La Sociedad Española de Reumatología amplía los contenidos del proyecto #ReumaFIT, que cuenta con la colaboración de la compañía biofarmacéutica MSD.
El ejercicio físico puede ser eficaz tanto en el tratamiento como en la prevención de las enfermedades reumáticas autoinmunes sistémicas (ERAS), como el lupus, la esclerodermia, enfermedad de Behçet, síndrome antifosfolipídico, miopatias inflamatorias, vasculitis o el síndrome de Sjögren, entre otras. Además, reduce las secuelas que se producen por los tratamientos farmacológicos utilizados.
La doctora Raquel Almodóvar, reumatóloga del Hospital Universitario Fundación Alcorcón y una de las coordinadoras del proyecto Reumafit, señala que “se ha demostrado que la cantidad, la intensidad y la duración del ejercicio condicionan la redistribución de las células inmunitarias en la circulación. El sistema inmunológico responde al ejercicio siguiendo una curva en “U”, de manera que el ejercicio moderado podría actuar como un protector frente a la infección .Se sabe, por ejemplo, que este tipo de ejercicio realizado de forma habitual reduce la frecuencia de infecciones respiratorias, cuando se compara con personas sedentarias”.
“Se estima que sólo un 35% de los pacientes adultos con enfermedades reumáticas alcanzan los mínimos de actividad física recomendados por la Organización Mundial de la Salud "
Según explica la doctora Almodóvar, el ejercicio físico produce una liberación de sustancias conocidas como mioquinas, y en concreto, la interleuquina-6, actuaría disminuyendo la inflamación sistémica relacionada con múltiples enfermedades reumáticas crónicas, obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares, mientras que el sedentarismo sería muy perjudicial.
“Se estima que sólo un 35% de los pacientes adultos con enfermedades reumáticas alcanzan los mínimos de actividad física recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por ejemplo, en el caso de las personas con lupus, el 60% no alcanzan esos mínimos de actividad física recomendados”, concluye la doctora Almodóvar.
Para que la adherencia al ejercicio sea mayor resulta fundamental que “la actividad física esté adaptada al estadio evolutivo de cada enfermedad, así como a las capacidades y las preferencias de cada paciente”, añade la especialista.
Como norma general para los pacientes con ERAS se recomienda un ejercicio aeróbico, de intensidad leve, evitando los lugares secos y con una hidratación externa continuada. "Por ejemplo, en el caso de las personas con síndrome de Sjögren la marcha nórdica es un deporte de bajo impacto que se adapta a dicha prescripción ya que moviliza el 90% de la musculatura del cuerpo ejercitando tanto el tren inferior como el superior, al tiempo que favorece la flexibilidad articular y mejora la coordinación. En el caso de las miopatías inflamatorias los ejercicios de resistencia y aeróbicos son seguros y no provocan recaída de la enfermedad", señalan desde la SER.
En esta línea, el grupo de especialistas que llevan a cabo el proyecto Reumafit acaban de publicar un documento en el que se recomiendan diferentes ejercicios para los pacientes con ERAS, en base a la evidencia científica que existe hasta el momento.