La necesidad de reducir las desigualdades socioeconómicas en materia de salud es hoy más visible que nunca como consecuencia de la pandemia provocada por el SARS-CoV-2. La Covid-19 ha puesto de manifiesto que la salud es el pilar sobre el que se sustentan el resto de elementos que conforman nuestras sociedades, pero más allá del coronavirus existen otros muchos desafíos sanitarios que afectan a millones de personas en todo el mundo como es el caso del cáncer. El Plan Europeo de Lucha contra el Cáncer fija entre sus objetivos “identificar tendencias, disparidades y desigualdades entre Estados miembros y regiones”, así como establecer un Registro de Desigualdades en Cáncer como mecanismo para “reducir las desigualdades relacionadas con el cáncer en toda la Unión Europea”.
Ser conscientes de que las desigualdades socioeconómicas en salud son un problema real y acuciante y, en gran medida, evitable, es fundamental para elaborar políticas de asignación de recursos destinados a la prevención y el control. Reducir las desigualdades socioeconómicas en cáncer es una prioridad de la agenda de salud pública. En este sentido The Lancet Regional Health Europe ha realizado una investigación a través de la que se han recopilado, analizado y comparado los datos de mortalidad especifica por cáncer de la población europea vinculados al censo por posición socioeconómica, medidos por el nivel educativo y sexo en 18 países del viejo continente entre los años 1990 y 2015, en adultos con edades de entre 40 a 79 años.
Según este trabajo en toda Europa, las personas con un nivel educativo más bajo tienen tasas de mortalidad más elevada para casi todos los tipos de cáncer, en comparación con sus contrapartes con un nivel educativo más alto. En particular el riesgo es más alto para los europeos con un nivel educativo más bajo para los cánceres relacionados con el tabaco y/o infecciones (hasta 2,4 veces más riesgo). El riesgo también es más elevado para los hombres con menos formación que para las mujeres (1,8 veces más).
La investigación pone el acento en la existencia de una significativa disparidad de las desigualdades entre los distintos países y durante todo el periodo de tiempo que ha abarcado el estudio. Las desigualdades son mayores en los países ubicados en las regiones del Báltico, centro y este de Europa y menores en los países del sur del continente, “aunque entre las mujeres se encontraron grandes y crecientes desigualdades en el norte de Europa”, indican los hallazgos.
El cáncer de pulmón fue el factor que más contribuyó a las desigualdades en términos de mortalidad total por cáncer con un rango entre países de entre el 29-61% para los hombres y del 10-56% para las mujeres
Entre los hombres las diferencias en las tasas de mortalidad total por cáncer para los grupos con nivel de educación más bajo y más alto oscilaron entre 110 para Suecia y 559 para República Checa, mientras que en las mujeres el abanico de tasas reportado se mueve entre aproximadamente cero (Eslovenia, Italia o España) hasta 176 (Dinamarca).
El cáncer de pulmón fue el factor que más contribuyó a las desigualdades en términos de mortalidad total por cáncer con un rango entre países de entre el 29-61% para los hombres y del 10-56% para las mujeres. El 32% de los decesos por cáncer en los hombres y el 16% en las mujeres, pero hasta el 46 y el 24% respectivamente en la región del Báltico, centro y este de Europa, se asociaron con las desigualdades educativas.
La principal conclusión del estudio es clara: las personas con un nivel educativo más bajo sufren sistemáticamente tasas de mortalidad más altas para casi todos los tipos de cáncer, en relación con sus contrapartes con un nivel educativo más alto, con un gradiente social de mayor riesgo de muerte con un nivel educativo decreciente. El alcance de las desigualdades varía significativamente geográficamente y en el tiempo. Dentro de cada país las desigualdades fueron casi siempre mayores en los hombres que en las mujeres. Sin embargo, el rápido incremento de las tasas de cáncer de pulmón y otros cánceres relacionados con el consumo de tabaco y alcohol, como el cáncer de faringe, esófago e hígado entre las mujeres con un nivel educativo bajo, es un claro motivo de preocupación.
Los autores destacan que “a pesar de su red de seguridad social bien establecida con políticas sociales y de salud igualitarias, los países nórdicos no se libran de las desigualdades socioeconómicas, al contrario, muestran los niveles más altos y las tendencias más desfavorables en las desigualdades en la mortalidad por cáncer de pulmón entre las mujeres en Europa”.
“Incluso para los cánceres en los que se observaron disminuciones generales en la mortalidad, las tendencias fueron consistentemente menos favorables entre los de menor nivel educativo, en comparación con sus contrapartes de alto nivel educativo, con tasas a menudo estables o incluso en aumento, ya que es menos probable que los primeros se beneficien del progreso en la prevención y tratamiento”, añaden.
El estudio señala algunos aspectos a tener en cuenta como que las tasas de mortalidad por cáncer de estómago han disminuido en todos los grupos educativos y sexos como consecuencia de una mejora general en las condiciones de vida, aunque las tasas continúan siendo elevadas en los países Bálticos y del centro y este de Europa. La fotografía que se observa del cáncer de hígado, cuyas principales causas son el virus de la hepatitis B y C y el consumo excesivo de alcohol, es menos favorable ya que se observan incrementos. Se indica además que las mujeres con mayor nivel educativo tienen, por norma general, mayor incidencia de cáncer de mama debido probablemente a una edad tardía para tener hijos, menor paridad y menos tiempo de lactancia, factores de riesgo para este tipo de cáncer.