Dormir bien tiene incontables beneficios para la salud. Tener un sueño de calidad ayuda a pensar con más claridad, a tener mejores reflejos y a concentrarse mejor pero, además, puede repercutir de forma positiva en muchas enfermedades. Una de ellas es la osteoporosis, como ha evidenciado una investigación clínica desarrollada por la profesora Christine Swanson, de la Universidad de Colorado.
La osteoporosis es una patología que hace que los huesos se debiliten y se vuelvan frágiles, de modo que hasta una leve tensión, como agacharse, puede provocar una fractura. "La osteoporosis puede ocurrir por muchas razones, como cambios hormonales, envejecimiento y factores del estilo de vida", comenta Swanson, profesora asociada de la División de Endocrinología, Metabolismo y Diabetes.
A pesar de esto, hay muchos pacientes que no tienen una explicación para su osteoporosis, lo que ha llevado a la profesora a buscar nuevos factores de riesgo. “Es importante considerar qué otros cambios a lo largo de la vida pueden provocar esto. Uno de ellos es el sueño”.
"La osteoporosis puede ocurrir por muchas razones, como cambios hormonales, envejecimiento y factores del estilo de vida"
Entre los 20 y los 25 años, las personas alcanzan lo que se llama densidad mineral ósea máxima, que es más alta en los hombres que en las mujeres. Este pico es uno de los principales determinantes del riesgo de fracturas en el futuro. Tras este pico, la densidad ósea de una persona permanece relativamente estable durante un par de décadas más. Luego, cuando las mujeres entran en la menopausia, experimentan una pérdida ósea acelerada. A su vez, los hombres también ven descender su densidad ósea a medida que envejecen.
Paralelamente a esto, los patrones del sueño evolucionan también con el tiempo. A medida que las personas envejecen, el tiempo total de sueño disminuye y la composición del sueño cambia. Ejemplo de ello es que el tiempo que se tarda en conciliar el sueño incrementa con la edad, al tiempo que disminuye el sueño profundo y reparador.
“Y no es sólo la duración y la composición del sueño lo que cambia. La preferencia de la fase circadiana también cambia a lo largo de la vida tanto en hombres como en mujeres”, dijo Swanson, refiriéndose a la preferencia de las personas sobre cuándo se van a dormir y cuándo se despiertan.
Los genes que controlan el reloj interno están presentes en todas las células óseas. "Cuando estas células se reabsorben y forman hueso, liberan ciertas sustancias en la sangre que nos permiten estimar cuánto recambio óseo se produce en un momento dado", continúa la experta.
Estos marcadores siguen un ritmo diario, y la amplitud del ritmo es mayor para los marcadores de resorción ósea (proceso de descomposición de los huesos), que para los marcadores de formación ósea. "Esta ritmicidad probablemente sea importante para el metabolismo óseo normal y sugiere que el sueño y las alteraciones circadianas podrían afectar directamente la salud ósea".
Para entender esta relación, los investigadores estudiaron cómo los marcadores de recambio óseo respondían a la restricción acumulativa del sueño y a la alteración circadiana. Los participantes del estudio vivieron en un entorno hospitalario completamente controlado, y no sabían qué hora era. Además, se les impuso un horario de 28 horas en lugar de un día de 24 horas.
"Esta alteración circadiana está diseñada para simular el estrés soportado durante el trabajo en turnos nocturnos rotativos y equivale aproximadamente a volar cuatro zonas horarias hacia el oeste todos los días durante tres semanas", dijo. "El protocolo también hizo que los participantes durmieran menos".
Los investigadores midieron los marcadores de recambio óseo al principio y al final de la intervención, y encontraron cambios perjudiciales significativos en el recambio óseo en respuesta al sueño
Los investigadores midieron los marcadores de recambio óseo al principio y al final de la intervención, y encontraron cambios perjudiciales significativos en el recambio óseo tanto en hombres como en mujeres en respuesta al sueño y a la alteración circadiana. Los cambios perjudiciales incluyeron disminuciones en los marcadores de formación ósea que fueron significativamente mayores en personas más jóvenes de ambos sexos en comparación con las personas mayores.
Por su parte, las mujeres jóvenes mostraron aumentos significativos en el marcador de resorción ósea. Si una persona forma menos hueso y al mismo tiempo reabsorbe la misma cantidad, o incluso más, entonces, con el tiempo, eso podría provocar pérdida ósea, osteoporosis y un mayor riesgo de fracturas, de acuerdo con Swanson. “El sexo y la edad pueden también desempeñar un papel importante, siendo las mujeres más jóvenes potencialmente las más susceptibles al impacto perjudicial de la falta de sueño en la salud ósea", concluye la experta.