El sueño tiene un papel fundamental en el correcto desempeño de múltiples funciones fisiológicas que son esenciales para nuestra salud. Razón por la que el correcto descanso, con un sueño de calidad, es vital. Más si tenemos en cuenta que pasamos, aproximadamente, un tercio de nuestra vida durmiendo. El vínculo entre el sueño y nuestra salud ha sido establecido de forma significativa durante décadas a través de ingente evidencia científica y, en los últimos años, se ha ampliado el conocimiento relativo a la relación que existe entre el sueño y enfermedades crónicas como las cardiovasculares, cáncer e incluso como factor de riesgo en términos de mortalidad.
La asociación entre la duración del sueño y la multimorbilidad es un aspecto de la salud sobre el que todavía no se ha profundizado lo suficiente, dada la escasa evidencia con la que se cuenta, así como el carácter transversal de las pocas investigaciones que se han realizado en este sentido. Motivo por el que no está claro cómo la duración del sueño puede afectar a nuestra salud hasta el punto de ser un desencadenante de enfermedades que pueden incrementar el riesgo de mortalidad en el paciente. Las recomendaciones realizadas por los expertos fijan la duración del descanso entre siete u ocho horas para los adultos mayores, pero aún no se ha establecido una evidencia clara sobre cómo una duración menor o menor del periodo de descanso podría ser un riesgo de morbilidad. Un vínculo sobre el que un reciente estudio publicado en PLOS Medicine aporta nuevos datos.
Los responsables del trabajo que nos ocupa parten de la demostración a través de estudios anteriores sobre cómo la duración del sueño está asociada con enfermedades crónicas, pero es en el vínculo existente con la multimorbilidad donde todavía continúan existiendo lagunas. Razón por la que analizaron los datos del estudio de cohorte prospectivo “Whitehall II”, iniciado en 1985 en Londres (Reino Unido) con una muestra de 10.308 personas (empleados del servicio civil británico). La duración del sueño autoinformada se evaluó en seis momentos comprendidos entre 1985 y 2016, extrayéndose los datos a los 50, 60 y 70 años de edad de los participantes.
“No se encontró asociación entre la duración del sueño y la mortalidad entre aquellos con enfermedades crónicas existentes”
Un total de 7.864 participantes (32,5% eran mujeres) sin multimorbilidad (definida como dos o más enfermedades) reportaron datos sobre la duración del sueño a los 50 años. De estos el 6,9% informó dormir menos de cinco horas diarias, el 32,6% menos de seis horas diarias, el 45,6% menos de siete horas diarias, el 13,9% menos de ocho horas diarias y el uno por ciento comunicó dormir más de nueve horas cada día. En comparación con un sueño de siete horas, aquellas personas que dormían menos de cinco tenían un mayor riesgo de multimorbilidad. Un resultado extrapolable en las mediciones efectuadas a los 60 y 70 años de edad. Cabe destacar que dormir más de nueve horas diarias se asoció con un mayor riesgo a los 60 y 70 años, pero no a los 50. Sobre este resultado los investigadores destacan que puede verse influido por el reducido tamaño de la muestra que dormía más de nueve horas diarias.
De los 7.217 participantes sin enfermedad crónica a los 50 años (se realizó un seguimiento medio de 25,2 años, 4.446 desarrollaron enfermedad crónica, 2.297 progresaron a multimorbilidad y 787 fallecieron. “No se encontró asociación entre la duración del sueño y la mortalidad entre aquellos con enfermedades crónicas existentes”, declaran los autores en la referida cabecera científica.
Las enfermedades sobre las que se identificó un mayor riesgo incluían diabetes, cáncer, enfermedad coronaria, accidente cerebrovascular, insuficiencia cardíaca, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), enfermedad renal crónica, enfermedad hepática, depresión, demencia, trastornos mentales, enfermedad de Parkinson y artritis.
“Nuestros análisis exhaustivos de la asociación de la duración del sueño con la multimorbilidad y el curso natural de la enfermedad crónica muestran que la duración corta del sueño está asociada con la aparición de enfermedad crónica y la multimorbilidad, pero no con la mortalidad posterior en las personas con enfermedades crónicas”, declaran los autores.
“No hubo evidencia clara de una asociación entre la duración prolongada del sueño a los 50 años y el riesgo de enfermedad crónica. Más bien, el mayor riesgo de multimorbilidad asociada con la duración prolongada del sueño a edades más avanzadas, y en aquellos con enfermedades existentes podría reflejar la necesidad de dormir más en aquellos con enfermedades subyacentes”, concluyen.