La roboterapia llega a las residencias de mayores para ayudar a personas con demencia

La residencia de mayores, Ballesol Mirasierra, recibe a Perrete, un perro robótico para la terapia de personas con demencia

Sesión de roboterapia y demencia (Foto. Grupo Ballesol)
20 septiembre 2024 | 12:00 h
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La residencia de mayores en Madrid, Ballesol Mirasierra, ha incorporado a la atención de sus residentes con demencia la roboterapia con Perrete, un perro robótico diseñado para imitar el comportamiento y la apariencia de los perros reales, tanto en aspecto y tacto.

“En casos con deterioro cognitivo severo o Alzheimer avanzado lo que buscamos es mantener la calidad de vida y fomentar la estimulación externa y la respuesta al entorno”, traslada Alba San José, psicóloga en la residencia alzhéimer Ballesol Mirasierra.

Este método robótico ofrece una variedad de funcionalidades capaces de mejorar la calidad de vida de las personas mayores. Dotados de inteligencia artificial, los múltiples sensores del perro, así como del gato robot, permiten responder a las personas que le rodean expresando emociones abriendo y cerrando los ojos, moviendo la cabeza y emitiendo sonidos.

Se pueden mejorar “aspectos como la atención, la percepción o la memoria"

Cada semana se realizan 2 sesiones de 30 minutos de duración.  Aunque por las cualidades interactivas se puede trabajar con el perro/gato robot de manera grupal o individual, desde Ballesol señalan que es aconsejable hacerlo en grupos ya que se favorece la comunicación entre los participantes, la complicidad y el compañerismo. “Se establece dicha actividad terapéutica para trabajar con personas con deterioro cognitivo severo, con probable y/o frecuente agitación, deambulaciones, afectación del sistema motor, agresividad, apatía, desconexión…”, aprecian los profesionales de la residencia.

BENEFICIO PARA LOS RESIDENTES

Marta ha sido la primera en recibir a Perrete. La sesión comenzó con un cruce de miradas, unos piropos y la primera respuesta del perro robot. Un suave ladrido. La psicóloga enseñó una serie de fotografías de perros y nombres para identificar a Perrete. El juego de memoria termina con un cepillado y el intercambio de palabras entre ella y el perro para fomentar el lenguaje.

A Eugenio y su mujer la visita del perro y el gato les ha cambiado la manera de afrontar el Alzheimer que padece él. “Los ve como unos niños a los que dar besos y caricias”. Tanto que “hemos decidido comprar unos por nuestra cuenta”, confiesa ella con una sonrisa y otros dos peluches más pequeños en la mano. 

La pena es que a Eugenio cada vez le cuesta más expresarse... "con lo que le gusta hablar”, reconoce Gloria, que cada día acude a la residencia a acompañar a su marido, con todo ha notado que "está más tranquilo y relejado, y aunque le cuesta hablar interactúa con ambos con caricias y gestos de cariño”. 

Acciones cotidianas como peinar el robot, limpiarlo, poner adornos, identificar el color del pelaje, color y forma de la ropa… el robot sirve como estímulo para focalizar la atención. Desde la primera semana  de terapia, aprecia Alba San José, se pueden mejorar “aspectos como la atención, la percepción o la memoria. A nivel emocional, fomentando la expresión de emociones positivas o la interacción con otros usuarios. Y a nivel funcional, favoreciendo la deambulación y la motricidad”. Incluso han comprobado como el robot terapéutico puede ayudar a que el residente lleve a cabo la alimentación acompañándolo en el comedor e incluso fomentando la deambulación sirviendo para dar paseos juntos. 

“Sus reacciones son sorprendentes. Una persona que normalmente no interactúa con sus compañeros empieza a charlar y a comunicarse con ellos. De repente recuerdan el nombre de su primer perro o que su vecino tenía un gatito al que oían maullar”, apuntan los profesionales de Ballesol que subrayan que esta actividad está contribuyendo a “disminuir la frecuencia de alteraciones conductuales y mejorar el estado de ánimo” de los residentes con demencia moderada y severa.

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