En abril de 2022 la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertaba de que el 99% de la población mundial respira un aire que supera los límites de calidad y pone en grave riesgo su salud. El año anterior la agencia internacional de salud de las Naciones Unidas revisó sus directrices sobre la calidad del aire haciéndolas más estrictas con el objetivo de ayudar a los países a realizar una mejor evaluación de la salubridad de su aire.
Los contaminantes más preocupantes para la salud pública son las partículas en suspensión, el monóxido de carbono, el ozono, el dióxido de nitrógeno y el dióxido de azufre. Tal y como informan desde el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico la normativa y los métodos de monitorización del aire se basan en el tamaño de las partículas en suspensión, ya que este es el principal factor a la hora de penetrar en las vías respiratorias.
De este modo se identifican partículas de menos de 10 µm de diámetro (PM10), que son las que presentan una mayor capacidad de acceso a las vías respiratorias y por lo tanto mayor afección a las mismas. Dentro de la fracción PM10, las partículas más pequeñas (menores de 2,5 µm, PM2,5) se depositan en los alvéolos, la parte más profunda del sistema respiratorio, quedando atrapadas y pudiendo generar efectos más severos sobre la salud. Sobre estas últimas se ha centrado un reciente estudio cuyos resultados han sido publicados por la revista JAMA Network y que ha evaluado la asociación entre la exposición a partículas finas y las visitas a los servicios de urgencias durante el primer año de vida de los bebés.
La evidencia científica ha demostrado que la exposición a la contaminación atmosférica tiene efectos adversos para la salud entre los que se incluyen las enfermedades respiratorias, mayor susceptibilidad a las infecciones, empeoramiento de otras condiciones de salud como el asma, disminución de la capacidad pulmonar y es motivo de un aumento de las visitas a centros médicos e ingresos hospitalarios por enfermedades neurodegenerativas, cardiopulmonares, respiratorias y cerebrovasculares. Además, la exposición a la contaminación atmosférica se asocia con un mayor riesgo de muerte prematura. Los niños, especialmente en la primera infancia, son uno de los principales grupos de riesgo.
"Es fundamental evaluar la asociación entre la exposición a PM2,5 y las visitas a los servicios de urgencias en niños pequeños e identificar ventanas de susceptibilidad y factores exacerbantes"
Cierto es que los estudios realizados con anterioridad se han centrado en la exposición a las partículas finas y en los riesgos asociados a esta en los recién nacidos. Sin embargo, pocas son las investigaciones que han centrado la atención en las consecuencias para la salud de dicha exposición en los bebés durante su primer año de vida.
Los responsables del trabajo que nos ocupa emplearon datos demográficos de California (Estados Unidos) recabando datos de 2.175.180 niños nacidos entre 2014 y 2018. Se incluyeron datos completos para una muestra analítica de 1.983.700 (91,2%). El análisis de los datos se realizó desde octubre de 2021 hasta septiembre de 2022.
A lo largo del primer año de vida las probabilidades de una visita a las urgencias por cualquier causa fueron mayores en los bebés prematuros y los nacidos a término por cada aumento de 5 μg/m en la exposición a PM2,5.
Tanto para los bebés prematuros como para los nacidos a término, las edades comprendidas entre las 18 y las 23 semanas se asociaron con las mayores probabilidades de visitas a los servicios de urgencias por cualquier causa.
“Es fundamental evaluar la asociación entre la exposición a PM2,5 y las visitas a los servicios de urgencias en niños pequeños e identificar ventanas de susceptibilidad y factores exacerbantes ya que estas consecuencias para la salud pueden continuar hasta la edad adulta”, exponen los autores. “El riesgo de visitas al servicio de urgencias se incrementó con el aumento de la exposición a PM2,5 para todos los bebés, por lo que es importante identificar las intervenciones destinadas a reducir la exposición a PM2,5 en la primera infancia”.
“El aumento de la exposición a PM2,5 se asoció con un mayor riesgo de visitas al servicio de urgencias tanto para los bebés prematuros como para los nacidos a término durante el primer año de vida, lo que puede tener implicaciones para las intervenciones destinadas a minimizar la contaminación del aire”, concluyen los autores del estudio.