Las tendencias demográficas reportadas por cada vez un mayor número de países muestran el progresivo envejecimiento de las poblaciones. Una situación que sitúa a las sociedades ante un importante desafío de salud pública, ya que el incremento de la esperanza de vida es inherente, en muchos casos, a un aumento de las enfermedades crónicas, entre otros problemas de salud y el reto que supone la comprensión y la necesidad de avances en términos médicos, preventivos y de terapéuticos sobre el deterioro cognitivo.
La demencia, por ejemplo, es un problema frecuente asociado con la edad y que afecta de forma negativa tanto a los pacientes como a su entorno. Lamentablemente, se cuenta con pocos tratamientos con limitada eficacia y que únicamente se dirigen a abordar los síntomas, ya que la demencia es irreversible.
Razones por las que se erige como fundamental identificar biomarcadores que permitan estimar las probabilidades de deterioro cognitivo en pacientes de alto riesgo e iniciar así terapias que los modifiquen en la medida de lo posible. Las causas que producen el deterioro cognitivo son múltiples ya que hablamos de un proceso que se ve influido por varios factores que van más allá de la edad. Un ejemplo lo encontramos en la reciente investigación publicada por JAMA Network focalizada en evaluar la asociación entre una baja masa muscular y el deterioro cognitivo en los adultos menores de 65 años.
Este trabajo parte de investigaciones anteriores que han demostrado que la combinación de una baja masa muscular y fuerza se asocia con el deterioro cognitivo, aunque aún se desconoce su la baja masa muscular, que refleja la reserva fisiológica, se asocia de forma independiente con un deterioro cognitivo más rápido.
“Este estudio de cohortes halló que la presencia de niveles bajos de masa muscular se asoció de manera significativa e independiente con una disminución más rápida de la función ejecutiva a los tres años en los adultos de menos de 65 años”
Para la realización del estudio se utilizó el Estudio Longitudinal Canadiense sobre el Envejecimiento. Se contó con 8.279 participantes con una edad media de 72,9 años. Del total de participantes, 1.605 (19,4%) tenían bajo índice al inicio del estudio de masa magra blanda (hace referencia a los órganos internos tejidos musculares y tejidos óseos de nuestro organismo). Estos sujetos correspondían con adultos mayores con un índice de masa corporal y un nivel de actividad física más bajos.
La presencia de estos niveles reducidos al inicio del estudio se asoció con un deterioro cognitivo más rápido a los tres años en las funciones ejecutivas y la velocidad psicomotora. Tras el ajuste de variables como la edad, el nivel de educación, el porcentaje de grasa corporal y la fuerza de la prensión manual (herramienta ampliamente utilizada en geriatría como criterio de fragilidad o, más recientemente, para la definición de la sarcopenia), los niveles bajos continuaron asociados de forma independiente con la disminución de la función ejecutiva.
En este estudio juega un papel fundamental el referido concepto de sarcopenia, ya que se trata de una afección que se caracteriza por la pérdida de masa, fuerza y funcionamiento de los músculos en los adultos mayores. Entre los signos y síntomas de la enfermedad destacan debilidad, cansancio, falta de energía, problemas de equilibrio o dificultades para caminar. Los investigadores indican que, en función de las distintas definiciones que existen al respecto, la sarcopenia tiene una prevalencia que oscila entre el 10 y el 40% de los adultos mayores.
“Este estudio de cohortes halló que la presencia de niveles bajos de masa muscular se asoció de manera significativa e independiente con una disminución más rápida de la función ejecutiva a los tres años en los adultos de menos de 65 años”, exponen los autores destacando el uso de la absorciometría de rayos X de energía dual, un procedimiento que permite mediar la composición de la grasa y los músculos en partes específicas del cuerpos, entre otras funciones.
“Es importante destacar que la absorciometría de rayos X de energía dual está ampliamente disponible y las medidas de grasa magra podrían incorporarse de forma rutinaria en los análisis de imágenes. La detección clínica de baja masa muscular en los adultos mayores puede brindar información sobre su riesgo de desarrollar deterioro cognitivo y, por lo tanto, guiar la evaluación y aplicación de intervenciones preventivas o terapéuticas”, concluyen los autores de la investigación.