El sobrepeso y la obesidad se erigen como dos importantes problemas de salud pública, cuya prevalencia aumenta a un ritmo cada vez más preocupante en los países europeos. En Hungría, Portugal, Irlanda y Reino Unido se estima que más del 20% de las mujeres tienen obesidad en el momento de quedarse embarazadas. Un porcentaje que se reporta similar en el resto de países del viejo continente y que se asocia con patrones socioeconómicos bajos, de acuerdo con las conclusiones del informe elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la obesidad en la región europea.
Las mujeres que tienen obesidad durante el embarazo y dietas de peor calidad presentan un mayor riesgo de aborto espontáneo, aumento de peso gestacional excesivo, mayor riesgo de desarrollar diabetes gestacional, trastornos hipertensivos, muerte fetal y hemorragia postparto, entre otras complicaciones.
Diversos estudios recogidos por el referido informa advierten de que un aumento de peso excesivo durante el embarazo se asocia con un mayor peso al nacer, un 46% más de riesgo de sobrepeso u obesidad entre los niños de dos a cinco años y más posibilidades de desarrollar más tejido adiposo visceral a los 10 años. “Curiosamente, estas asociaciones no se ha observado entre los adolescentes cuyas madres ganaron peso, pero no excesivo, durante el embarazo”.
El documento indica que las mujeres que aumentan de peso de forma excesiva durante el embarazado tienen más probabilidades de enfrentarse a dificultades para perderlo tras el parto y, por lo tanto, tienen más riesgo de que en caso de volver a quedarse embarazadas aumenten los riesgos asociados a la obesidad tanto para la madre como para el hijo.
La OMS, a través de investigaciones de carácter observacional, expone que muchas mujeres reducen notablemente la cantidad de ejercicio físico no solo durante el embarazo, sino también en el siguiente año. Esta reducción de la actividad física suele combinarse con una disminución de frutas y verduras y un aumento de la ingesta de alimentos con altos contenidos en grasas saturadas, sal y azúcar. Una tendencia que muestra una mayor prevalencia en las mujeres con un nivel socioeconómico más bajo.
"Es uno de los retos más importantes como país: frenar el desafío de la obesidad. Los datos son contundentes. España se sitúa entre los países de la Unión Europea con mayor prevalencia de obesidad infantil: casi el 18% de nuestros niños tiene obesidad"
Un aspecto sobre el que es necesario incidir y que se expone en este informe es que muchas madres con obesidad severa se encuentran en situación de desnutrición, a pesar de la energía que obtienen a través de los alimentos de bajo coste ricos en azúcares, por ejemplo, pero pobres en los nutrientes necesarios para el correcto funcionamiento de nuestro organismo.
Las deficiencias de micronutrientes en las embarazadas puede influir en su estado de salud y peso de sus hijos. Por ejemplo, una baja concentración de folato (una vitamina B que se encuentra de forma natural en los alimentos como las hortalizas de hojas verdes, frutas cítricas y frijoles) durante el embarazo, se ha asociado con un mayor riesgo de peso corporal no saludable entre los cinco y los seis años.
Además, se ha demostrado que la cantidad de vitamina D transferida a través del cordón umbilical es menor en las madres con obesidad en comparación con aquellas que tienen un peso saludable (a pesar de reportar niveles sanguíneos similares). Los niveles bajos de vitamina D combinados con adiposidad en lactantes puede ser perjudicial para el desarrollo óseo y la composición corporal a lo largo de la infancia.
En muchos países, existen niveles alarmantes de peso corporal no saludable en todos los segmentos del curso de la vida. La obesidad adquirida durante la infancia frecuentemente persiste durante la adolescencia y en la vida adulta, lo que indica que es una condición difícil de tratar a cualquier edad.
"Es uno de los retos más importantes como país: frenar el desafío de la obesidad. Los datos son contundentes. España se sitúa entre los países de la Unión Europea con mayor prevalencia de obesidad infantil: casi el 18% de nuestros niños tiene obesidad", declaraba la ministra de Sanidad, Carolina Darias, el pasado 20 de mayo.
Un escenario que refuerza el papel crucial de la prevención temprana para revertir las tendencias actuales. “Las estimaciones económicas muestran que la inversión en la primera infancia (incluso durante la preconcepción, la adolescencia, el embarazo y la primera infancia) puede generar un costo-beneficio de 10:1 en los resultados sanitarios, sociales y económicos y reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles en la vejez. Si bien no están específicamente relacionadas con la obesidad, estas estimaciones son consistentes con la evidencia sobre la susceptibilidad de que el riesgo de obesidad aumenta particularmente durante el período prenatal y perinatal y conduce a la amplificación transgeneracional de la condición”, asevera el informe.