Las personas requieren cada vez más medicamentos, debido al envejecimiento de la población. En este sentido, las personas mayores emplean una gran cantidad de fármacos, cuyo desarrollo ha sido llevado a cabo mediante ensayos clínicos realizados en cohortes de pacientes más jóvenes.
Partiendo de esta premisa, el Centro Internacional de Longevidad ha llevado a cabo un informe en el que queda reflejada la infrarrepresentación de la población mayor en los ensayos clínicos. Además, muestra la necesidad de que se incluyan criterios de diversidad que garanticen la efectividad de los tratamientos en estas personas.
La mayoría de los medicamentos son consumidos por personas de más de 60 años. De acuerdo con el estudio, los mayores de 60 años consumen entre dos y nueve medicamentos diarios. Esta cifra aumenta en las residencias de mayores, en las que se prescriben más de siete medicamentos al día.
Los mayores de 60 años consumen entre dos y nueve medicamentos diarios
Esta situación es motivo de preocupación en lo relativo a la polifarmacia (riesgos adversos del uso simultáneo de varios medicamentos) y el manejo incorrecto de los medicamentos. Así, el informe pone de manifiesto que, cuando los ensayos de medicamentos destinados a personas mayores no incluyen suficientes participantes de este grupo de edad, no se generan pruebas suficientes de que dicha medicación sea segura y eficaz para este grupo.
Para realizar el informe, los investigadores han revisado la literatura científica que existe sobre este tema. En su elaboración, han participado profesionales farmacéuticos, de la tecnología sanitaria, de la seguridad del paciente, de la geriatría o de la salud pública.
La conclusión a la que han llegado los expertos es que excluir a los mayores de los ensayos podría suponer situaciones de riesgo o efectos adversos en los pacientes. Así, la edad de las personas mayores debe ser tenida en cuenta porque el metabolismo varía significativamente entre pacientes de diferentes edades, la respuesta inmune decrece de forma natural con la edad y las personas mayores sufren enfermedades muy específicas.
Sin embargo, hay ciertas limitaciones que provocan que en los ensayos no se tenga en cuenta la diversidad de edades. Una de ellas es el coste del ensayo, pues es más económico ensayar sobre personas jóvenes y sanas. Además, suelen tener un menor riesgo de efectos adversos.
A esto se le añade que los datos de los estudios son menos complejos al emplear personas jóvenes. Sin embargo, estos datos reducen los matices y la necesaria diversidad en un ensayo. De este modo, este tipo de datos no ayudan a los investigadores a comprender si los medicamentos son seguros o eficaces para este grupo poblacional, que es su principal receptor.
Por otro lado, algunos ensayos eliminan la participación de grupos con diagnósticos concretos o a grupos como las personas mayores porque se sospecha que pueden no cumplir con las condiciones de estudio. Esto se hace sin evidencias ni justificaciones. A su vez, otro de los motivos por los que no se incluye a este grupo poblacional son las dificultades para la adherencia al tratamiento.
Debido a que mejorar los procesos de estudios, incluyendo diversos grupos de edad, podría no solo mejorar la salud de las personas, sino también reducir los gastos de recursos sanitarios no necesarios, así como minimizar la sobrecarga de los sistemas de salud, los autores del estudio han incluido una serie de medidas a tener en cuenta.
Algunos ensayos eliminan la participación de grupos con diagnósticos concretos o a grupos como las personas mayores porque se sospecha que pueden no cumplir con las condiciones de estudio
Para introducir mayor diversidad en los ensayos clínicos, los expertos recomendaron definir nuevas directrices que la favorezcan. Para ello, será necesario que colaboren las empresas reguladoras, las personas mayores y los gerontólogos. Además, es fundamental que haya una mayor inversión en la diversidad de los ensayos, de modo que las empresas y farmacéuticas favorezcan la creación de políticas que incentiven la participación de personas mayores.
Recopilar datos sobre la edad de los participantes en los ensayos es otra de las medidas que sugieren los expertos. De este modo, se nombrarán referentes de la diversidad, que se encargarán de compilar datos para el análisis y evaluar la eficiencia de la introducción de más cohortes de edad.
También es necesario crear un “estándar de oro”, que distinga los ensayos inclusivos de aquellos que no lo son, y crear la figura de referente de la diversidad. Las figuras de referencia podrán liderar la defensa de la diversidad y garantizar la calidad de todo el proceso y difundir los resultados.
Finalmente, recuerdan que la diversidad y la inclusión deben ir más allá de la edad, incluyendo otras características relevantes para el resultado, como son el origen étnico y la raza, el nivel socioeconómico, la discapacidad o la identidad.