, que se quiere comer el mundo y piensas no voy a ser yo con mi pena y tristeza quien le frene”.
En palabras de su madre, Romeo es un niño muy vivo y muy activo que gracias a su actitud tienen "mucho ganado”. “Es una persona maravillosa que no para de preguntar. Aunque no vea, no se pierde nada porque tiene una curiosidad por el mundo increíble y llega a preguntar cosas que ni yo misma sé y tengo que buscar en Google. Por las mañanas se levanta con muy buena actitud y con mil cosas en la cabeza. Me dice lo que ha soñado, que tiene ganas de ir al cole, tiene ganas de jugar… Hoy me ha preguntado que tenía pensado hacer por la tarde y él me estaba diciendo que tenía pensado hacer un experimento. Su cabecita no para de pensar, de tener ideas y de hacer cosas. Es un niño que sabe expresar muy bien sus emociones”.
En muchas ocasiones, las personas creen que por tener una discapacidad visual las limitaciones están aseguradas. Pero, Romeo, con su corta edad ha desmontado esta teoría. El braille ha sido su forma de escribir desde pequeño, y aunque para él se ha convertido un trabajo que debe practicar muchos días, lo disfruta. “Hay veces que no le apetece hacerlo, pero la mayoría de las veces me lo propone él. Hay veces que yo lo propongo y no quiere, pero si hoy no tiene ganas pues lo hacemos mañana. Es un niño que lo hace todo muy fácil.”, relata la madre.
Es más, Lucía publica en sus redes imágenes y vídeos en las que se puede ver cómo Romeo realiza actividades de su vida diaria. “Cada día más capaz, más autónomo. Cada día más valiente, más seguro. Cada día más y mejor” escribía junto a un vídeo en el que se veía a Romeo saliendo de casa para, cogía el ascensor, abría la puerta y caminaba sin ninguna ayuda hacia el coche para ir al colegio. Con esto, se demuestra que "Romeo es un niño mágico".