Algunos de los síntomas principales del lupus eritematoso sistémico (LES) son la fatiga, el dolor o las limitaciones en la capacidad física, además de un mayor riesgo cardiovascular. Esto puede hacer pensar que el ejercicio físico es un gran enemigo de los pacientes de esta enfermedad autoinmune, pero todo lo contrario: el ejercicio físico es esencial en el tratamiento de la enfermedad.
Ejercicios aeróbicos, como caminar o nadar, o los ejercicios de fortalecimiento, como levantar pesas ligeras o usar bandas de resistencia, permiten a los pacientes mejorar la capacidad cardiovascular, reducir el dolor y aumentar la capacidad para realizar actividades diarias. Además, el ejercicio puede contrarrestar algunos efectos adversos de medicamentos utilizados para tratar el lupus, como la osteoporosis y la debilidad muscular.
“El ejercicio tiene efectos antiinflamatorios e inmunomoduladores que pueden ayudar a reducir la inflamación sistémica y mejorar la respuesta inmunitaria, incluso contrarrestar los efectos adversos de los tratamientos farmacológicos, como los corticoides, que pueden causar osteoporosis, debilidad muscular y aumento de peso. En resumen, el ejercicio mejora la calidad de vida, la capacidad física y el estado de ánimo de las personas con LES”, explica para ConSalud.es la Dra. Raquel Almodóvar, portavoz de la SER y especialista en el Servicio de Reumatología del Hospital Universitario Fundación Alcorcón de Madrid.
“El ejercicio tiene efectos antiinflamatorios e inmunomoduladores que pueden ayudar a reducir la inflamación sistémica y mejorar la respuesta inmunitaria"
En concreto, los ejercicios aeróbicos aumentan la resistencia cardiovascular y mejoran la eficiencia del uso de energía, reduciendo la sensación de fatiga. Por otro lado, el ejercicio libera endorfinas, que actúan como analgésico natural y mejoran el estado de ánimo. A su vez, los ejercicios de resistencia fortalecen los músculos alrededor de las articulaciones, proporcionando un mejor soporte y reduciendo el dolor. “Estos efectos, en conjunto, contribuyen a una mejor calidad de vida y a una mayor capacidad para manejar los síntomas del lupus”.
Tales son los beneficios de la actividad física, que se recomienda incluso durante episodios de brote. “Durante un brote, es crucial evitar la inmovilización. Por ello, lo que se debe hacer es reducir la intensidad, la frecuencia o el tipo de ejercicio, pero realizarlo por los efectos analgésicos y antiinflamatorios que posee”. Durante los episodios de remisión, los pacientes pueden seguir las mismas recomendaciones generales de ejercicio que para la población general, pero distribuyendo la actividad en el tiempo.
“Se recomienda un mínimo diario de 30 minutos de actividad aeróbica moderada o 20 minutos de una actividad vigorosa, realizar ejercicios de fortalecimiento de dos a tres días por semana y evitar el sedentarismo”, recomienda la doctora. También subraya que es importante que, antes de comenzar un régimen de ejercicio, los pacientes sean evaluados por un médico, para individualizar las recomendaciones en base al estado clínico, nivel de forma física, preferencias y costes. Comenzar por un nivel de intensidad y frecuencia bajos también es importante, pero esto se puede ir aumentando progresivamente.
Del mismo modo, los pacientes que tienen limitaciones de movilidad, siempre con una evaluación médica inicial, pueden comenzar con ejercicios de baja intensidad, como caminar o ejercicios en el agua, que son menos exigentes para las articulaciones. Si lo precisan, pueden usar bastones o andadores. La supervisión de un fisioterapeuta o especialista en ejercicio es esencial para diseñar un programa de ejercicio seguro y efectivo, asegurando que los movimientos se realicen correctamente para evitar lesiones.
Para personalizar y supervisar el ejercicio, el papel del fisioterapeuta es también crucial. “Los fisioterapeutas pueden evaluar las capacidades físicas y las limitaciones de cada paciente, diseñando programas de ejercicio adaptados que maximizan los beneficios y minimizan los riesgos”.
“Mantener un diario de actividad física y síntomas puede ayudar a identificar patrones y ajustar el régimen de ejercicio en consecuencia"
A pesar de todo, es importante recordar que los pacientes con lupus necesitan bastante descanso. Por ello, “es esencial escuchar al cuerpo y tomar descansos adecuados para prevenir la fatiga excesiva”. Además, durante los brotes de la enfermedad, se debe reducir la intensidad y la frecuencia de la actividad física, y evitar realizar el ejercicio que involucre las articulaciones inflamadas.
Otro de los consejos que comparte la doctora es apuntar lo que los pacientes van observando. “Mantener un diario de actividad física y síntomas puede ayudar a identificar patrones y ajustar el régimen de ejercicio en consecuencia. Nuevamente, la supervisión de un profesional de la salud, como el fisioterapeuta o un especialista en ejercicio, puede ser útil para desarrollar un plan de ejercicio equilibrado”.
Finalmente, para los pacientes que deseen ser más activos, existen numerosos recursos de apoyo. Uno de ellos es Reumafit, una campaña de la SER cuyo objetivo es poner de manifiesto la importancia de realizar actividad física y ejercicio en las personas con enfermedades reumáticas y, en concreto, lupus.