La resistencia a los antibióticos es un problema que va en aumento, pero que podría reducirse rebajando los niveles de contaminación atmosférica nociva. Así ha concluido el primer análisis mundial sobre los posibles vínculos entre la contaminación y este tipo de resistencia, que ha sido publicado en la revista "The Lancet Planetary Health".
Las conclusiones del estudio ponen de relieve que el control de la contaminación atmosférica podría reducir en gran medida las muertes y los costes económicos derivados de las infecciones resistentes a los antibióticos.
El análisis indica que el aumento de la contaminación atmosférica está potencialmente relacionado con un mayor riesgo de resistencia a los antibióticos en todas las regiones del mundo. También indica que la relación entre ambos se ha reforzado con el tiempo, y que los aumentos de los niveles de contaminación atmosférica coinciden con mayores aumentos de la resistencia a los antibióticos en los últimos años.
Aunque se reconoce que el aire es una vía directa y un vector clave para la diseminación de la resistencia a los antibióticos, existen pocos datos cuantitativos sobre las diferentes vías por las que los genes resistentes a los antibióticos son transportados a través de la contaminación atmosférica.
Algunas vías potenciales incluyen hospitales, granjas e instalaciones de tratamiento de aguas residuales que emiten y diseminan partículas resistentes a los antibióticos por el aire y a través de las distancias. El autor principal, el profesor Hong Chen, de la Universidad de Zhejiang (China), explica que "la resistencia a los antibióticos y la contaminación atmosférica se cuentan por derecho propio entre las mayores amenazas para la salud mundial".
El análisis indica que la resistencia a los antibióticos derivada de la contaminación atmosférica está relacionada con unas 480.000 muertes prematuras en 2018
"Hasta ahora no teníamos una idea clara de los posibles vínculos entre ambas, pero este trabajo sugiere que los beneficios de controlar la contaminación atmosférica podrían ser dobles --reconoce--: no sólo reduciría los efectos nocivos de la mala calidad del aire, sino que también podría desempeñar un papel importante en la lucha contra el aumento y la propagación de bacterias resistentes a los antibióticos".
El uso incorrecto y excesivo de antibióticos son los principales impulsores de la resistencia, pero las pruebas sugieren que la contaminación atmosférica también contribuye a la propagación de bacterias resistentes y de genes de resistencia.
Sin embargo, hasta ahora había pocos datos sobre la influencia de la contaminación atmosférica PM2,5 --formada por partículas 30 veces más pequeñas que la anchura de un cabello humano-- en la resistencia a los antibióticos a escala mundial.
Entre las fuentes de PM2,5 se encuentran los procesos industriales, el transporte por carretera y la combustión doméstica de carbón y madera. Recientes descubrimientos indican que 7.300 millones de personas en todo el mundo están expuestas directamente a niveles medios anuales de PM2,5 que no son seguros, y que el 80% vive en países de renta baja y media.
Los autores crearon un amplio conjunto de datos para explorar si las PM2,5 son un factor clave que impulsa la resistencia global a los antibióticos, utilizando datos de 116 países desde 2000 hasta 2018. En total, se incluyeron en el análisis datos sobre más de 11,5 millones de aislamientos de prueba, que abarcan nueve patógenos bacterianos y 43 tipos de antibióticos.
Se utilizaron datos sobre el uso de antibióticos, los servicios de saneamiento, la economía, el gasto sanitario, la población, la educación, el clima y la contaminación atmosférica para investigar la influencia de estos factores en los niveles de resistencia. Las fuentes de datos incluían bases de datos de vigilancia, la Organización Mundial de la Salud, la Agencia Europea de Medio Ambiente y el Banco Mundial.
Los resultados indican que la resistencia a los antibióticos aumenta con las PM2,5, y que cada aumento del 1% en la contaminación atmosférica está vinculado a incrementos en la resistencia a los antibióticos de entre el 0,5 y el 1,9%, dependiendo del patógeno.
La asociación se ha reforzado con el tiempo, y los cambios en los niveles de PM2,5 han dado lugar a mayores aumentos de la resistencia en los últimos años. Los niveles más altos se registran en el norte de África, Oriente Medio y el sur de Asia, mientras que en Europa y Norteamérica son bajos.
Debido a su gran población, se cree que China y la India son los países donde los cambios en las PM2,5 tienen un mayor impacto en el número de muertes prematuras por esta problemática.
El análisis indica que la resistencia a los antibióticos derivada de la contaminación atmosférica está relacionada con unas 480.000 muertes prematuras en 2018. Esto provocó unos costes económicos adicionales de 395.000 millones de dólares (358.000 millones de euros).
Además, el análisis sugiere que PM2.5 es uno de los principales factores que impulsan la resistencia a los antibióticos, lo que representa el 11% de los cambios en los niveles promedio de resistencia en todo el mundo. En comparación, el gasto sanitario representa el 10% de los cambios, mientras que los servicios de agua potable suponen el 3%.
La resistencia a los antibióticos aumenta con las PM2,5, y que cada aumento del 1% en la contaminación atmosférica está vinculado a incrementos en la resistencia a los antibióticos de entre el 0,5 y el 1,9%
El norte de África y Asia occidental son las regiones en las que las PM2,5 tienen un mayor impacto en la resistencia a los antibióticos, donde representan el 19% de los cambios en los niveles de resistencia.
La modelización de posibles escenarios futuros realizada por los autores indica que, si no se modificaran las políticas actuales sobre contaminación atmosférica, en 2050 los niveles de resistencia a los antibióticos en todo el mundo podrían aumentar un 17%. El número anual de muertes prematuras relacionadas con esto ascendería a unas 840.000, con los mayores aumentos en el África subsahariana.
En otros escenarios, como el aumento del gasto sanitario, el control de la contaminación, la mejora del agua potable y la reducción del uso de antibióticos, el nivel de resistencia a los antibióticos podría reducirse considerablemente. Por ejemplo, la aplicación de una política -recomendada por la Organización Mundial de la Salud- de limitar las PM2,5 a 5 microgramos/m3 en la atmósfera podría disminuir la resistencia mundial a los antibióticos en un 17% para 2050.
Esta política podría conducir a una reducción del 23% de las muertes prematuras (630.000 muertes menos), y supondría un ahorro económico anual de 640.000 millones de dólares (580.000 millones de euros).
Sin embargo, los autores reconocen algunas limitaciones de su estudio. La falta de datos en algunos países --en particular los de renta baja y media, que son los más afectados por la resistencia a los antibióticos-- puede afectar al análisis global. La comparación de resultados entre países también debe hacerse con cautela, debido a las diferencias en los riesgos relativos y la disponibilidad de pruebas.
Un aspecto clave de la investigación futura debería ser, según señalan, la investigación del mecanismo subyacente de cómo los contaminantes atmosféricos y otros factores afectan a la resistencia a los antibióticos, y las posibles interacciones entre los distintos factores.